3. Escuela de, ¿hombres?

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-Llegamos a destino, bajen despacio y tengan cuidado.
Todos en el micro bajamos.
Yo sentía que iba a desmayarme, mis piernas temblaban como nunca y comencé a sentir que mi estomago estaba doblándose en dos.
Salí de la estación y camine dos cuadras hacia una parada de autobús que me llevaría ya a mi destino.
Luego del viaje, me baje de este y contemple la escuela en la que entraría, con mis valijas en mano.
Era enorme y se notaba que tendría unos veinticinco años o más.
Intenté no pensarlo demasiado y entrar.
Al apenas poner un pie dentro de esa institución todos en ella miraron hacia mi y no pude evitar notar algo.
Hombres.
Hombres, hombres, hombres; por todos lados.
Pensé que quizá las mujeres estarían por otro lado o algo así y me dirigí hacia la Dirección para que me dieran mis horarios.
Al entrar, veo a un hombre de estatura mediana, canoso, y bastante regordete sentado y mirando unos papeles en su escritorio.
-Oh, eres tu. Parkson, ¿verdad? Sé que esto ha sido muy complicado; que te hayan mandado un instituto en el que sólo concurren hombres debe ser difícil, pero no tienes que pensar en esto. Estoy seguro de que podrás integrarte con facilidad a todos nuestros alumnos. Yo no quiero tirarte abajo, para nada, es todo lo contrario; quiero que sepas que vas a poder adaptarte en esta institución fácilmente porque todos son muy buenos chicos.
Me largó todo eso en unos quince segundos de la forma más rápida posible.
-Espero tenga una buena estadía, Parkson, y que tenga buenos días.- y dirigió nuevamente su mirada hacia los papeles.
Estaba desconcertada, ¿escuela de hombres? Y entonces, ¿como pude entrar?
-¿Esto... es una escuela de hombres?
Me miró de nuevo y dijo:
-Sigues aquí; bueno, te responderé, esto no es una escuela de hombres, pero comenzó a llenarse cada vez más de estos así que es considerada una "escuela de hombres" para la gente de alrededores, pero no, no lo es realmente. Espero tenga una buena estadía, Richards, y que tenga buenos días.
-Soy Parkson, señor. - fue lo único que pude decir.
-¿Parkson? ¿De verdad? Bueno, espero tenga una buena estadía, Parkson, y que tenga buenos días.
Me sentí completamente perdida, pero aún tenía algo que decir.
-Tengo una pregunta.
-¿Si? Espere, es usted de nuevo. Digame, Jackson.
-Es Parkson, señor.- repetí.
-¿Parkson? Interesante apellido, diga su pregunta.
-¿Son habitaciones compartidas?- eso era lo único que me interesaba, me rehusaría a dormir con hombres.
-Si, lo son.
Literalmente, lo único que pensaba era en las ganas infernales que tenía de correr hacia mi casa. Estaban locos si pensaban que dormiría con otros chicos.
-Pero con usted se hará una excepción y tendrá una habitación individual.
-Dios mío, gracias Jesús.
-¿Alguna otra duda?
-No, ninguna. - respondí seca, con ganas de buscar mi horario.
-Entonces, espero tenga una buena estadía, Williams, y que tenga buenos días.
Y bajo por milésima sexta vez la cabeza a su escritorio.
-Parkson.
-Claro.- respondió sin siquiera mirarme.
Simplemente me di vuelta y me fui a buscar mis horarios, que me entregarían en Administración.
Al buscarlos, fui hacia mi primer clase, Historia.
Al entrar, noté como todos mis compañeros me miraban con la boca abierta; hasta a uno se le cayó el lápiz al piso de la sorpresa.
Enseguida se comenzaron a escuchar murmullos y el profesor que había delante los hizo callar de un grito.
Este miro hacia donde me encontraba, y me dijo donde debería sentarme.
Tuve que ir junto a un chico castaño de unos hermosos ojos marrones.
-Buenos días, señorita, Troy Herrera, a su servicio.
Sonreí ante la forma en la que me habló, y comencé a sacar las cosas de mi mochila.
Sentía su mirada clavada en mi.
Lo miré y enseguida dirigió su mirada hacia otro lugar. Aunque a los segundos volvió a mirarme, asi que aproveche para preguntarle.
-¿Hace cómo cuánto tiempo que no entra una mujer en este colegio?
-No lo se realmente, creo que hace unos cuatro años entró una llamada Allison, aunque ese mismo mes se fue.
-¿Debería preocuparme?- pregunte algo divertida.
-No. Si soportas lo que ella soportó, estarás bien.
-¿Lo que ella soportó? Oh, dios, ¿ahora si tengo que preocuparme?
-Un poco.
-¿Qué le pasó?- Me daba mucha curiosidad el hecho  de que me hablara de esa forma sobre la estadía de esa chica en la escuela.
-Ya sabes... "estar en una escuela de hombres es complicado pero, cuando es un internado, se siente como si fueras la única mujer que existe; así que todos tratan de estar contigo."
-¿Y eso?
-Esa frase me la dijo ella. Ella era una chica tranquila, no solía andar con chicos y demás, así que el excesivo interés de estos en ella la volvía loca.
No sabía que sentir, así que no sentí nada. Literalmente, no sentí nada. Lo único que sentí fue a mi conciencia hablándome: '¿Te pasará lo mismo?'.
-Pero bueno -prosiguió-, así somos los hombres, ¿no?
-Si... insoportables.

"Lesbiana" en internado de HOMBRESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora