Epílogo

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Sé que nadie lee las notas al final, pero por favor, hazlo hoy. Te gustará lo que encontrarás.

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-¡Papá!¡Papá! - Río al ver llegar a Rafa a la cocina, resoplando. Magnus va tras él con una sonrisa divertida, encogiéndose de hombros con esa mirada de 'a mi no me pidas explicaciones, es cosa suya'. -¿Ya están las galletas? 

-Claro que no están las galletas, Rafa. Quedamos en que me ayudaríais a hacerlas, pero os habéis pasado la mañana jugando y los abuelos van a llegar en cualquier momento... -Pone una cara de pena, inmediatamente replicada por el pequeño Max en sus brazos. -¡Te ayudaremos ahora, papá! -Puedo ver como ambos miran a Magnus, esa mirada decidida en los ojos del mayor de los niños. -¡Papi!¡Tu también!

Magnus alza sus manos en rendición y enseguida desabrocha los botones de las mangas de su camisa, dando vuelta a las mangas hasta que le queda por los codos. -Esta bien... hagamoslo. -Niego sonriendo, siempre tan consentidor.  

Le paso un delantal a Magnus y saco también los pequeños delantales de los chicos, subiendo a Max a la isla de la cocina, sentándolo allí. -¿Preparado, colega? -Asiente, la misma mirada de decisión que su hermano. Parece mentira que, sin tener genéticamente nada en común, sean tan iguales. 

Hemos hecho galletas tantas veces que ni siquiera necesito guiar a los niños. Se que la harina acabará por todas partes, que los dedos de todos acabarán llenos de pegotes de masa... también se que vamos a reírnos mucho, como siempre que hacemos algo en familia. 

Efectivamente, limpiar la cocina es todo un reto mientras los niños y Magnus dan forma a las galletas, preparándolas para hornear. Hay galletas comunes, redondas.. pero también estrellas, hombrecillos de navidad... -Papá, ¿haremos un glaseado? - Niego dándole un toquecito en la nariz, llenándosela de harina una vez mas. -No, Rafa. No tenemos mas tiempo. Serán galletas sin decorar esta vez. -Pone un principio de puchero pero lo freno antes de que crezca. -¿No querrás que Santa llegue y tu estés en la ducha? 

-¡No! - El puchero desaparece, la emoción apareciendo en el rostro del pequeño Max. -¡Santa!¡Santa! - Magnus ríe, dándole un besote en su mejilla regordeta. -Si mi niño. Santa viene hoy. - Es realmente la primera navidad en la que Max empieza a ser consciente de lo que implica todo esto. Santa, los regalos... además, el año pasado, cuando ya empezaban a gustarle los regalos, estuvo enfermo todas las navidades, así que realmente estas van a ser sus primeras navidades plenas. 

-Venga pequeños... a quitaros toda la harina de encima. Hay que ponerse guapos para la cena. -Magnus es quien los lleva a la ducha mientras termino con la cocina y vigilo las galletas, dejandolas enfriar en una fuente, listas para ser comidas. Oigo las risas desde el baño y sonrío, encantado de que sea el sonido que mas se oye en mi hogar.

Cuando solo eramos Rafa y yo lo pasabamos bien, pero el silencio era bastante común. Cuando llegó Magnus, el silencio pasó a ser un desconocido... a veces incluso deseaba un poco, pues mi chico tiene una lengua que parece interminable, siempre tiene algo que decir, que contar o que preguntar. Sin embargo, desde la llegada de Max, el silencio es un viejo amigo olvidado que no deseo que vuelva. A Rafa le hacía falta... un cómplice, un hermano. Magnus había sido eso al principio, pero no dejaba de ser un adulto.

Me apoyo en la puerta del baño, la bañera llena de espuma y juguetes, Rafa interpretando una historia de piratas a un embelesado Max, que se queda quieto mientras Magnus llena su cabeza de champú. 

Me encargo de envolver al pequeño en un albornoz en cuanto Magnus termina con él, haciéndole cosquillas mientras lo seco entero, cargándolo como un saco de patatas hasta su habitación, donde no me molesto en elegir su ropa para la cena de esta noche. Magnus se encargó de ese trabajo, tanto de la de Max como la de Rafa e incluso la mía. No tiene sentido discutir con él sobre la ropa, todos en casa sabemos que acabará ganando. 

Una vez vestido, llevo al niño en brazos hasta el salón, dejando que coja una de las galletas y que corra libre por todo el piso, sus pasos de vuelta a las habitaciones, donde Magnus y Rafa están ya arreglándose. 

No es hasta que Magnus sale al fin de la habitación -glorioso y perfecto, para que negarlo- que yo mismo me permito ir a ducharme, saliendo al salón arreglado y listo justo en el momento en que el timbre suena, Rafa corriendo a la puerta. -Eh amigo, no olvides preguntar quien es antes de abrir. -Se frena a si mismo, soltando la maneta de la puerta ya casi abierta. -¿Quien eeeeeeees? - Río, Max sentado sobre mis rodillas, muy entretenido con una nueva galleta. 

Izzy entra como un torbellino una vez consiguen que Rafa les abra la puerta, achuchando a su sobrino por el camino. -Si sigues creciendo así, Rafe, pronto serás mas alto que yo. -Sonrío, asintiendo a eso. Tan solo tiene nueve, pero es bastante mas alto que otros chicos de su edad.  -¿Y como está el pequeño Max? 

No necesita mas que nombrarlo para que se excite, tendiéndole los brazos. Se lo paso y me levanto, dando un fuerte abrazo mis padres antes de saludar también a Jace con un buen apretón. -¿Os habéis dejado a Simon y la calabaza? Pensé que vendrían...

Esa misma noche Rafa y Max abren la montaña de regalos que ha aparecido mágicamente bajo el árbol. Mis padres observan entusiasmados, ellos dos siendo -todavía- sus únicos nietos. Sus consentidos. Jace e Izzy pelean en el fondo sobre cual de sus regalos va a ser el favorito de los chicos, aunque todos sabemos que Magnus es el mejor de la familia escogiendo regalos para los niños. Tiene ese toque especial. 

Apoyo mi cabeza en el hombro de Magnus, suspirando feliz ante la escena frente a mis ojos. -Todavía tengo tu regalo... -Esto es lo que quiero... para el resto de mi vida. Mis hijos, sanos y felices... y Magnus. Siempre Magnus. 

Llevo mi mano al bolsillo de mi pantalón, sacando una sencilla y elegante alianza de platino, mirándolo divertido desde mi posición en su hombro. -Magnus Bane...¿darías ese paso conmigo? - Es apenas un susurro, pero sé que para él es suficiente. Todos están aquí, pero realmente ninguno nos está prestando atención, y eso es perfecto. 

Sus labios sobre los míos son perfectos. Sus manos en mis mejillas son perfectas. El que abandona sus labios es la palabra mas perfecta. Todo Magnus lo es. Y ahora y para siempre, es todo mío. 

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Ahora si, llegamos al final de este mini fic en reacción a la tira animada de UmkaSan7. Espero que os haya gustado y lo hayáis disfrutado tanto como yo escribiéndolo. 

Se que ha sido corto y que todos queremos saber más sobre esta historia, así que os propongo escribir algunos 'extras' intermedios, o pasados, o futuros... me da igual. Acepto ideas, así que no os cortéis con las sugerencias. Aquí dejo algunas de las mías:

-Extra - De cómo Max llegó a formar parte de los Lightwood-Bane.

-Extra - Del día en que Izzy visitó a Alec y Rafa por sorpresa y encontró un extraño hombre en su casa.

-Extra - Relación a través de los años entre los hermanos Lightwood-Bane.

Son solo algunas ideas locas, pero si queréis que lleve alguna al papel, ¡se aceptan votos por las tres! La mas deseada será SEGURO hecha realidad. Las otras dos... bueno. El tiempo y la inspiración dirán.

Daddy, love my teacher!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora