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—¡Oah~!—bostezó la pelirroja.

Ya era jueves, 3 de los cuatro chicos estaban sentados en una de las mesas de la cafetería, esperando el sonido de la campana, para por fin entrar a clases.

—¿Y ese bostezo?—preguntó el albino con cierta curiosidad. La colorada dormía mucho, pero siempre venía con energía al instituto.

—Anoche la vecina colocó música francesa a mil de volumen, mientras jugaba con sus amigos cartas y dominó—volvió a bostezar.

Félix soltó una risita.

El rosa se sentía alegre (demasiado digo yo) El albino había ido a su casillero y no encontró ninguna carta. Por fin se había librado de esa puta.

En cambio, Fede, estaba algo triste. Las cartas decían cosas lindas sobre él, cosa que nadie lo había hecho hasta el momento. Suspiró.

Los Toys andaban algo tristes ese día. La madre de Joy le había informado que Joy se había quitado la vida, por razones que ella no sabía. Félix al verlos hizo una mueca, torciendo algo la boca.

—¿Uh?—el rosa claro miró hacia dónde observaba el mayor, él también hizo una mueca, pero cuando Félix se dio cuenta de que el albino miraba, ignoró a la banda rival.

El resto del tiempo de la hora de la entrada, los 3 pasaron aquel con temas diversos de diálogos.

Cuando sonó la campana, el grupito entró al aula, para esperar al profesor de historia.

(...)

—Oye, Fede, ven—dijo la colorada con tono coqueto, mientras el níveo se le acercaba con su típica timidez.

El aula ya no era aula, era un patio de juegos más. El profesor había faltado y todos los alumnos hacían fiesta. Hasta unos sacaron jarabe para la tos de la enfermería y se drogaron con el, incluyendo la colorada.

El rosa solo observaba la lista de su celular, tachando cada nombre, pues ya había clavado con el admirador.

—Ay, Fede, ¿en serio crees que vas a conquistar a Félix si sigues siendo tan tímido?—volvió a tomar la palabra la pelirroja, acercándose al pequeño, luego le susurró algo al oído, para luego irse y seguir parrandeando. El rosa claro solo se dirigió apenado y sonrojado a su mesa.

—¿Uh?—dijo el ojimar, viendo una pequeña nota dentro de su mochila. Sonrió ampliamente al darse cuenta de que era.

Félix volteó a verlo, inmediatamente frunció el ceño y arrugó su nariz. Apretó los dientes con mucha fuerza.

Mientras Fede leía la carta, soltaba risitas tiernas. Al rosa siempre le gustaban, pero ahora le importaban un comino. Volvió a cometer de nuevo el mismo imbécil error.

En ese momento, toda la drogada clase volteó a ver.

—Uuuuhhh, Fede tiene un admirador, Hahahahaha.

—¡Qué afortunados eres, gordito!

—Seeeeh, ni siquiera mi abuela me ha enviado cartas así, hahaha.

Varias personas se le acercaron y le coquetearon, hací medio burlón.

—Practica tus besos conmigo, Fefi~—dijo una chica de cabello blanco y corto.

o n l y  f o r  M E || Fédix [cover en construcción]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora