|Capítulo 1 - Ya no es suficiente lamentar|

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5 de Febrero del 2001, León, Guanajuato, México. Nace un pequeño ser,  al que sus padres deciden llamar Alejandro.  Alejandro era (ya no creo que lo sea) el más grande orgullo de su padre, y la ilusión más linda de su madre, de quien esperaban el mejor futuro que le pudieran brindar. Ese día todo fue perfecto, pero lamentablemente esa "perfección" se fue diluyendo con el paso de los años.

16 años después nos encontramos con un Alejandro más maduro, un poco más centrado, parcialmente más responsable (con lo que le gusta). Al parecer esto es una señal de que la vida le sonríe. Pero hay un suceso que le hace recordar muchas cosas: Un día el profesor Josué Uribe llevó a Alejandro y a su grupo a una representación de Miguel de Cervantes Saavedra, y no se si haya sido por el humo, las luces que lo deslumbraban, o inclusive el ataque de sueño que le dio, pero algo colapsó dentro de él. Terminando la presentación se dispuso a irse del colegio, a tomar el mismo camino que toma diario, ese camino que conoce perfectamente, que es habitual en él. De la nada, la presencia de una persona que había sido la más influyente en él, lo hace perder un poco el control del vehículo, que por poco lo hace cometer un accidente mortal.

Regresemos a Enero del 2015, a mitad de ciclo escolar, Alejandro por distintos motivos tiene que desprenderse de su ciudad natal, donde dejó su escuela de toda la vida, a su casa y a sus más grandes amigos. Aterrizó en un ambiente totalmente contrario del que estaba acostumbrado, a una ciudad que tachaba de rancho (sigue haciéndolo), en conclusión a una nueva vida. Él llegó con unas expectativas realmente muy bajas, muy inconforme con la decisión de su madre por obligarlo a cambiar de ciudad, hasta un punto, estaba molesto. Su primer día fue más raro de lo que pensaba, tuvo que presentarse en plena explanada ante unos alumnos que hasta cierto punto se comportaron como zombies, dentro de esa camada de zombies brillaron unos ojos, unos grandes ojos marrones, que inmediatamente atrajeron la atención de Alejandro.

Alejandro en sus primeras horas de clases se veía un poco incómodo, no tenía la mínima idea de como comportarse ante sus compañeros, él como en todas las situaciones tenía una actitud valemadrista y muy callado. Ante él se presentaron esos grandes ojos que lo deslumbraron en su presentación ante todo el colegio, ésta joven se presento como Laura, que inmediatamente disparó una serie de preguntas, más por educación que por interés, a las cuales Alejandro contestó sin ningún problema. Terminando su ultima pregunta, ella se dio la vuelta y regresó por el mismo camino por el que llegó, Alejandro quedó insatisfecho, pues, realmente disfrutó esos 5 hermosos minutos que pasó junto a la chica que le había robado el corazón. Ahora que lo analizo, que pendejo fue, lo único que provocó fue distraer toda la atención que total o parcialmente tenía de sus clases, para enfocarlas en "Los bonitos ojos cafés".

A partir de aquí, empieza una etapa en "El mundo perfecto de Alejandro" dónde dentro de sus planes estaba el declararle su amor a esta tal Laura (Para éste entonces ya pasaron entre 2 y 3 meses que la conoció).

Muy a su estilo, Alex tomaba decisiones basándose en sus amigos o cualquier persona con quien lo haya comentado. "¿Le digo o no le digo?" fue la pregunta más sonada en prácticamente toda la escuela. Las respuestas estaban muy divididas, desde esos "amigos" que te son fieles a la hora de hacer tu cometido, pero que al mismo tiempo se alejan cuando es hora de recoger los pedazos rotos. Digamos que dentro de la encuesta estaban 60% a 40% a favor de "Sí, hazlo"

Ese "Sí, hazlo" era lo último que le faltaba para empezar su plan, consiguió motivación, agallas, ideas, dinero, un organigrama, etc.

TODO ESTABA LISTO PARA EL GRAN DÍA

Los Malaventurados No LloranDonde viven las historias. Descúbrelo ahora