LOVERWOLF [YOONMIN]

Capítulo cuatro: Sinceros. (Leve)

«Pensamientos» entre diálogos.

Ej: —¿Te gusta el pan caliente?«Porque a mí sí, grr». Mi mamá acaba de hacer. 

------♡------

Despierto con la sensación de algo soplando en mi oreja, gruño y lanzo un manotazo sin abrir los ojos.

—Jimin —escucho junto a un aliento caliente envolviendo mi auricular.

—Déjame paz, quiero dormir —balbuceo contra la almohada con olor a lavanda colándose por mi nariz.

—Tienes que ir al trabajo.

¡Caracoles, es cierto!

Me paro como un rayo de la cama, consiente de mi desnudes y de la presencia de Yoongi en mi cuarto. Corro hacia el baño para lavarme los dientes y vuelvo renovado hacia mi cama y lanzarme junto al alfa que me espera.

—¿Dormiste bien? ¿Te pateé o algo? —pregunto con algo de temor, abrazándolo por la cintura, mi cabeza reposando en su vientre.

—No —contesta llevando una mano para acariciarme el cabello y se siente tan bien. El clima y nuestra aura era tan íntima, me encantaba estar así.

—Eres mi alfa, Yoongi —suelto de la nada y contrario a lo que pienso de su reacción, él me maneja hasta que yo quede en sentado cómodamente en su regazo. Lo miro a los ojos, intentado descifrar su mirada oscura pero no lo consigo y me decepciono—. ¿No te gusta que yo sea tu predestinado? —mi voz no tembló ni bajó su tono pero mis ojos picaron a la espera de su respuesta.

—Yo estuve consiente de eso desde que me subí a tu auto. Tú olor al principio me descolocó, se supone que eso diferencia a los demás lobos de tu pareja y mi poco auto control por ti ayer me hizo dar cuenta de eso. No estaba preparado para ti, ni siquiera tengo un hogar estable.

—Te puedes quedar conmigo todo lo que quieras —dije inmediatamente—, pagaremos la renta juntos y no habrá problemas.

—No estoy seguro, se supone que yo soy el...

—Ay, no, no en ésta casa, Min Yoongi —lo fulmino con mi mirada—. Aquí no habrá nada de comportamiento de machote. «Aunque en la cama te lo permitiría, corazón». Tanto como tú yo también tengo un pene y bien grandecito, ambos somos hombres y que yo sea omega y tu alfa no nos hace diferente. ¿Me oíste?

—Sí, sí —asiente regalándome una sonrisa de ternura—. Eres mi lindo omega y me siento afortunado.

—Ya —me sonrojo cuando ahueca mis mejillas con sus grandes manos—. Voy a alistarme, si quieres sigue durmiendo.

Y por favor no me mires así, joder, que me empalmo.

Antes de que mi baje de su regazo, el coge mi mentón y me besa profundamente, usando su lengua para hacerme delirar desde tan temprano.

—Ahora sí —me da otro beso y me deja ir. Camino hacia el baño y al llegar al marco de la puerta, observo como se acomoda en mi cama y se vuelve a dormir con rapidez. Mi corazón se achica de manera extraña y sé que ya mi alma está reaccionando a él.