Nunca he podido comprender el porque mi deseo de ver como el cielo se pinta de tonos pasteles, del como el sol se pierde entre nubes decorando el fondo azul, siempre con el toque de alguna canción. Cada vez que tengo ese escenario, me siento tan lejana a mi realidad, como si andara entre arena llena de recuerdos y un mar hecho de estrellas y de sal se desliza y hace desaparecer todos aquellos pasos que deje, como si nunca hubiera estado ahí. Tampoco entiendo el porque lloro, tal vez, es porque puedo encontrar un momento de paz, un momento en el cual pienso que soy eterna y nadie me busca. Todo esto sucede cuando estoy frente a la gran ventana del cuarto de mi abuela.
Desearía perderme entre la sombra de los árboles, llenar mis pulmones de un aire fresco y escuchar el silencio que solo hara juego con el latido de mi corazón, que poco a poco se va calmando y lo consuelo con lágrimas cristalinas. A veces, también desearía encontrarme con poetas que caminan entre callejones, como si fueran cometas, mientras comparten sus experiencias personales, decoradas con palabras retorcidas y te piden que no llores.
Creanme que si han llegado a este punto, puede que piensen que estoy loca pero...no. Es solo que mis días cada vez se van convirtiendo en una costumbre, mis relaciones sociales se van agotando y el cariño entre se supone quien es mi hermano, se extingue, que solo me queda imaginar un mundo donde no existe más que el brillo del cielo y la gran existencia de constelaciones que explotan.