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Lauren

—Son las seis de la mañana, son las seis de la mañana, seis en punto de la mañana, las seis...son las seis...

Quise ocultar mi cabeza debajo de la almohada. ¡Ah!

—Son las seis de la mañana, son las seis de la mañana, las seis, son las seis y uno., las seis y uno de la mañana, las seis con un minuto.

— ¡Bien!, ya callen al de la radio, ¡me levantare!

Si mi madre había encendido la radio y no sé qué le dio a esos locutores o andaban engomado o se habían fumado una droga, pero no dejaban de repetir la hora, era frustrante y sobre todo si es una hermosa mañana de sábado.

Pude escuchar la risa culposa de mi madre, hasta creo que se ahogó de tanto reírse y burlarse de mí, cuanto al fin el locutor dejo de hablar mis pobres oídos descansaron, pero mi olfato se despertó, mamá estaba siendo un delicioso desayuno.

Al fin la alarma de mi celular había sonado, indicándome que eran las seis y cinco, le dije adiós a esos cinco minutos extras de sueño, hice mis sesiones de estiramiento matutino, el metiche de mi gato, se había entrometido en mi habitación, otra vez, se encontraba recostado en mis pantuflas, otra vez.

No es que sea el fin del mundo para despertar temprano un sábado, de hecho este es mi tercer sábado aún se siente extraño, pero los chicos y yo, bueno Sam y Ricky tomamos un empleo en una cafetería, a chace no le dieron el trabajo, Ricky le dijo a los dueños que era un niño rico, y no quisieron darle el empleo, él se quejó diciendo que esa era discriminación, así que no tuvo más remedio que ser un cliente habitual de la cafetería. Yo trabajo en la caja y Sam y Ricky eran meseros, pero debido al número de clientes que aumento por Ricky, lo ascendieron a Sub gerente y ya sabrán que tipo de ego se carga.

Entre al baño, para hacer mi sesión larga de ducha, mi psicóloga dice que es una forma de auto ayuda que mi cerebro encontró para superar el trauma, la entrada a la cafetería es a las ocho, así que me tomo tiempo en alistarme, sobre todo en el baño, es mi espacio personal, a veces lloro ahí sin que nadie se cuenta, porque después de salir de ahí debo sonreír, porque todo está bien, es lo que me repito antes de salir de casa, todas las mañanas.

Cuando al fin bajo a desayunar, mamá me sonreí y me tiende una taza de café con leche, yo lo tomo agradecida y observo feliz por el desayuno que comeré.

— ¿Mi hermana ya se fue a la universidad?

—Si la pobre ni desayuno

Mi hermana ya lleva dos meses viviendo en casa, la universidad está lejos, así que estar aquí es un gran sacrificio y es muy cansado, trate de convencerla que vuelva a la habitación del campus, pero ella se niega, dice que no quiere volver a separarse de mí, es una cursi y todo, pero sé que está preocupada por mí, algo que en el fondo se lo agradezco y mucho, creo que me he vuelto dependiente de nuestras improvisadas pijamadas, se ha vuelto más que mi confidente, esa pitufa vale oro.

Termino mis wafles con frutas, tocan el timbre de la puerta, ese debe ser Chace, es tan amable en ofrecerse en llevarme al trabajo, pero ya he insistido muchas veces que mejor me voy en bus, pero vamos no hay que usar muchas palabras conmigo para convencerme que es mejor viajar privado y gratis antes que ir apiñada en un colectivo, no es ciencia, es lógica.

—Atiéndelo, solo iré a lavarme los dientes y por mi bolso.

—Bien.

Corrí escaleras arriba, casi me caigo.

— ¡Cuidado! —se escandaliza mamá

Levante los pulgares

—Todo controlado— asegure, ella fue a recibir a Chace, yo entre a mi habitación, y creo que corrí como loca a buscar el cepillo y la pasta

El Chico Virgen De Mi Clase De QuímicaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora