Capitulo 4 - El alejamiento

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Continuemos esta historia donde la dejamos. Estábamos en Vilanova, en casa de mis abuelos y yo había decidido besar a la chica increíble de la aldea, y mi abuela un día más tarde me había comentado que la vecina le dijo que yo estaba contigo y había estado allí, que nos había visto abrazados y dándonos besos.

Pues tras esa información yo me alejé, me fui... la razón, no quería que nadie hablase mal de ella por estar conmigo aunque todos fueran gente encantadora. Me fui, me marché y decidí seguir solo habiendo alejado a dos personas que era magníficas. Pero hubo una que me dolió muchísimo, y fue la chica de casa de mis abuelos.¿ Porqué me dolía tanto? Pues porque no la podía olvidar, y el mero hecho de pensar en ella me hacia seguir a delante con mi día a día de insultos, amenazas, palizas, y los típicos motes que ya conocéis. Seguía suspendiendo pese a academias y miles de cosas, y aumentaron los elogios hacia mi llamándome ahora tonto y burro. Yo trataba de disimular mi yo interior como hago siempre, diciendo que estoy con muchos amigos, que soy muy guay y chuleandome de lo que no tengo, básicamente hacer a la gente ver un yo que no es verdad.

Pasé así mucho tiempo , hasta repetir segundo de la ESO, y en aquel verano procuré no ir nunca a Vilanova ni tampoco ir a buscar a la chica de la aldea, aunque me destrozaba la vida y me hacía morir de dolor, pero es lo mejor. Pasó el tiempo y me tocó repetir segundo de la ESO, y fui a una clase nueva en la que ya no hablaba nada a nadie. Estaba solo , era estúpido, mentiroso y creído para alejar a todo el mundo, pero siempre en mi mente había una chica que permanecía ahí, la chica de la aldea.

En ese invierno decidí volver a junto de ella, y pedirle el número con un móvil destartalado y roto. Pero me sirvió para coger su número y hablarle.

Comenzamos a hablar, empecé conocer a sus amigos , ella me empezó a conocer a mi, y yo volví a escuchar un día en Vilanova un comentario de una chica que de aquella no conocía de nada, pero cuya presencia era dentro de la familia de esta chica. Ahora sabía su nombre, Andrea. Pues ese comentario era simple, pero a mi me hizo cambiar mi perspectiva un poco. El comentario era: oye Andrea le dio el móvil al enfermo nieto de Logroño, ten cuidado. Y yo me derrumbé más o menos. Escuché cosas y muchos comentarios y podía pasar de uno, pero se quedó ahí, grabado. Yo seguí hablando con ella, viendo si por una vez gustaba a alguien y podía tener una mínima oportunidad de algo, y aparecieron sus amigas, encantadoras al principio, pero cada vez que yo estaba algo asustado o me costaba mucho algo estaban encima y se metían conmigo. No es excusa, pero yo venía de sufrir mucho, venía de cuadros importantes de baja autoestima, de tener miedo a la gente, y sobretodo de que me dolía muchísimo la opinión de las personas como aún me pasa hoy. Yo trataba de molar, de ser alguien, de enseñarle a esta chica lo que yo admiraba del resto ¿qué admiraba?, pues lo de siempre, ser popular, ser deseado y querido, y presumía de eso aunque jamás fue cierto. Simplemente era un asustado sin vida y con miedo a todo, que insultaban y al que tenían miedo. Y aún con gente nueva pasaba lo mismo.

Trataba de hablar a aquella chica y parecerle guay, popular, pero no era nadie ni nada. Y poco a poco fui viendo lo que en verdad parecía, y decidí alejarme porque veía el dolor que causaba. Traté de hacer muchas cosas, traté de alejarla como pude, haya que se fue y me dejó otra vez solo. Yo mientras estaba allí, sin más, destrozado otra vez porque yo quería hacer cosas, quería avanzar, pero no podía.

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