Carolina

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Pasando varios ante la puerta,
dedicaban miradas arpías los de sesenta
y ella indiferente ante la revuelta
soreía, miraba, hablaba resuelta.

Increíble era
aquella niña de rubia cabellera
¡cómo podía enamorar la vista
con solo una sonrisa!
Era primavera.

Sol y luna blanca,
ella era ambas;
cálida y pura,
lozana su alma.
Alma blanca,
dulce rocío,
gorrión divino
que entra cantando luz en el pecho mío.

Poesía Pineal: Res Cogitans.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora