Capítulo uno

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Blair
Todo parecía pasar de manera muy rápida.
Ellos no estaban.
Yo estaba sola.
¿Qué haría ahora?
La arreglada mujer de servicio social tomo mi mochila, mis papeles y me tomo por el codo jalandome de una manera muy sutil.
Abrió la puerta de la camioneta blanca y me indico que subiera.
Manejo por un buen rato, no me importaba a donde iba, de hecho no me importaba si de su vieja bolsa sacaba una pistola y me disparaba y me dejaba tirada en medio de la carretera.
Justo en este momento no me importaba nada.
No podía ni soltar una lágrima, junte mis manos y las oculte debajo del pesado abrigo que llevaba, que ya estaba un poco rasguñado un poco viejo.
Mire la punta de mis botas negras, no levanté la vista en ningún momento, no hubo palabras incómodas de su parte, no dijo nada, ella sólo se concentro en manejar y mentalmente se lo agradecí.
Sentía que había cerrado los ojos cuando de pronto la camioneta se detuvo y mire un edificio viejo, ella bajo y yo abrí la puerta dispuesta a bajar.
Era un día nublado, las grises nubes hacían ver aún más atetesdor al edificio.
- sígueme
Sin decir ninguna palabra la seguí, me puse mi gastada mochila en el hombro y la seguí con pequeñas zancadas.
Cuando entre había diferentes salones, como si de escuela tratara, ella siguió de largo y yo tras ella, llegamos a una oficina, ella entrego los papeles que traía en la mano, que eran mis papeles y se retiró sin decir nada. La seguí con la vista hasta que la ví salir por la puerta por la que hace nada entramos y la cerro, dejándome sola...
Sola otra vez.
Blair, tienes 16 años estás sola y si, eres huérfana, acostumbrate.
Me gruño mi cabeza, en ese momento solo quería sentarme y llorar...

Cuando me asignaron una habitación, si a eso se le podría llamar asi, entre y mire a muchas jóvenes, ninguna me prestó atención, deje mi mochila en el piso me acosté en la pequeña cama, los resortes crujieron me tape y lloré, lloré hasta que me quedé dormida, nadie dijo nada nadie miro y claro, nadie llegó a consolarme.

La mañana siguiente al despertar mire cuántas chicas había en la habitación, eran unas 5, todas ellas de unos 17 años, entre ellas hablaban.
Baje los pies de la cama y me di cuenta que nisiquiera me había quitado las botas, busque mi mochila y no estaba. La búsque con la mirada y la encontré, sobre la cama de una chica el triple de grande que yo, en esa situación me di cuenta que podría pelear por ella o simplemente resignarme.
- es mi bolso- le dije y traté de que mi voz sonara neutral, pero ésta se quebró con facilidad.
La chica afroamericana volteó a verme de arriba abajo y di un paso atrás.
-chica, acepta las cosas como son, ahora me pertenece.
-¿ no me la regresarás?- mi voz estaba tan quebrada que me dió vergüenza
- no- dijo- a menos que tengas algo más que darme
- sólo quiero...
- lárgate-me grito, mi respiración se cortó y comencé a sentir mojadas mis mejillas-¿ Quieres llorar más?, Entiende algo, estás aquí porque estás sola, todas lo estamos acostumbrate a ello, deja de llorar, esto me pertenece.
- Por favor...
Su mano jalo mi cabello tan fuerte que pensé que esté se desprendería de mi cuero cabelludo luego sin más me aventó al piso

Ese fue mi primer día en una casa hogar, sin embargo no fue el último, después de múltiples casos de bullying hacia mí me mandaron de una a otra casa hogar y tienen que entenderlo, ninguna de ella es buena

Mi Pequeña.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora