El museo de historia natural

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La mañana amanece con el cielo cubierto de nubes oscuras y la tormenta es casi inevitable. Un día perfecto para no salir de casa. -Quizá no sea el mejor día para ir al museo, ¿eh amigo? 

¿Por qué demonios había enviado ese mensaje? - ¡No papá! En el museo no llueve... -observo a Rafa, sus brazos cruzados y su cabeza bien alta, la mirada fiera y desafiante. Igual a su madre. ¿En que lío me metí? 

-Esta bien, pequeño. Iremos. Ve a vestirte. -Recojo su tazón de cereales ya vacío, dándole una patada suave en el culo para que vaya hacia su cuarto. En cuanto limpio los restos del desayuno voy a su habitación, ayudándolo a abrochar sus tejanos y enseñándole una vez mas como atar los cordones de sus Converse amarillas. -¿Puedo elegir tu ropa hoy? - Ruedo los ojos pero asiento. Es algo que le gusta a hacer y a mi no me importa consentirlo. Casi todo mi armario es oscuro y simple. 

Rafa enseguida corre a mi habitación, abriendo el pequeño vestidor del que dispone el apartamento, del cual solo ocupo una pequeña parte. Veo a Rafa escoger cuidadosamente cada prenda, como si fuese tan importante. ¡Sólo es ropa! 

Escoge unos tejanos bastante parecidos en color a los que él viste, unas converse negras y una camisa azul marino que llevo siglos sin utilizar. -¿En serio, Rafa?¿Vas a hacer que me vista de camisa el fin de semana? -Niego con la cabeza con media sonrisa, dispuesto a no protestar cuando veo de nuevo esa desafiante mirada, cogiendo las prendas y llevándolas conmigo a la habitación para ponermelas. -¿Te has lavado los dientes? - Lo oigo correr por el pasillo hacia el baño y sonrío levemente. Tendrá sus cosas, pero en lo general no podría ser mas feliz de lo que soy con Rafa.

Una hora mas tarde, tras perdernos dos veces en los cambios de línea en el metro de Nueva York, llegamos a la entrada del museo de historia natural. Inconscientemente, deseo con la misma fuerza que el maestro de Rafa esté, como que no esté. Me pone nervioso, debo admitirlo. Hace mucho tiempo que nadie estaba interesado en mi. Siempre veían a Jace, o a Izzy... jamás a mi. Ok, vale... nunca nadie había estado interesado en mi.

En el instituto fui mas bien invisible, solo queriendo salir adelante, sacar buenas notas, cuidar que Jace o Izzy no hiciesen demasiadas locuras... y la universidad fue caótica, con la llegada de Rafa y todo lo que este implicó. No tuve demasiado tiempo para interesarme por nadie, y el pequeño enamoramiento que tuve en segundo curso pronto pasó al olvido. Nunca ocurrió nada, de todas formas.

Estoy tan perdido en mis pensamientos que no me doy cuenta cuando Rafa suelta mi mano, pero lo siguiente que se es que está hablando emocionado con alguien. Magnus Bane. El jodidamente atractivo Magnus Bane. ¿Es legal salir así a la calle?

-Señor Lightwood... pensé que se habían echado atrás. -Ruedo los ojos, notando como el rubor empieza a aparecer en mis mejillas. Joder Alexander, que no tienes quince años. -En realidad, la culpa es del metro. Todavía no nos entendemos bien fuera de nuestras líneas habituales... -Pongo ambas manos sobre los hombros de Rafa, en un intento porque deje de revolotear emocionado. Se acabaron los cereales para desayunar. - Y que sea Alec, por favor... el señor Lightwood es mi padre.

-Alec será, entonces. -concede. 

Me acerco a la taquilla a por los tickets para los tres cuando siento una mano en mi muñeca, un toque suave, cálido y agradable. - Ya los tengo... - lo miro con una ceja alzada, incrédulo, pero él solo se encoge de hombros. -Algo tenía que hacer mientras os esperaba... -se agacha a la altura de Rafa, enseñándole los tickets. -¿Listo, compañero? 

Veo a Rafa asentir con ganas y le da la mano en cuanto el profesor se la ofrece, caminando los dos hacia la entrada olvidandose completamente de mi. -¡Pero bueno!¿Ya me dejáis atrás? - Río y cojo la mano libre que Rafa me tiende. 

-¡Que pedazo de dinosaurio!¡Hala! - Sonrío ampliamente, mas centrado en la emoción de Rafa que en el esqueleto de dinosaurio. Va a ser un buen día si empezamos así. 

Magnus se inclina, acercándose su cabeza a la de su alumno. -Es un barosauro...¿ves ese cuello tan largo? Es porque comían muchas plantas, pero les gustaban las mas aaaaaaltas de todas. -Sonrío, entendiendo enseguida porque Rafa habla maravillas de su nuevo profesor. Es encantador. -¿Como las jirafas? - Magnus ríe, su risa melódica y agradable. -Exacto pequeño, como las jirafas. -Señala entonces otro dinosaurio mas pequeño, uno de los dos esqueletos que rodean al mas grande. -Esos son allosaurus... eran mas pequeños, y mucho mas rápidos que los barosauros... y les gustaba mucho la carne... Se juntaban muchos pequeñitos...-se me acelera el corazón al escucharlo, ¿de verdad va a contarle eso al niño? - y así jugaban con los mas grandes, ¿ves como juegan? - ok, microinfarto número 1. No imaginaba yo de ninguna de las maneras que sería el primero de muchos de ese día. 

Vemos una maqueta gigante de una ballena azul en la zona marina, algunas piezas antiguas de la historia de la humanidad, pequeñas viñetas de la historia americana, como el antiguo oeste o los primeros indios... pero sin duda la parte que incluso a mi, como adulto, me fascina, es la dedicada al espacio exterior. El big bang, el universo, los cientos de astros... la astronomía siempre ha sido algo que ha llamado mi atención, incluso tuve una asignatura extracurricular en la universidad.

El hecho de que Magnus parezca un experto en el tema -como lo ha sido con todo el museo- hace que, sin darme cuenta, esté tan atento a su explicación como el mismo Rafa, dejándome fascinar por todo el escenario que nos rodea, pareciendo que estamos en medio del universo, los planetas tan grandes como nosotros mismos. 

Cuando llega la hora de comer, las energías de Rafael están bajo mínimos. -Esta bien, Bane... esta vez me toca invitar a mi. El que invita paga, y te has saltado la primera regla de las citas. Eso no está bien. -Y si, me anoto un tanto cuando veo el rubor aparecer en esas atractivas mejillas color caramelo.

Daddy, love my teacher!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora