09 de octubre 2017
Volvieron las tardes de octubre, y con ello, tu esencia también. Te veo en cada rayo de sol y te sueño entre árboles. Ha pasado un año desde que nos topamos y decidí iniciar una plática contigo a través de mensajes virtuales, pero, ante tu presencia, mis labios se volvían necios y el gastado corazón que tengo, bombeaba más rápido.
Te pensaba en cada vieja canción de amor (aún lo hago) y te dedicaba poemas bajo la luna, quien fue testigo de las lágrimas que soltaba. Me dijeron que mis ojos brillaban cada que hablaba de ti, me sentía tan patética ante eso.
Adoraba verte cada sábado y me emocionaba que me contestaras, siempre utilizabas palabras rebuscadas y me cuestionabas acerca de mis intereses, además de que fuiste una de las pocas personas que me felicitó en mi cumpleaños. Hubo un momento en que todo se volvió monótono, pero decidiste cambiar el rumbo de todo y que lo mejor era platicar por otro medio. Una fatal acción. Ya no nos hemos escrito, no se donde quedaron todas esas canciones que me enviabas, ni siquiera sé si aún me recuerdas.
Jamás lo sabré con certeza y cada día crecen todas estas dudas.
Me cala tu recuerdo, no he podido olvidar tus facciones ni cada uno de tus gestos. Extraño tus chistes por la mañana y tu melodiosa voz que me daba confianza para hablar más. Siempre lucías tan hermoso, lleno de alegría. Trate de buscar tu remplazó entre mil y un caras que todavía recuerdo, aunque, he fallado y me resignó a aceptar que no habrá alguien como tú, que no te podré olvidar, que te seguiré amando.
Levi, te extraño tanto. Volvamos a ser lo que eramos antes, por favor. Trata de recordarme en cada luna de octubre.
Con amor, cyn.
Escribí todo esto mientras escuchaba a London After Midnight, soy un fracaso.