En la biblia, la serpiente se demuestra cómo la principal enemiga de Dios, manipulando a Eva para que coma del fruto prohibido, desobedeciendo la única regla que les habían puesto a ella y a su pareja. Fue la causante de la furia y del destierro de Adan y Eva del Jardín de Edén.
La serpiente era manipuladora, corrompia la mente de los inocentes a su antojo, teniéndolos comiendo de la palma de su mano. Tal vez el pequeño japonés no era de esa religión pero podría entrelazar a ese antagonista con Alfred, su propia serpiente.
Él que le susurraba en el oído convincente, influenciando desde el inicio con sus mañas a la antigua alma inocente del chico a beber líquidos que quema su garganta al pasar, a aspirar humo y, en ocasiones, polvo que hace que le lloren los ojos o sus cavidades nasales ardan con fuerza, o que su cuerpo se ocupará de su lujuria acumulada en el día; todo mientras su amada serpiente reía.
Y ahi estaba Kiku, tan idiota como Eva, siguiendo y amando a su serpiente.
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Fictober • Hetalia
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