Capítulo ocho: Su propio encanto.

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Estaba en la cocina preparando el almuerzo, moviéndome de aquí para allá formando un ajetreo con las cucharas, los cubiertos, los vasos, las salsas. De todo. Había cogido la manía de que cada vez que iba a cocinar sacaba como cinco cucharas para cada cosa diferentes y luego las tenía que lavar. Algo sumamente fastidioso que tenía que corregir.


Frente a mí, en el fregadero donde estaba lavando algunas de las cosas que utilicé, había una ventana grande por donde pasaba el viento cálido del medio día, estaba completamente explayada y me daba una vista panorámica del inmenso lago y el muelle. Suspiré. Vivir aquí era como un sueño y hacía demasiado tiempo que yo no salía a correr por el bosque.


Parando toda actividad, mis ojos se concentraron en el horizonte, donde en las aguas claras caían los rayos del sol. Éste día especialmente era más cálido y tenía una idea de porqué

.

—¿Qué piensas, Jiminie? —inquirió Yoongi apretándome la cintura por la espalda. Depositó un beso en mi cuello y me dio otro bajo la oreja, haciéndome cosquillas.


—Todo esto... nunca pensé que me sentiría así tan pleno —contesté sin voltearme. Su calor corporal me daba muchísima paz y me aceleraba el corazón tenerlo tan cerca.

—¿Y te gusta estar así? ¿Conmigo?


Sin que Yoongi me vea, mi entrecejo se arruga y mi ceño se frunce ante el cuestionamiento y por el leve tinte de miedo en él.


—¿No es algo obvio, Yoongi? —me volteo hacia él, dándole la cara con mi mandíbula apretada— Hemos estado juntos por muchísimos meses, salí de mi hogar de casi toda mi adolescencia para venirme a mudar aquí, a ésta casa y sólo contigo. ¿Ves que me estoy quejando acaso? No, no lo estoy haciendo, porque con tan solo estar junto a ti ya me siento feliz, completo y no me hace falta nada más que me ames y que no dudes de eso nunca porque más que ser parejas destinadas, somos dos personas que están una sumamente enamorada de la otra —suavizo mis facciones cuando el brillo de una lágrima nace en uno de sus ojos. Me achica el corazón de ternura verlo así y no puedo más que abrazarlo y demostrarle todo el amor que siento por él en un gesto tan poco pero significativo.


—Eres un omega cursi, ¿lo sabías?

Gruño en su pecho, acurrucándome en él buscando su calor.

—Y tú eres un alfa gruñón —pero te quiero y lo nuestro será para siempre.

Yoongi suelta una carcajada poco ruidosa y me envuelve aún más con sus brazos, depositándome un montón de besos en la oreja y en la curva de mi cuello.



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—¡No, mamá, deja de decir tonterías fantasiosas! Eso es... es imposible en todo sentido. Creí que se referían a adoptar no que yo... —masajeé el puente de mi nariz con rogándole a la Diosa Luna un poco de paciencia, calmando el acelerado latido de mi corazón. Noté el temblor de mis manos e intenté serenarme, porque en estos días a mamá se le había dado por creer en leyendas y mitos de no sé qué de los lobos omegas y me tenía las pelotas hinchadas de tanta porquería histórica— Mira, Yoongi viene del trabajo dentro de una una hora y tengo que preparar el almuerzo. Te hablo en la semana.

LOVERWOLF [YOONMIN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora