capítulo once.

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11 | , anhela



josh está harto.

está harto de que todos los hombres se alejen de él cuando se están cambiando, está harto de que todos se marchen cuando él entra a las regaderas, está harto de que su padre le mande al psicólogo, está harto que le miren con asco, está harto de que todo mundo le evite.

está harto de vivir.

pareciera que nada va a cambiar,
pareciera que todo mundo desea eso.

les evitaría a los chicos tener que retirarse cuando el entra a los casilleros o bañeras, le evitaría la molesta y desagrado a su padre de verlo, evitaría tanto.

tyler no ha vuelto.
tyler no le importa cómo se siente.
tyler no lo ha ido a buscar.
tyler se arrepiente.
tyler no está llamando a su teléfono.

me rindo — susurra mientras que cierra sus ojos cansados, detiene sus pasos, no piensa a entrar a esa última clase y gira por aquel pasillo que recorrió tantas veces y corre a dirección contraria a los demás.

nadie lo detiene,
nadie se está dando cuenta que se está marchando para jamás volver.


y corre, corre con lágrimas en sus ojos hasta que finalmente está en su casa. camina hasta la habitación de su padre y toma aquella arma, lágrimas bajan por sus ojos, grita, joshua está gritando tan fuerte que parece que su garganta se está desgarrando. llora como nunca lo ha hecho, gira hacia aquel enorme espejo, y solamente atina a apuntarle.

— ¡tú tienes la culpa! —le dice retirando el seguro del arma— ¡no merecemos estar aquí, solamente estorbamos, solamente causamos problemas, ojalá nunca hubiéramos nacido!


y finalmente colocó el arma en su sien.




nadie está llamando a su teléfono.

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