Trampa Sutil

De vuelta al Café.

Cuando los oficiales me arrojaron del auto de policía con el reloj rastreador, pensé que no sería una buena idea seguir a pie hasta la Blackford 271. Los polis nunca fueron buenos dando en el clavo, por lo que era muy probable que mientras ellos se dirigían hacia allá, el que le disparó a Enya estuviera huyendo en otra dirección; tal vez, una totalmente opuesta.

Además, mi trabajo era atrapar al culpable de la muerte de la Sra. Davis, no la de Enya; aunque ambas muertes podrían estar estrechamente relacionadas y la respuesta de una me podría llevar a la otra. Necesito pensar un poco, no me caería mal volver un rato al Café.

Fue en ese momento cuando me dirigí al Café y me volví a encontrar con Sofi que también estaba llegando.

―Veo que has tomado un receso ―le dije.

―Sí, es que se me presentó una emergencia y pedí un permiso rápido para resolver ―contestó Sofi.

―¡Ya veo! ―afirmé. Pues parece que has resuelto la emergencia... muy rápido. Sírveme una limonada por favor.

―Acabo de llegar, Charles, todavía no estoy atendiendo las mesas. Pero te mandaré a otra camarera con la orden.

―¡Gracias! Por eso me gusta venir por aquí.

[Suena el televisor con las noticias de la hora:]

«En las noticias locales de última hora: un grupo de oficiales de policías detienen a un sospechoso del disparo que mató a la Srta. Glenn, pero luego de inspeccionarlo e interrogarlo lo descartan como posible sospechoso. El caos y el pánico reinan en Edimburgo esta mañana por la incertidumbre de saber que hay al menos un asesino suelto en nuestro medio. Las autoridades afirman que la situación está bajo control...»

―Lo sabía, como lo imaginé: mientras los policías corrían por el camino equivocado, el verdadero responsable se escabullía sin ser percibido como sospechoso.

Entonces pensé: «Uuppss!!! Sí, es cierto, con este reloj puesto pueden estar escuchando lo que dijo. Pues no me queda otra opción, este caso hay que resolverlo».

―¡Sofi!, ¿quién me trae mi limonada?