Daddy, love my teacher!

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-Entonces... adoptaste al hijo de tu hermana para que ella pudiese seguir con su vida...¿y te liaste tu? -Me encojo de hombros. Dicho así, es como si fuese tonto. -Amo a Izzy... y amé a Rafa desde antes de nacer...¿Qué otra cosa podía hacer?¿Dejar que se fuera con algún desconocido?¿Que quizá creciese en un orfanato? -Niego, tan decidido como el primer día. -Es mi hijo... los únicos que lo sabemos lo tenemos claro... e Izzy siempre se ha comportado como su tía, eso es todo lo que debe ser. 

-Eres un hombre admirable, Alexander... -sonrío levemente, una sensación cálida invadiendo mi estómago al ver la mirada de orgullo que me dirige. -No cualquiera haría algo así... y has hecho un trabajo excepcional con Rafael... es un niño increíble, tan puro, bueno, formal y educado... todo un señorito, como su padre. 

Se aclara la garganta, sentándose bien sobre el sofá, dejando su copa sobre el posavasos de la mesa. -Solo quiero que sepas... que adoro a tu hijo... y el hecho de que tenga sentimientos por ti jamás va a hacer que pase por alto la existencia de Rafa y entiendo que siempre va a ser tu prioridad... - me pierdo sus divagaciones, hablando cada vez mas acelerado conforme mas nervioso se pone, su mirada incapaz de conectar con la mía, sus manos casi temblando la una agarrada a la otra. -Magnus, Magnus... basta.. -río levemente, acercándome a él y poniendo una mano en su hombro. 

Su nerviosismo se me hace adorable. Siempre parece tan seguro, tan confiado... que verlo así resulta tierno. Por una vez no soy yo el nervioso, no cuando acaba de decir que tiene sentimientos por mi. No es como si a estas alturas pudiese seguir negándome a lo que mi corazón grita. Nunca en los últimos cinco años he tenido una pareja, un acostón o un simple ligue... Todo mi tiempo y atención estaba en Rafa... 

Muevo la mano de su hombro a su mejilla y es cuando su rostro se gira hacia mi que aprovecho y pego mis labios a los suyos. La sorpresa en él es notoria, pero aun así sus labios corresponden a los míos. Noto su mano en mi cuello, tres de sus dedos presionando sobre mi nuca, haciendo que me acerque mas a él.

A ese beso le sigue otro, y a ese otro y otro mas... cuando quiero darme cuenta, he recostado al moreno en el sofá y estoy acomodado sobre él, una pierna en uno de sus costados y la otra entre sus piernas. Los besos son continuos, las risas nerviosas mientras mi mano desabrocha su camisa y él se deshace de mi camiseta, las manos volando por todas partes, tocando cada pedazo de piel. 

Me aparto por un momento, observando al hombre bajo mi cuerpo, acomodado en mi sofá, con los labios rojos e hinchados. Me mira, la lujuria y la duda batallando en su rostro. Sonrío ampliamente y esa sonrisa se ve reflejada en sus labios, sus rasgos relajándose. Me inclino a besarlo de nuevo, suspirando sobre su cuello. -Quédate... 

-Papá... papá...¡papá! - Abro un ojo, el sol colándose a través de las cortinas del salón, un peso sobre mi cuerpo atrapándome contra el sofá. Parpadeo un par de veces, confuso, pero miro a Rafa frente a mi, abrazado a su peluche. -El señor Bruce y yo tenemos hambre... - asiento, frotándome los ojos justo antes de darme cuenta de que el peso que siento sobre mi es... Magnus. -Eh... si, Rafa. Lo siento... enseguida voy, ¿vale? - Veo esa sonrisa pícara heredada de mi hermana cuando mira a Magnus ahí conmigo, pero antes de que diga nada le hago gestos para que se vaya hacia la cocina. 

-Magnus... eh... vamos... -Lo menea del hombro, sin respuesta alguna. Pasa a acariciar su espalda y luego su cuello, subiendo a su mejilla, repartiendo varias caricias por su rostro, algo áspero por la barba que empieza a aparecer. -Magnus... Magnus, despierta... -Noto como su cuerpo empieza a responder y sonrío levemente, él sonriendome también cuando se da cuenta de la situación en la que estamos. -Rafa nos ha visto... - me mira preocupado, incorporándose en el sofá, la manta que nos cubría cayendo al suelo. -¿Esta bien contigo?¿Que él sepa de... nosotros? Lo que sea que esto sea... 

Me incorporo también, atrapando sus mejillas entre mis manos, besándolo suavemente, el aliento mañanero de ambos golpeándonos. No hay forma en que eso pueda interrumpir nuestras sonrisas. -¡Papá! - Río, rindiéndome y apoyo mi frente en la del joven profesor, cerrando los ojos. -Está bien, colega... ya voy. 

Es asombroso como entre ambos logramos hacer un desayuno completo en menos de diez minutos. Y Rafa está agradecido por ello, pues come como si fuesen tres niños en lugar de uno. 

Aprovecho mientras Rafa se va a lavar los dientes y a ver los dibujos para terminar de recoger la cocina, ambos en silencio, toques juguetones y cómodos haciéndose presentes entre ambos. -Debería irme... no quiero interrumpir más... -Sonrío levemente, algo entristecido de pronto. -O puedes quedarte... ya sabes. Si no tienes nada mejor que hacer... Rafa y yo haremos domingo de películas...comeremos golosinas y palomitas hasta que nos duela la tripa y jugaremos parchís toda la tarde. -Me encojo de hombros, metiendo mis índices en las trabillas de su pantalón para tirar de él, atrayéndolo hasta mis labios. 

Como había dicho... vemos películas, comemos golosinas y palomitas hasta que nos duele la tripa y jugamos parchís toda la tarde.

Además, Magnus logra convencernos a media mañana de que será buena idea cocinar pasta fresca casera, preparando la masa nosotros mismos desde cero. La cocina se envuelve en una densa nube de harina y los tres vamos a necesitar una ducha después de esto, pero hay que reconocer que la pasta ha quedado buenísima con mi salsa de setas y bacon. Y nos hemos reído mucho.

No he podido evitar robarle besos y caricias distraídas todo el día, los sentimientos recientemente mostrados incapaces de volver a ser encerrados ahora por parte de ninguno de los dos. Simplemente queremos mas y aunque intentamos contenernos, por Rafa... no siempre es fácil. 

Empieza ya a caer la noche cuando, después de pedir pizza a domicilio y cenar entre anécdotas del colegio por parte de mis dos compañeros de mesa, Magnus tiene que irse. Asegura que tiene un gato al que debe alimentar al menos una vez cada dos días, y lleva mas de 36 horas con nosotros. 

Rafa se cuelga de su cuello para despedirse cuando Magnus lo abraza fuerte. -Nos vemos mañana en clase, campeón. -Lo deja de nuevo en el suelo y aprovecho que debe ponerse el pijama para hacer que se ausente, besando a Magnus decentemente, con todas las ganas contenidas durante el día. -Tu y yo tenemos que hablar y aclarar esto, Magnus Bane... 

Una vez lo he dejado ir, me lavo los dientes a la par con Rafa y lo acompaño a su habitación, abriendo su cama para que pueda meterse abrazado a su peluche, como todas las noches. Le doy un beso en la frente cuando lo veo bostezar, sonriendo enternecido. Está agotado después de semejante fin de semana. 

Ya creo que se ha quedado dormido y voy a salir de la habitación cuando oigo su vocecita llamándome desde la cama. -¿Papá? - Me giro, mirándolo con mi mano ya sobre el interruptor de la luz, listo para apagarla. -¿Si, colega? -Hace un gesto con su mano para que me acerque de nuevo y suspiro pero lo hago. -¿Ahora qué, Rafa? -Me siento de nuevo en la cama, acariciando su pelo oscuro y suave. Me mira con esos enormes ojos marrones y sonríe algo tímido, abrazándose mas a su peluche. -Me gusta Magnus... me gusta como tu novio, papá. -Parpadeo confuso, notando como el sonrojo aparece en mis mejillas. -¿Si, eh?

Asiente desde la cama, confiado. -¡Quiere a mi profe, papá! Él es genial, y tu le gustas también, ¡yo lo sé! -El grado de emoción en su voz baja de nuevo, casi susurrando. -Nos lo pasamos bien con él... me gusta para ser mi otro papá...


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