Capítulo nueve

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Blair
Mire que Nicholas entró a el departamento y tiro su mochila al piso.
-No me preguntes.- Lo mire más y me di cuenta que tenía la camisa manchada de rosa, parecía un batido.
- ¿ Esta bueno al menos?- el alzó una ceja, no pude evitar reír.
-Eres tan mala.
Comenzó a avanzar y yo alcance a besarle la mejilla y comencé a tratar de sacarle la camisa pero se puso rígido y apartó mis manos.
-Vamos Nick deja ayudar.
- Me meteré a bañar.
Se encerró en el baño, camine hasta el y me senté a esperar que saliera, cuando salió tenía la pijama ya puesta.

- ¿Ya cenaste?-me paso por un lado y traté de alcanzarlo, pero él no se dejó tocar.
-¿Que ocurre?- le pregunté.
-¿Acerca de que?- comenzó a sacar cosas de el refrigerador.
- ¿Porque nunca estas sin camisa?- el me miro alzando una ceja, su humor no mejoraba.
- ¿Te molesta?- cruce para encontrarme con el.
- Me molesta no saber porque te desagrada.
-No es algo que te tenga que molestar.
- ¡Tu siempre quieres saber de mí!
- Claro porque tengo que saber si estás bien.- su voz comenzó a elevarse aún más.
- Tu me pediste que te contara lo de mi familia y lo hice, pero tu no estas dispuesto a compartir nada de ti, se solamente tu edad y tú nombre Nicholas.
- No tienes porque saber más, son cosas del pasado.- dijo secamente.
- ¿Ahora es incorrecto que quiera saber que ocurre contigo?- el no me miro, encendió la estufa y comenzó a cocinar, me quedé parada unos minutos para ver si cedía, pero se mantuvo en silencio.
- Buenas noches.
Me metí a la cama y me tape toda la cabeza, no salen lágrimas de mis ojos, pero sentía el corazón un poquito roto, tener la confianza de que el me escucharía siempre me hace ir corriendo cuando pasa algo, pero ver qué alguien no te tiene la suficiente confianza es triste.
Por la mañana cuando desperté no estaba a mi lado, tenía un día ocupado así que hice de lado como me sentía y me metí a bañar.

Había presentando mi examen de ingreso a la universidad, camine hasta tomar el autobús que me llevaría directo a la cafetería.
En cuanto llegue mire como Willow estaba sentada en la mesa junto a un grupo de amigos, no hice caso y busqué con la mirada a Nicholas, lo encontré tomando la orden a un par de chicas, tome asiento y espere.

-¿Ya comiste?- Mire a Willow.
-Nou, voy llegando.- ella tomó asiento junto a mí.
-Vamos ambas sabemos que tienes como una hora aquí.- la miré.- ¿Ocurre algo con lo el chico gruñón?
-No lo sé el no es capaz de decirlo
- Todo es posible con un buen polvo.- me dijo y le sonreí.-¡No! ¿Es en serio churpia?
-No tengo idea de que sea una churpia.
-Es tu nuevo apodo churpia. Como sea, ¿Sigues siendo vírgen?
- No es algo de lo cual me avergüence, aunque lo intentes.- tome de su limonada
-Bueno entonces dime, ¿cuál es la problema?
-Hay cosas que no se de el, pero no te preocupes, ya lo resolveré.

Cerré la puerta y mire como Nicholas se tiraba en el sofá.
- Se que aún estás molesto conmigo, pero no tengo idea de que hice para que me trates así.
Mire que el cerraba los ojos, me senté en el piso junto al sofá y le acaricie la mejilla.
-Te quiero sin importar lo que te paso hace años.- le dije mientras besaba sus párpados cerrados.
-No es algo de lo que me guste hablar.- su voz sonaba ronca, continue besando su mejilla hasta que me separo un poco para poder hablar.
-Mi madre jamás hablo de mi padre, porque me imagino que ella no sabía quién era. Mi madre fue una chica rebelde, que se metió en problema tras problema y termino embarazada de mi a temprana edad. Pasó por diferentes parejas, hasta que tuvo uno que nos llevó a vivir junto con el, todo parecía ir bien, hasta que demostró quién era realmente, el me golpeaba todos los días, no pasaba uno, pero mi madre no me defendía, y yo era bastante joven, mi madre quedó embarazada, pero el desconfío completamente, aún así no la dejo, siguió con ella, hasta que Leah nació, ella tenia el cabello tan rizado y unos grandes ojos color dorado, era preciosa, por un tiempo cesaron los golpes, así duramos unos años, pero cuando ella cumplió 4 volvió la locura, yo tenía ya 14, ya era más grande, pero no podía defenderla.
Aún así, había golpes muy fuertes que yo recibí. Paul era un mounstro, termino quitándome a mi hermana y también a mi madre, al final ambas descansaron y yo di al orfanato, quedaron cicatrices de todo tipo. Las llevo marcadas en mi alma mi corazón y también en mi cuerpo, no quiero que las veas.
Sus mejillas estaban empapadas y yo sólo deseaba consolarlo, abrazarlo y tenerlo junto a mi.
-No importa que marcas tengas, te quiero completamente.
Bese sus labios, aunque fue casi un roce y comencé a sacar la sudadera que usaba, hasta que llegue a la camisa interior, estaba sobre sus piernas y el me abrazaba por la cintura mientras sentía que seguía sollozando débilmente, se negó a sacarse la camisa pero susurré palabras en su oído para tranquilizarlo.
Al final aflojo un poquito su agarre y fui capaz de sacar su camisa.
Tenia cicatrices regados por su torso desnudo, lo abrace y le besé, sus labios salados cubrieron los míos, mientras me abrazaba fuerte.
-Esto no reduce su valor.- le dije.- Aún puedo venderte.- el golpeó mi trasero mientras sonreía.- Eres increíblemente guapo.
- Por eso me quieres.
- Y porque me das comida.- el nego divertido.- Es verdad.- le tome por las mejillas .- Eres increíblemente guapo, el hombre más guapo físicamente y tu personalidad y cada una de tus cualidades es justamente lo que necesitaba, justo lo que siempre desee.- sus ojos se volvieron cristalinos y sus mejillas volvían a empaparse.
- Gracias Blair, jamás me habían mimado tanto.- me abrazo de nuevo. Y fue cuando me di cuenta que mi asombroso novio nunca había recibido el amor que merece.
Pero eso era algo que cambiaría.

Hola, ¿Cómo están? Les cuento que he tenido unos días terribles, pero me siento tranquila de poder compartir algo rápido con ustedes.
Cuénteme ¿que tal les va?
Besos

Mi Pequeña.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora