"Game Over"

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Mi día era hermoso. Y nada lo cambiaría.
A pesar de no haber dormido absolutamente nada, me sentía como nuevo.
Y es que tenía una bella idea en mi mente.
Hice todo lo que se hace antes de ir a la escuela.
[...]
Vi a lo lejos a mi futura víctima.
Se veía triste. Que pena.
Que lastima que una persona como el este así.
Lo vi observando una foto. Y se perfectamente de quien era la fotografía.

...Amor... el sentimiento más bonito que podría sentir una persona.
Vamos, como iba a hablar de amor. Sólo era un mocoso de 14 años.
Pero la atracción que sentía hacia Emily era muy grande.
Estaba profundamente enamorado de ella.
Su lacio y negro cabello caía con gracia sobre sus hombros. Sus juguetones ojos marrones veían todo con una curiosidad bastante inocente. Su piel muy blanca, salpicada con unas apenas perceptibles pecas era adorable. Lo único malo, era que ella era hermana del chico de mis pesadillas.
Y que jamás podría tener su amor.
¿Que más se podía esperar de Dylan y Emily Ford?...
Un día, de repente, Emi dejó de ir a la escuela, y a Dylan se le veía devastado.
Podía suponer lo que le había pasado.
No lo podía creer...

Entramos a clases y hasta ahí llegómi atención.
Me fui corriendo a mi casa para no encontrarme con Dylan.
Cuándo llegué a casa se me ocurrió la idea de ir al cementerio.
Tomé mi bicicleta y me fui.
Luego de casi una hora, por fin llegué al cementerio de las afueras de la ciudad.
Me adentré haciendo sonar la oxidada puerta de hierro, con un chillido espeluznante.
Busqué la tumba, que ya me sabía de memoria donde quedaba.
Estaba apartada de las demás, cerca a un bosque.
La niebla sólo hacía que el lugar adaptara un aspecto tétrico.
Vi la tumba en el suelo. Tragué saliva y me arrodillé.
Mis mejillas se cubrieron con lágrimas que despojaban mis ojos de manera silenciosa.
No hice ningún sollozo. Sólo sacaba mis penas en silencio. Como si el sonido fuese a perturbar el aura de paz de los demás difuntos.
Me levanté lentamente y giré, para encontrarme con una figura femenina que reconocí al instante.
Me había quedado en shock. La miraba con terror.
Su mirada, inyectada de sangre me observaba, perforado mis ojos, mientras su juguetona sonrisa se iba agrandando.
Fui retrocediendo lentamente, y caí...
[...]

Desperté con un punzante dolor de cabeza. Me levanté rápidamente, lo cual hizo que el dolor no me dejará ver.
Me sobé el área y lancé un quejido.
Miré a mi alrededor. No sabía dónde estaba.
La habitación era blanca por completo.
Vi que la puerta de al frente, dejando ver la figura de mi madre.
Me sonrió, probablemente al verme despierto.
Se acercó a mi y me dio un abrazo.
  -No te vuelvas a apartar de mi lado-dijo sollozando.
  -¿Dónde estoy?-fue lo único que dije.
  -En el hospital. Al parecer te dio por ser rebelde y fuiste al cementerio. Caíste y te golpeaste la cabeza contra una lápida-me explicó mamá-eso fue hace tres días. Pensé que no ibas a despertar pronto, pero al parecer ahora estás mejor. Descansa un rato. Hablaré con el doctor.
Me dio un pequeño beso en la frente y se fue.
[...]

En los tres días en los que estuve ausente dejaron bastantes actividades en la escuela. Me adelanté de algunos trabajos para no estar atrasado con los temas.
Hoy había faltado el descerebrado y sólo estaban sus perros falleros, que sin un entrenador, no podían realizar sus truquillos.
Salí de la escuela más despejado, y tomé mi bicicleta para irme de aquí.
A lo lejos se distinguía la inconfundible figura de Dylan. ¿Qué estaba haciendo aquí?
Se acercó a mi y me empujó en su auto.
Unos minutos después llegamos a su casa.
Me había quejado todo el camino, pero el sólo me respondía con un sepulcral silencio.
Entramos al lugar. Estaba todo bastante desordenado. De pronto un puño se estampó en mi mejilla derecha.
Tambaleé un poco y caí. Recibí una patada en el costado que me hizo soltar un quejido. Me volvió a lanzar puñetazos repetidos. Trataba de apartarlo, pero el era muy fuerte. Cúando vio que ya me quedaba sin fuerzas y que escupía sangre se detuvo. Me lanzó un escupitajo y se apartó. Me levanté sin fuerzas y con una gran dificultad le hablé.
  -¿Qué te sucede? ¿Qué fue todo eso? ¿¡Qué te he hecho para merced esto!? ¡DIME!-le grité en su cara. Bajó la mirada, como si fuese inocente.
Sin esperar una respuesta me largué de ahí.
Llegué a mi casa y me també en mi cama. Ya no soportan más. Éste sería el último día de la miserable vida de Dylan.
Ya no lo volverán a ver.
Su juego idiota acabó.
Game over, Dylan.

Voces En Mi InteriorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora