Memorias

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Tu rostro es un destello de luz en mi inmensa oscuridad, memorizo cada parte de ti, tus manos, tus labios, tus ojos, tu todo, estas en mis memorias, ¿Quien podrá de allí sacarte?

Padre -hablo Marck en voz alta- ¡Mirame! ¡Responde!

Hijo, ¿Recuerdas cuando eras pequeño y subías al columpio que esta en el patio? -La voz de su padre chocó contra las paredes de la habitación y resonó como un débil y triste lamento- Solías pedirme que te empujara, y cuando lo hacia reías sin parar, y me retabas a hacerte llegar mas alto, siempre decias ¡Papi Papi! ¡Empujame hasta llegar al cielo! Jejeje eras muy tierno -una lágrima se asomó y tímidamente resbaló por su mejilla- eras un pequeño muy carismático, tenías una imaginación enorme -descubrió medía sonrisa- y ahora, mirate, ya eres todo un hombresote, quien diría que te convertirias en un gran empresario. Aveces pienso que la culpa es mía y se que lo es, yo fui quien te llevo a esto, te obligue a que fueras algo que tu no querías...

Padre no digas eso -lo interrumpió Marck mientras se sentaba a su lado- tu no tienes culpa de nada, soy lo que soy porque yo así lo quise, no te sientas culpable de nada...

Calla Marck no sabes lo que dices, yo fui quién colocó esas ideas en tu cabeza, quien te obligó a ser como el resto, no te di la oportunidad de que fueras diferente, no dejé que fueras tu, convertí tu mente en un cubo con mis ideas cuadradas y no deje que crecieras a tu forma creyendo en ti -el rostro de Hector se ensombreció- yo corté tus alas hijo, y ahora me lamento tanto de haberlo hecho, ahora veo y entiendo que hubieses llegado mas lejos si yo hubiera creído en ti y te hubiera apoyado, y me lamento mucho me lamento de no haber creído en ti, ahora solo vivo de recuerdos, de memorias, del pasado... Y hay algo que debo confesar hijo...

Hector comenzó a sudar, las manos le comenzaron a temblar, Marck lo miraba fijamente y extrañado porque era la primera vez que hablaba así con su padre, la intriga por saber que confesaría le carcomía el pensamiento, su padre permaneció en silencio por unos breves segundos que para Marck parecieron eternidad.

Marck hijo, estoy grave, los doctores dicen que no tengo mucho tiempo mas de vida, y quiero que me prometas que desde hoy dejaras de hacer lo que los demás quieren y comenzarás a perseguir tus sueños, ¡quiero que comiences a ser tu!

Padre, no, no... Debe haber algo que podamos hacer, algún medicamento o alguna operación, no te rindas, por favor padre no te des por vencido...

El ambiente en la habitación se volvió sombrío, cualquier rastro de felicidad se esfumó, Marck no lo había notado pero afuera llovía, el hermoso paisaje que antes se veía fue reemplazado por unas horribles y sombrías nubes negras que descargaban su furia contra la tierra en grandes gotas de agua helada que chocaban en los techos de las casas, autos, sobre la calle y todo lo que en ella hubiese, el choque de las gotas gigantes contra la ventana generaban un sonido poco normal, no era el habitual tintineo de las gotas en las ventanas si no un estruendoso y alborotado toqueteo incesante contra la ventana, como si el agua quisiera romper el vidrio y entrar a la habitación para mojar todo en su interior.

Hijo, no hay cura, no hay operación y tampoco hay tiempo, no me estoy dando por vencido, ten eso en cuenta siempre, no me estoy dando por vencido, solo quedamos en tregua la muerte y yo, ya viví lo que tenía que vivir y ahora me toca partir, no se cuando, no se si hoy o mañana, pero cuando sea estaré preparado, a la muerte no hay porque temerle hijo, tarde o temprano llegará, quieras o no. Solo quiero que cuando te acuerdes de mi recuerdes lo bueno, que aunque sean pocos momentos son momentos muy valiosos.

Padre -la voz de Marck tembló y fue disminuyendo hasta ser un siseo- no me dejes, no nos dejes a mi madre y a mi, aún no estamos listos para dejarte...

Yo tampoco estoy listo para dejarlos -un par de lágrimas bajaron por su mejilla dejando un rastro húmedo por su paso- pero Dios quiere que así sea hijo y cuando Dios manda hay que obedecer. Ya no llores ni te sientas mal hijo, el llanto y lamento no cambiará nada, solo quiero que me prometas lo que te pedí, eso es muy importante para mi que seas feliz hijo, que seas tu.

Esta bien padre, lo prometo -los ojos de Marck estaban inundados de lágrimas pidiendo a gritos y protestando por salir a borbotones de aquellos ojos que las tenían prisioneras y no las dejaban escapar- padre, si algo he aprendido de ti en estos años -se aclaro la garganta tratando de hacer que su voz sonara natural- es que contigo de nada sirve protestar, y -suspiró- si tu estas listo para esto, yo también lo estaré, y nunca olvidaré que tuve al mejor padre del mundo, un hombre que entregó cuerpo y alma a su familia para que estuvieran bien, y miranos, mira lo que lograste, sientete orgulloso padre...

Un golpe seco en la puerta interrumpió a Marck, cuando volteó a mirar que había producido ese sonido, en la puerta estaba toda la familia con flores y comida, por un instante Marck pensó mal de su familia, que eran hipócritas y cosas feas, pero se calmó y se dijo así mismo que solo trataban de hacerlos sentir mejor a el, a su madre y mas importante aún a su padre -demonios mi padre- pensó Marck.

Padre, ¿te sientes bien con esto o les pido que bajen? -dijo Marck a su padre en un susurro- tu solo dime...

No hijo, yo fui quien los llamó, les pedí que vinieran para tener una cena en familia, como la familia que eramos, como la que somos y como la que quiero que seamos y tengas algún día con tus hijos y esposa. Y recuerda hijo, los tiempos pasan, pero los recuerdos quedan en nuestras memorias y ellos son los que nos reconfortan cuando pensamos que estamos solos...

Se Busca un corazón Donde viven las historias. Descúbrelo ahora