|Capítulo 6 - Perderme en ti|

13 1 0
                                    

"Y nadie lo buscaba, y nadie lo planeó así
En el destino estaba, que fueras para mi
Y nadie le apostaba, que a que yo fuera tan feliz
Pero cupido se apiadó de mi."

"Amor del bueno" - Reyli Barba  


Bueno, para el punto en el que estoy escribiendo esto me he dado cuenta que estoy perdidamente enamorado de ti. Enamorado de tus lindos ojos, de esa esplendida sonrisa de oreja a oreja que con solo presenciarla eres capaz de alegrarme los días.

Yo no tenía contemplado llegar a enamorarme de alguien por el momento, pues, no lo veía conveniente basándome en mi experiencia pasada, donde deje de realizar cosas por mi por tratar de complacer a la otra parte. (Esto no tiene cabida aquí, no entiendo porque lo sigo mencionando). Lamentablemente para mi ideología, llegaste tú, como una bendición, llegaste para recordarme los valores de como tratar a una mujer que me inculcaron de pequeño, llegaste para hacerme ver que los pequeños detalles; por más pequeños que parezcan cuentan mucho. Volviste a hacerme sentir esas cosquillas en el estómago por el simple hecho de pensar en ti y vivir con un constante nervio sólo por estar a tu lado (físicamente). 

Aunque parezca bastante tonto o como tipo cliché tengo que admitir que no he dejado de pensar en ti día y noche (literalmente), he llegado al punto de tener la idea de mandarte un mensaje entre 3 y 4 de la mañana para pedirte que me mandes a la chingada y así dejarme dormir, pues es de despertar por ti no está cool.

No te estoy culpando,  si de alguien es culpa será de este pendejo que está escribiendo esto =)


- ¡Alejandro!, ¡Alejandro despierta!

- Hmmm... ¿Qué pasó?

- Te volviste a quedar dormido en clase.

- Lo siento profe los últimos días no han sido muy buenos que digamos.

- ¿Todo bien? ¿Puedo ayudarte en algo?

- Ojalá pudiera, luego se me pasa, gracias.

- Bueno, cualquier cosa, sabes donde encontrarme.

- Gracias.

- Ahora sal y toma un poco de aire fresco, puede te sirva de algo.

Alejandro salió del salón y vio algo que creyó imposible de ocurrir, la vio, justo frente a él, recargada en un pilar, con una mirada totalmente perdida. Se talló los ojos pues no podía creer lo que estaba viendo, eran esos "ojos bonitos" que habían abandonado su vida ya hace un largo tiempo.

Se acercó temerosamente al pilar mientras algunos de sus compañeros lo observaban con temor y otros con bastante humor. Una situación donde se escuchó de fondo "¿Qué rayos está haciendo éste wey? Jajajaja." Él nuevamente se talló los ojos y ante su vista la silueta de los "ojos bonitos" desapareció.



Los Malaventurados No LloranDonde viven las historias. Descúbrelo ahora