El llegar de la esperanza ( Capitulo 2 )

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Como contaba anteriormente, nos encontramos en mi instituto, en 1° de la ESO tras suspender y que me tocase repetir, como ya dije los de 3° habían pasado a 4° y por no librarme comenzaron a insultarme, meterse conmigo y a pegarme. Ese año habían llegado compañeros nuevos los cuales yo apreciaba mucho pero no hablaba con ellos por miedo. Así comenzaron las clases, tímido, sin hablar a nadie, sin hacer nada, mientras yo estaba solo y pensando en que me esperaría en el recreo y a la salida un día tras otro. Los lunes eran los peores días, porque al tener clase a la tarde, yo asistía antes, y como no los de cuarto se dieron cuenta y venían para pegarme. Pasado un mes y medio más o menos, mi madre me notó mal, y me volvió a llevar al psicólogo, esta vez fue otro más especializado, comencé a una sesión por semana en la que me mandaban cubrir hojas y hojas de pensamientos, ejercicios, trabajos, dibujos, y etc.

Por otro lado yo estaba en clase callado, y solo, justo cuando apareció una chica peculiar en clase. No lo hablaba, no la miraba, no hacía prácticamente nada más que quedarme viéndola. Por aquel entonces no sabía ni su nombre y ni se me pasaba por la cabeza acercarme.

Pasaron las clases y el tiempo , y yo fui suspendiendo, y no recuperando hasta suspender casi todas en la primera evaluación. Luego entre palizas, lloros, malos momentos y soledad, fui pasando el año, y al final del curso tenía un par de amigos escasos, muchísima gente que se reía de mi, y unos cuantos conocidos en actividades extraescolares que se basaban en fútbol.

Llegó aquel ansiado verano, y llegaron con el los resultados de tantas sesiones de psicólogo. Fui diagnosticado, si la memoria no me  falla de: un cuadro post traumático de lo que se conoce hoy en día como bulling, un caso grave de muy baja autoestima, tenía antropofobia que supongo que nunca me curaré de ella, tricotilomania, y un caso de una manía debido a los traumas de chuparme el dedo; se podría decir que la mierda a mi lado era lo mejor del mundo. Ese verano fue muy duro, pero entre las actividades del verano, tales como los juegos del primer capítulo, y las actividades en el campo ayudando a mis abuelos, surgió algo que dio un vuelco a todo.

Un día ayudando en las tareas en casa de mis abuelos, vi por la ventana, a lo lejos, en un camino a unos chicos jugando. Quería coger la bici, e ir lo más rápido posible, pero tenía que acabar de hacer las cosas para poder ir. Acabé en cuanto pude, cogí mi bicicleta y me presenté con todo el miedo del mundo, temblando y sin saber que decir. Lo que vi, fue a una chica alegre, jugando al tenis. Yo saludé como pude, y me dijeron de quedarme a jugar con ella. Me quedé, y la verdad fue la primera sonrisa que sacaba en años. Fui, pues como pensé y estaba acostumbrado a ver, chulo y estúpido. Pero ante todo muy feliz porque había alguien que no me tenía miedo aunque yo a ella sí. Creo recordar que nos vimos un par de veces más, y no me volví a acercar, la razón, mi miedo a las personas y a lo que supongo que todos suelen hacer, protegerse ante lo raro y doloroso.

Comenzaron las clases , y la chica de clase, la rara, descubrí que vivía a pocos edificios de mi, no sabia su nombre, pero sabía que tenía 2 hermanos, e iba al colegio desde donde yo más o menos iba. Un día por la tarde, se me ocurrió hablarle y preguntar su nombre, Carolina era su nombre, y yo pues ... yo. Comenzamos a hablar, a salir juntos de clase cuando podíamos ir a casa pero pocas veces, pese a todo eso, yo no podía dejar de pensar en la chica de la aldea, porque era lo que más me removía la mente.

Pasó tiempo y tiempo entre suspensos, días duros de palizas, mi miedo a todos, y el no poder estar en casa de mis abuelos, en la seguridad de la aldea. Y con Carolina, pues era como creía que debía ser, chulo, estúpido, aparentando lo que nunca era, y siendo al fin y al cabo, gilipollas.

Cogí miedo pasado el tiempo e hice lo imposible para alejar a esa chica de mi, la razón, porque los padres y las personas hablaban a mis espaldas,  ¿qué decían? , pues cosas como: oh mira, tu hija se lleva bien con el chico calvo raro; oooh tu hija sale siempre de clase con el chupadedos; tu hija va a coger cáncer con este chico, mira su pelo. Y eso sin olvidar el mogollón de preguntas que me hacían sobre si tenía algún cáncer o estaba enfermo de algo malo.

Así fue que decidí hacer todo lo malo posible para alejarme de ella, aunque me caía muy bien, pero no podía permitir ese daño a la gente. Así que fui lo más estúpido y anormal posible, y la alejé de mi. Luego, lo que siempre tenía en mi mente, la chica de la aldea.

Esa esperanza que había surgido en mi vida, y que tal vez sucediera algo bueno y tal vez no fuera un monstruo para ella. Decidí acercarme con miedo y precaución, sin saber que sucedería, y lo que sucedió en verdad, se verá en el siguiente capitulo.

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