|Capítulo 2 - 10 AM|

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  "Tu linda cara no sale de mi mente
Jugando soccer o en el colegio
Sobresales de toda la gente
Solo pienso en ti."  
"Buen Día" - "PXNDX"

  Eran las 6 de la mañana, Alejandro despertó como cualquier otro día, se bañó, desayunó, preparó su mochila e hizo todo lo que hace habitualmente todas las mañanas. Pero ese día no iba a ser como cualquier otro. Ese día Alejandro estaba preparado para dar un gran paso hacía adelante, ese día le iba a declarar su amor a "Ojos bonitos". Lo tenía todo listo hace días, estuvo cortejándola constantemente, le enviaba rosas, cartas, le dedicaba canciones, dedicaba más tiempo pensando en ella que pensando en él. El hecho de declararse parecía mero trámite para los que le estuvieron ayudando en todo el proceso. Él dentro de toda su confianza sabía que existía un posibilidad de que no saliera como lo planeó.

En cuanto llegó al colegio, la vio, con una cara poco habitual en ella, parecía estar un poco incómoda mientras hablaba con él. Desde ahí empezamos mal, pues ¿cómo iba a lograr citarla para verse en aquel jardín? Si ella ni siquiera parecía tener la mínima intención de hablar con él.
Regresamos a la actitud valemadrista de la que les he comentado, le pidió a una de sus mejores amigas que le "tirara paro" y la llevara por "casualidad" hasta aquel lugar. Ella, a fuerza o no, terminó llegando justo a tiempo.

10 AM, ni un minuto menos , ni uno más. Él moría de nervios, acompañado por sus achichincles de aquel entonces, quienes eran o siguen siendo un trío de imbéciles que han cambiado bastante con el tiempo, pero a fin de cuentas imbéciles. (No son importantes en este momento de la trama).
La vio llegando a lo lejos, con plato en mano, acompañada por  2 amigas de toda la vida, quienes prácticamente la arrastraban hasta él, él recordaba las palabras que le iba a decir, la forma en que iba a intentar ocultar sus nervios. En su mano derecha, una rosa; la más hermosa que encontró en la florería frente a su casa, recortada a la medida, acompañada de un hermoso moño rojo. Y en su mano izquierda, un peluche; el más pinche que pueden imaginar, feo pero feo así con ganas, fue comprado la noche anterior, pues se le ocurrió que fue una buena idea, lo cual no fue, bañado en medio litro de su perfume, pos pa' no perder el toque romántico.

Se encontraron frente a frente, le recordó lo hermosa que se veía y le dio la rosa, ella la aceptó con cara de inconformidad y pena ajena. Alex le extendió la mano, ella dejó el plato en un tronco que había a un lado y se la entregó. Por fin, con su corazón latiendo a más no poder, con una respiración semi-cortada, sintiendo un nudo en la garganta, citó las siguientes palabras: "Sé que puede ser muy repentino esto, pero tengo que confesarte que me gustas demasiado, que no he podido dejar de pensar en ti, me traes todo pendejo. Ya, ¡ya lo voy a hacer!, ¿Quieres ser mi novia?"...

Ella bajó la mirada, se quedó callada por unos momentos que para Alejandro fueron los más eternos del mundo. "Sabes que te quiero mucho, pero no me siento cómoda con esto, han pasado muchas cosas, y no creo estar para tener una relación en estos momentos, lo siento mucho, sólo dame tiempo y te responderé". Así como terminó de pronunciar su última palabra, se dio la vuelta y se marchó. Dejando a Alejandro con ese tan feo peluche en mano y una de las peores tristezas que ha sentido en la vida, le habían roto el corazón, habían roto su alma, su constante sonrisa se había extinguido y así permaneció por un largo tiempo...

Ok, ya que apreciaron lo anterior, déjenme decirles que eso nunca ocurrió, que sólo fue la idea que cualquier persona con estas características puede esperar de una situación así. Ella le sonrió,  con esos grandes ojos cafés que lo deslumbraban, le dijo que si, se aventó a sus brazos y se besaron ante la presencia de sus achichincles, quienes no desaprovecharon el momento para hacer el ridículo y empezar a chiflar.

Así fue como Alejandro había podido conquistar a la chica "de sus sueños", a la persona con quien compartiría hermosos momentos, todo era felicidad, amor. Nada podía arruinar ese momento. Bueno... si había alguien, ella.

Los Malaventurados No LloranDonde viven las historias. Descúbrelo ahora