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La castaña caminaba tranquilamente por las calles de su vecindario, aunque ciertamente la hora acordada ya no estaba a su favor. Un buen humor se había abierto paso en ella y decidió continuar con la misma sonrisa qué adornaba su rostro al dejar su hogar: Mostrando sus frenos por segunda vez en el día, una  cosa que normalmente la hacía sentir insegura.

«Get Some» sonaba en los auriculares.
Movía la cabeza al ritmo de la canción mientras cruzaba la calle, y alzó por un breve momento la vista al cielo:
Estaba teñido de tonos rosados y anaranjados, junto a muchas nubes que formaban figuras abstractas.

Cuando llegó al otro lado de la acera, la casa de su amiga ya estaba frente a ella.

Tocó la puerta principal y esperó unos segundos hasta que pudo escuchar pasos dentro de la casa y la puerta se abrió dejando ver a la del flequillo.

La melodía había llegado a su fin hace un rato ya, así que la menor se quitó los audífonos y le dio un abrazo a Ell.

—¡Tamara! Pasa, pasa. Mi madre justó acaba de irse al trabajo.

Tamara hizo eso mismo y entró a la espaciosa vivienda pulcramente ordenada de la mayor. Las paredes eran de un neutro color blanco. Ambas subieron por las escaleras emocionadas, riéndose hasta llegar a la habitación de Ell. Cuando entraron, Tamara no pudo evitar hacer una mueca.

—Tu cuarto huele extraño.

—¿Así? —Se rió divertida Ell—¿Cómo a qué? — Preguntó inocentemente, creyendo que lo que Tamara decía solo era una broma tonta para molestarla un rato.

—Como al perfume de Matilda.

—¡Ay! Ay... ¿Qué dices? —Soltó la castaña nerviosa—Es que ya sabes que ella viene mucho por acá, Tam... —Se encogió rápidamente de hombros y cerró la puerta, en un intento notorio de cambiar el tema— Oye, ven.

Se dirigió a una pequeña caja que se encontraba en su escritorio.

—Mi mamá me compró estos pasadores la semana pasada, pero ya sabes qué no me quitaré el flequillo por nada del mundo. Puedes usarlos hoy, creó qué se te verán bien.

Tamara no quiso insistir más sobre el tema de Matilda, porque podía ver que su amiga se ponía bastante torpe con el asunto, así que fingió olvidarse de este y en su lugar tomó asiento en la cama.

—¿Puedes pasármelos? Me los voy a probar.

Prom Queen.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora