Primeras impresiones

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-Entonces, ¿lo has pasado bien hoy?¿Has hecho nuevos amigos? - dejo las bolsas con la compra en la isla de la cocina, suspirando un segundo mientras miro alrededor. Nuestro nuevo apartamento. Nueva ciudad, nuevos compañeros, nuevo colegio, nuevas calles, nuevos parques... todo ha cambiado en tan poco tiempo... todavía estoy asimilándolo. 

-He hecho algunos amigos... hay un chico bastante genial, se llama Leo y tiene el pelo completamente naranja,a como la tía Clary... - Veo a Rafa ir directo al sofá, dejando su mochila a su lado y tumbándose de malas maneras, el mando de la televisión demasiado a su alcance. -Rafaaaa... ve a dejar la mochila en tu cuarto, por favor. 

Suspira de forma dramática pero se levanta y desaparece por el pasillo con la mochila a cuestas. Es increíble lo mucho que llega a parecerse a su madre en estas cosas. 

Preparo rápidamente un bol con yogur, frutas cortadas y un poco de cereal, dejándolo sobre la isla mientras ordeno la compra en los armarios, prácticamente vacíos todavía. Menos mal que he comprado lo suficiente para que podamos sobrevivir un par de días. 

Oigo sus pasos de vuelta y lo alzo para sentarlo en uno de los altos taburetes de la isla, acercándole el bol con la merienda y una cuchara. -¿Y tu profesor?¿Te gusta? - Rafa estaba realmente encariñado con la señorita Smoak, y aunque el señor Bane se ve agradable no se si no habrá cierto resentimiento por parte de Rafa. Se que no quería mudarse y dejar todo atrás. 

-Es difebtido... -ruedo los ojos al oirlo -traga antes de hablar, hijo... -guardo las bolsas al terminar, sentándome frente a él mientras como una manzana, dedicándole mi tiempo únicamente a él. Traga y está a punto de limpiarse la boca con la manga por instinto cuando lo detengo, tendiéndole una servilleta. Costará quitarle esa costumbre. -Es divertido... explica muy bien y las tareas que pone son mas fáciles que las de la señorita Smoak. - Asiento, conforme. Suena entusiasmado, algo que no había visto en él desde que abandonamos Chicago dos días atrás.

-He pensado que este fin de semana podremos mirar las cosas que hay para hacer aquí, ¿qué te parece? Seguro que también tienen equipo de baloncesto... o incluso si quieres aprender otra cosa... - asiente, demasiado concentrado en su merienda. -El baloncesto me gustaría... y quizá ajedrez, el tío Simon me estaba enseñando... - asiento entristecido. No ha querido mostrarlo, pero se que le duele el haberse alejado de toda nuestra familia. Todavía no tiene primos, así que es el consentido de mis hermanos y sus parejas. 

-¿Cuando iremos a verlos? - sonrío levemente, levantándome de mi asiento y acercándome a él, abrazándolo por la espalda, pegándolo a mi pecho. - Estamos lejos ahora, mi niño... pero hablaremos con ellos por el ordenador muchas veces, ¿vale? Y te prometo que iremos a casa para las vacaciones, o vendrán ellos aquí, ¿te gustaría? Los invitaremos y entonces les enseñaremos todas las cosas guays que tiene Nueva York... - beso su cabeza, afianzando mi abrazo en su pequeño cuerpo. - Tendremos que ser unos buenos exploradores antes de eso, ¿no? 

Eleva su rostro hacia mi, una sonrisa sincera adornando sus facciones. -Eso molará mucho, papá. ¿Podré ir vestido de explorador cuando vayamos a Central Park?¿O de detective? -Río con ganas, haciéndole cosquillas. -Podrás ir vestido de lo que quieras.

Su primera semana de colegio pasa mas rápido de lo que podría haber previsto y pronto el fin de semana está aquí. Rafael siempre está emocionado de mas los viernes. Sabe que los fines de semana son solo para nosotros dos y siempre intento hacer algo educativo pero divertido. Además, Nueva York nos abre todo un mundo de posibilidades nuevas por descubrir. Estoy seguro de que le encantará el museo de historia natural. 

Espero en la puerta de salida junto a los otros padres. Los viernes tan solo trabajo unas pocas horas a primera hora de la mañana, así que me ha dado tiempo de dejar el traje en casa y venir algo mas cómodo. Quizá con algo de suerte, si no llueve, podamos ir al parque antes de volver a casa. -¡Papá! - casi no me da tiempo a reaccionar cuando Rafa se lanza sobre mi, pero por suerte logro cazarlo y alzarlo en brazos, cargándolo contra mi cadera. -Hola campeón...¿qué tal el día? 

-¡Mira! - Se retuerce en mis brazos hasta que llega a su pantalón, subiéndolo hasta que muestra su rodilla, rodeada con unas vendas. -¿Qué te ha pasado?¿Estás bien? - Sea lo que sea, no debe ser grave cuando se le ve tan animado, pero para llevar un vendaje...

-Señor Lightwood... veo que Rafa ya le ha informado de su pequeño accidente. -Alzo la mirada hacia el profesor, tragando saliva. Hoy está irremediablemente sexy, cosa que no debería pensar del profesor de mi hijo, pero es imposible no hacerlo. Ya en estos días me he percatado de que es atractivo, pero hoy incluso lleva una leve capa de brillo dorado en los parpados que hace que sus extraños ojos resalten todavía mas. -El vendaje es solo por precaución, se ha caído durante la hora del recreo y se ha dado un golpe... la enfermera ha dicho que la hinchazón debería desaparecer durante el fin de semana. - Asiento, teniendo que forzarme a escuchar sus palabras y no solo fijarme en la forma en que sus labios se mueven. -De todas formas intente que no haga demasiados esfuerzos, por si acaso... si es que puede. -Río levemente, pues ya se ha dado cuenta de que Rafa no es tan ángel como parece. Una vez se suelta es un verdadero torbellino. 

-Lo tendré en cuenta, gracias. -Le dedico una leve sonrisa, agradecido de verdad. Cierto es que Rafa parece encantado con su profesor y siempre habla de lo amable y atento que es con él y todo el resto de la clase. Hemos tenido suerte de que haya ido a parar con un buen profesor. 

Visto el problema con la rodilla de Rafa, la tarde en el parque queda inmediatamente cancelada y en su lugar, decido ceder por una vez y pasar por una tienda de chucherías, dejando que llene una bolsa hasta arriba con sus favoritas. Escogeremos una película en netflix, nos acurrucaremos con la manta en el sofá y nos atiborraremos a dulces hasta que nos duela el estómago. Es un buen plan.

Una vez en casa, lo bajo de mi espalda donde lo iba cargando todo el camino. -Entonces, aún no me has dicho si has hecho algo interesante hoy en clase... - Me encargo de colgar mi abrigo en el armario de la entrada, haciendo lo mismo con el suyo. -¡El señor Bane nos ha enseñado los números! - Sonrío, agachándome a su altura cuando veo que rebusca en su mochila. -¡Mira!¡Los he escrito yo! - Me tiende una hoja y la cojo, sentándome en la alfombra y dejando que se siente en mi regazo. -Vamos a ver... -Espero encontrar la clásica ficha caligráfica con algunas series de números, pero me sorprendo al encontrar una nota escrita a mano. Hay algunos números grandes escritos con ceras de colores también, que Rafa señala con alegría nombrándolos. -Esto de aquí lo ha escrito el profesor Bane...¿qué dice, papá? - trago saliva, mis ojos recorriendo de nuevo las palabras.

<<Estimado señor Lightwood:

Tengo que decirte que eres caliente como el infierno. Por favor, cariño, no seas tímido. He visto cómo me miras...Rafa ha escrito mi teléfono para ti. (¡Él sin duda trabaja duro!)

P.D. No te preocupes, él todavía no sabe leer.>>

-¿Papá? - Carraspeo, saliendo de mi ensoñación. - Pues... dice... - piensa, Alec - de alguna manera, tu profe se ha enterado de que iremos mañana al museo de historia natural... y pregunta si puede venir con nosotros. ¿Eso te gustaría? - La sonrisa que ilumina el rostro de mi niño bien podría valer un millón de dolares. -¡Si!¡El señor Bane sabe sobre un montón de cosas!¡Será tope guay!¿Puede venir?¿Puede, papá? - Dudo unos instantes, sin tener ni idea de si realmente querrá venir al museo...¿pero por qué no intentarlo? - No lo sé, déjame pensarlo, ¿vale? Elige una película mientras preparo las palomitas y me lo pienso. 

Lo dejo ir corriendo a por el mando, vigilando que navegue por el menú de netflix kids antes de ir a la cocina a por una bolsa de palomitas para el microondas, llevando la hoja que me ha dado Rafa conmigo. Pongo el paquete a calentar y saco mi móvil del bolsillo, introduciendo el número en mi agenda antes de escribir un mensaje en WhatsApp. 

<Rafa y yo hemos pensado que quizá le gustaría visitar el museo de historia natural mañana con nosotros... nos vendría bien un guía local. 
A. Lightwood.>

Pulso enviar al mismo tiempo que el microondas indica el fin del cocinado, la bolsa de palomitas hinchada y humeante, con el maravilloso olor llenando el apartamento. Las vacío todas en un bol y vuelvo al sofá, mi móvil abandonado sobre la isla de la cocina, la pantalla iluminándose a media película, aunque no lo vería hasta horas mas tarde, dos palabras como única respuesta. 

<Me encantaría.>

Daddy, love my teacher!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora