Volví a casa cargada con bolsas de Primark y de H&M. Me había pasado la mañana de compras en la Gran Vía, me merecía un homenaje después de haber estado encerrada durante meses como un cangrejo ermitaño.
-____, ¿qué has comprado? ¿Ropa para el resto de tu vida? - dijo Alex mientras entraba por la puerta.
-Eh... ¿Tanto es? Bueno, sí, se me ha ido de las manos, pero mira, me lo merecía- me excusé mientras entrada con dificultad por la puerta del salón.
-Ya, sí, siempre la misma historia. Oye, ¿te apetece que nos vayamos a comer al vegetariano ese que te dije?
-Mira, no me puedo creer que estés dispuesto a ir a un vegetariano. Pero si tienes las papilas gustativas de un Tiranosaurio.
-Cállate, y vámonos antes de que me arrepienta.
Dejé todas las bolsas, me di una ducha fría rápida y me puse uno de los vestidos que me compré esa mañana. Un vestido, como yo los llamo, de la campiña francesa, corto, vaporoso y de flores.
Bajamos a su portal y cogimos un taxi. Normalmente se tenía que mover en taxi por la ciudad, ya que, a veces, Alex se veía obligado a pararse con muchas chicas que le pedían una foto o un autógrafo y, por la hora que era, seguramente se encontraría a bastante gente saliendo de clase.
Aunque el restaurante estaba cerca del centro, el viaje no se hizo largo. En realidad, ningún viaje con Alex se me hace largo, estamos todo el día hablando. La gente a veces nos pregunta que de qué hablamos y la verdad, nunca sabemos responder, estamos muy a gusto el uno con el otro desde que éramos muy pequeños, hemos pasado muchos momentos juntos y todo eso hizo que, a día de hoy, Alejandro y yo seamos uña y carne. Podemos pasar meses sin hablar, pero porque sabemos que, una vez nos volvamos a juntar, es como si el tiempo no hubiera pasado.
Llegamos al restaurante y entramos. Tenía un aire muy hípster y moderno. Había bastante gente, pero gracias a dios, mi primo fue lo bastante listo como para reservar una mesa.
Mientras el camarero nos llevaba a la mesa se volvían algunas miradas a vernos. Aunque la verdad, no sabíamos si era porque Alex era bastante conocido o porque a la gente le chocaba ver a un chico de 1.60 con una chica de 1.80. O puede que fuera por las dos cosas.
-Por cierto, ahora viene Rubén. - dijo Alex mientras comenzó a leer el menú que nos acababa de dar el camarero.
- ¡Oh! ¿Y eso?
-Bueno, esta mañana estuvimos hablando por WhatsApp y me dijo que le habías caído muy bien.
Hubo un silencio de 3 segundos hasta que levanté la mirada y vi la expresión de Joker en la cara de Alex.
-Ya estamos...
-No, no, a ver, yo te digo lo que me ha dicho. Le comenté el plan que teníamos y me preguntó si a ti te importaría que se acoplara. Le dije que no, y no por nada...- Alex puso una mano en alto evitando que le interrumpiera al ver la cara que estaba poniendo. - ... no voy a intentar juntaros, no pongas esa cara de haba. Simplemente le conté que veníamos a comer a un vegetariano y dijo que le molaba la idea. Ya está.
-Bueno... Te la paso. Pero no me hagas ninguna encerrona o esta noche morirás. Te lo aviso.
Nos pedimos un par de cervezas mientras esperamos a que Rubius llegara. Mentiría si dijera que no me puse un poco nerviosa cuando mi primo me dijo que iba a venir. A ver, anoche lo hablé con mi primo, me pareció muy mono e interesante, pero solo me estaba basando en primeras impresiones, así que me calmé enseguida.
A los 10 minutos llegó Rubius al local y le hicimos un gesto con la mano para que nos viera. Se sentó y pidió una cerveza.
-Yo no me puedo creer que Alexby esté en un vegetariano. A mí me llegan a decir esto la semana pasada y te digo "pero qué me dices, si Alejandro es carnívoro"- dijo mientras se sentaba. - Esto tenía que verlo.
YOU ARE READING
Adolesveinte (Rubius y tú)
Fanfiction____ es una chica de 27 años que acaba de presentar su Tésis Doctoral en Madrid y ha conseguido trabajo como profesora de Historia Moderna en la Universidad Complutense de Madrid. Cambiarse de ciudad siempre es algo duro: casa nueva, trabajo nuevo...