5. ¡Lesbiana!

4.8K 362 113
                                    

Apenas Vic y yo pusimos un pie dentro de nuestra clase, el profesor Jefferson se paró de su escritorio.
-¡No puedo creerlo, tenemos una nueva estudiante! ¡Alumnos, por favor presten atención!
No hacía falta que le dijera a todos que se voltearan a verme, ya que de todas formas no había UNA persona que no estuviera haciéndolo. Se escucharon silbidos, gritos y descarados "piropos" que el profesor frenó después del tercer o cuarto grito pidiendo que se comporten correctamente.
-Natalie, ¿verdad? Preséntate a la clase, por favor. Imagino que todos estamos igual de intrigados en saber cómo terminaste en un internado de estas características.
Estaba increíblemente incómoda. Puedo hasta decir que prefería estar en mí casa, con mis padres, a estar aquí.
A este punto, todos (incluido Vic) estaban sentados menos yo.
-Mmm, soy Natalie Parkson, tengo 16 años y vengo de Brooklyn. Mis padres decidieron enviarme a un internado ya que era... un tanto desobediente. Me enteré al llegar que sólo estudian hombres aquí.
Un chico levantó la mano. Tenia el pelo castaño claro y los ojos del mismo color. Estaba sentado en el último banco, balanceándose en su silla con una sonrisita burlona.
-¿Si, Harries?
¡¿Harries?!
-Señorita Parkson, le faltó decir algo en su presentación.
Me atacó un pequeño escalofrío antes de responder "¿Qué?"
-Su número de teléfono.
Se escucharon risitas por lo bajo de parte de la clase y yo me sonrojé como nunca antes.
-¡Harries, compórtese! ¡No tiene ni un poco de respeto por su compañera, ni por mi que estoy delante de usted!
Riley Harries alzó las manos como si dijera ¡yo no hice nada!.
-Disculpeme por eso, Parkson, puede ir a sentarse.
Tras la disculpa del profesor, me senté en una silla junto a la de Vic.
-Estúpido Harries.- Le susurré.
Rió ante mí comentario y leí en sus labios un "te lo dije".
Las horas pasaban mientras sentía la mirada de todos sobre mí. A cada parte que veía, había alguien mirándome. Y cuando lo veía me sonreían, guiñaban un ojo, me tiraban besos y demás cosas. Actuaban como si nunca hubieran visto a una mujer en su vida.
Hombres- pensé.
Al sonar la campana que daba por finalizado mí día, caminé por los pasillos del instituto hasta que sentí un dedo tocándome el hombro izquierdo. Recordé una vez, volviendo a mí casa desde lo de Anne, mí amiga, en la que sentí que tocaban mí hombro izquierdo y robaban mí celular del bolsillo derecho. Muy astuto.
Esta situación había sido igual a esa, así que rápido toqué mi bolsillo derecho. Este tenía un papel:
Mike
13 8626 9537
No conozco a ningún maldito Mike.
Miré a todos lados tratando de descifrar quien fue. Me encontré a un chico de cabello despeinado color rojo carmesí. Noté que era él porque, aunque debo admitir que muchos no dejaban de mirarme, nadie dejaba de caminar para hacerlo a excepción de él.
Corrí la mirada y continué mí camino hasta mí habitación.
Abrí la puerta y me encontré con una habitación pequeña en la que había una cama de una plaza prolijamente acomodada, un armario para poca ropa y un escritorio de madera con una silla y una lámpara en él. Esperaba menos.
Me tiré en la cama boca abajo. Estaba agotada. No tenía demasiadas expectativas de este lugar, sólo quería escapar de mis padres. Ahora no los tengo a ellos tratando de observar cada uno de mis pasos pero si a todos los alumnos de este maldito internado. ¿Acaso no me pueden dejar tranquila?
Escucho a alguien tocando mí puerta.
-Toc toc, ¿me abres?
Era una voz conocida, pero no pude reconocer quién era.
-¿Quién es?- Pregunté al mismo tiempo que abría la puerta.
Era Tyler, el hermano de Troy.
-En serio espero que me recuerdes.- Rió.
Estaba muy confundida. No entendía que hacía Tyler en mí habitación teniendo en cuenta lo poco que habíamos hablado.
-Claro que te recuerdo, Tyler. Nos conocimos hoy.- Dije como una total obviedad.- Ven, pasa.
Entró como si fuera su propia habitación y se sentó en la cama.
Cerré la puerta detrás de mí. En este instituto no tienen problemas con la privacidad de las habitaciones por ser todos hombres.
Me quedé parada a una distancia considerable de dónde estaba él.
-Siéntate, juro no morderte.
Largué una falsa risita y me senté a su lado.
-Sólo vine porque quería conocerte un poco más. Compartimos hoy en la cafetería, pero no compartimos ninguna clase ni volvimos a vernos.
-Está bien -Dije incómoda-. Me sorprendió que tocaras mí puerta, pero no me molesta que estés aquí.
-Me alegro entonces -Sonrió-, porque quería decirte algo.
-¿Decirme que?
Oh, por dios. Oh, dios, Oh, dios. Me va a dar un infarto, me va a dar un infarto, me va a dar un infarto.
-En serio sos muy hermosa.
ME VA A DAR UN INFARTO.
-Mm, bueno. Gracias, supongo.
-¿Sólo "gracias"? ¿Ningún "Tyler, no puedes ser tan bello"?- Dijo riéndose e hizo que yo también riera y me tranquilizara. Así y todo, no le respondí. No sería del todo una mentira si se lo dijera, pero no tenía la  mínima intención de hacerlo.
Si bien muchos hombres pueden parecerme lindos, no soy el tipo de chica que trata algo con ellos. De hecho, no trato nada de nada. Y no lo hago porque no me importa mucho con sinceridad.
-Dime entonces Natalie Parkson, ¿cómo fue tu primer día?
-Ugh, bastante malo.
-Soy todo oídos.
No quise entrar en detalles.
-Todos voltean a verme, me tienen cansada.
-Eso pasa porque eres muy hermosa, pero no tienes de que preocuparte.
No le respondí y seguimos hablando de temas triviales y riéndonos de cualquier cosa por casi una hora.
Era extraño, pero la pasaba bien a su lado. Y todo comenzó con él en mí puerta.
-Nat, debo irme.
-No importa, nos vemos mañana.-Respondí sonriente.
-Espera, no me puedo ir sin hacer algo.
Sentí sus labios sobre los míos y su palma sobre mí mejilla muy rápidamente.
Me separé de golpe.
Era mí primer día en el instituto, no me podían estar haciendo esto. Pensé que había encontrado a alguien con quien pasar un buen rato sin que traten de estar conmigo.
-¡¿Qué estás haciendo?!
-Disculpe dulzura, no sabía que fuera ilegal. - Y posó su mano sobre mí muslo.
Estaba nerviosa. Demasiado nerviosa. No podía pensar ni reaccionar.
Creo que voy a desmayarme.
-¡Soy lesbiana!
¡¿Por qué dije eso?!
Me paré de golpe y Tyler parecía haber visto un fantasma.
-Creo que debo irme... lo siento, Nat.
Abrió la puerta y se fue cerrandola tras de sí con la cabeza gacha.
De hecho, puedo sacar provecho de esta situación. Si en el internado todos piensan que me gustan las mujeres, me  dejarán vivir en paz.
Sólo espero que esto resulte bien.

"Lesbiana" en internado de HOMBRESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora