"Arrepentimiento"

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Yeray despertó en una habitación desconocida.
No recordaba absolutamente nada de lo que había pasado.
Pasó por la puerta una mujer vestida completamente de blanco.
  -Que bien que despertaste-forzó una sonrisa. Era obvio que no le alegraba en absoluto el hecho de que el asesino estuviese despierto, pero no tenía opción.
Yeray se quedó en silencio.
La muchacha continuó.
  -Yeray, lo que hiciste no tiene perdón-Yeray cerró sus ojos con fuerza-pero no te llevarán a prisión. Aquí te ayudaremos con los problemas que tengas.
Yeray soltó una risilla sarcástica.
El mencionado seguía sin recordar tanto lo sucedido. Era borroso lo que había pasado.
La muchacha lo dejó solo para que pudiese pensar mejor.
Los recuerdos llegaron como flashes a su mente.
Veía las ventanas de su aula. Las llamas, naranjas e imponentes se apreciaban a través del cristal.
Las personas que estaban dentro lloraban y corrían desesperadas de un lugar a otro. Recordó la mirada de Dylan.
Arrepentimiento.
Eso fue lo que vio en la mirada de Dylan. Este lloraba, y se escuchaban sus desgarradores gritos de angustia.
Lo último que vio antes de desmayarse fue el cuerpo de Dylan siendo consumido por las llamas.
Había matado a una persona inocente.
Si, Dylan era un idiota, abusador y todo lo que sea, pero matarlo fue llegar muy lejos.
La alegría que Yeray había sentido al momento de matar a su abusador, estaba desapareciendo.
¿Por qué? ¿Por qué le hice caso a Christian? Eran reguntas que Yeray se formulaba.
Sobre una mesita había un par de papeles.
Supuso que era su registro.
Al lado había un vaso de agua y una píldora. Tenía detrás un papelito con la hora en la que tenía que consumir la droga.
Era la hora.
Tomó la pastilla y la pasó sin tomar del líquido. Sintió presión en su garganta por un momento, pero luego terminó de tragar la píldora.
Se piso de pie para ver por la pequeña ventana.
Miró el paisaje. Afuera estaba nublado y se veía que de un momento a otro iba a llover.
Su vista empezó a volverse blanca y sintió como sus mejillas se humedecían.
Lloró toda la tarde y noche.
No durmió ni un momento.
No podía dormir con la consciencia de lo que había hecho.
Se arrepintió de todo. Odió a Christian por haberlo obligado a asesinar a tal persona.
¿Por qué?
Simplemente el chico estaba enfermo.
Y Christian era sólo el reflejo de lo que el temía ser.
Y ese reflejo pudo dominar al pobre Yeray.
Y Yeray hizo lo que más temía.
Y lo hizo...
Ahora Christian, luego de desatarse, llegó el momento en el e Yeray no pudo con más.
Ahora Yeray sólo deseaba morir.
Morir era su destino.
Y nada lo podía detener...

Voces En Mi InteriorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora