Pov Shizuru
El recuerdo del momento asalta mi mente. Fue a mediados de Marzo. No habían sido buenos tiempos y la calma era uno de los recursos más escasos. Recuerdo llegar en un estado casi fatídico, dirigirme a la pista y al compás de la música bailar las penas. Me olvide de los errores de esa semana, de las preocupaciones, de los engaños. Esa noche solo sería yo, yo en este mundo moviendo las caderas. Descargue mi energía al ritmo de los compases divagantes. Baile de un modo, que mi cerebro creyó que sería la última vez, y me proporcionó lo mejor. Baje mi cabeza dejando ondear mi cabellera oro en el aire. Me perdí profundamente en el momento, tiempo y lugar. Lo único existente era la música y único que me interesaba. Cuando la música ceso sentí un desosiego enorme, pero una calma que no había sentido antes. Una sensación de liberar, una levedad en mis hombros. El presentador anunciaba de manera animada, que estábamos próximos al vals. Aproveche la distracción para arreglar mi cabello, comienzo el camino hacia la barra. Una sed intensa se había instalado en mi garganta. Camino mirando sin punto fijo, pero algo llama mi mirada. El peso de sus ojos me llama, giro en busca de la dirección llamante. Era una joven mirándome. De una manera fija, especial. Como si fuera lo más especial del mundo, como si nada más demandara interés que mi persona. El gesto me parece curioso, nota mi extrañeza y sonríe. ¿Debería preocuparme? No creo, no hallo maldad en su mirada. Más bien un dejo de inocencia infantil le envuelve. A mis ojos es solo una niña, al que le devuelvo la sonrisa. El destino, presuroso y amante de causalidades nos centra cercanos en la ceremonia de la vela. La formalidad de la cumpleañera danzando con su padre, todas conteniendo esa pequeña llama que buscamos no apagar. Los niños con sus flores. Ella frente a mí, a momentos desvía la mirada a mi dirección. Le hallado infraganti en algunos. Vuelvo al juego, pero cambio papeles. Le sonrió, me sonríe. Es un juego divertido pienso, tal vez sea interesante distraer mi atención en ella esta noche. Por ello al acabar la formalidad de los eventos le busco. Pero solo descubro su figura saliendo por el marco de la entrada. Necesito un poco más, paso rápido emprendo la huida hacia el estacionamiento. Le hallo. Mirando su móvil.
-¿Ya te vas? ¿Deseas que te lleve a algún lugar?- pregunto de manera dulce. Su rostro tierno, de joven graduada recientemente de la adolescencia me da una idea de su edad. Probablemente 17, menor de edad aun. Me devuelve la sonrisa de manera tierna.
-Muchas gracias, me encantaría que me llevara. Pero he traído el auto- me explica señalando a un punto incierto detrás de ella- pero le agradezco sinceramente la amabilidad
-No tiene porque- digo siguiéndole mientras busca su auto. - ¿vives cerca?- pregunto.
-Realmente no, vivo a unas cuantas horas. Por ello me retiro temprano- me explica.
-¿Viajara en esta noche? ¿no le parece algo inadecuado?- pregunto preocupada.
-No se preocupe, tendré cuidado- responde.
-Podría permitirle pasar la noche en casa, así retornaría mañana- digo, preocupada de su integridad. Ella sonríe mirando el cielo.
-Está amaneciendo – señala el cielo. Donde el sol comienza a teñir tenuemente las montañas.
-Es cierto, pero...- indico intentándola hacerla razonar, no daré mi brazo a torcer.
-Le agradezco mucho su preocupación y su ofrecimiento pero lamentablemente tengo compromisos que atender. Espero que me disculpe – responde con toda la educación posible.
-Le disculpare si accede a tomar un café en otra ocasión conmigo- digo de manera demandante. Ella sonríe con una pequeña carcajada juguetona.
-Me parece una genial idea- acota. - le daré mi número así podemos concretar fechas.
-Sería muy conveniente- señalo mientras me extiende una tarjeta impresa.
-Conozco buenos lugares los cuales serían ideales visitar – exclama. Entiendo la línea escrita entre las palabras. No solo desea un café, quiere verme aún más veces. Le sonrió.
-En cuanto tenga franco le hare saber para concretar-
-Me parece bien. Estaré esperando su llamado- expresa de manera juguetona. Planta un beso en mi mejilla a modo de despedida. Sin más sube a su auto marchándose. El horizonte anuncia un nuevo día, mientras un auto en su centro acaba de iniciar un nuevo comienzoPov Natsuki
Si me preguntaran que es lo que más detesto de la vida, la definición correcta seria la espera. Ese tiempo incansable que no sabes con que llevar, que no te deja concentrarte en nada. Que te arroja al vacío de la acción próxima que aún no obtienes. Así me hallo, ante la espera. Con el teléfono que no replica, con un conjunto desordenado de apuntes que no llegan a absorber mi atención. Por fin el silencio se calla dando lugar a la voz de 1975 que anuncia un mensaje. Miércoles. El día elegido un miércoles. Pienso en la mala suerte que me otorga el ombligo de la semana. Un jueves seria placido un cine, o una obra de teatro, hasta hallar una discoteca o un bar interesante. Un viernes o sábado suben las expectativas a fiestas, o bailantas. O boliche de buenos renombres. Aun creo que un domingo suena más alentador que el tímido miércoles. Día complejo lleno de rutina y cotidianeidad había llevado cautivo todos mis planes. Me desparramo en el escritorio, dando el abatimiento a mi mente. Mis brazos sobre el fina madera. Hacerle un detalle sorprendente seria vano, y apresurado. Pero el simple conformismo de un café, solo me inspiraba a la falta de interés que provocaría. Quería algo que hablara por sí mismo, algo especial que lograra capturar su atención, un momento que no pudiera pasar desapercibido en su memoria. Esto era un juego complicado, quería dejar huella en alguien que aun su nombre se volvía un misterio. Yo jugaba en desventaja, ella tenía mi número, sabia mi nombre. Iba ganando. Me tuvo a su merced desde el fin de semana, dando hoy recién señales de vida. "Ok. Organizare algo, hay un lugar que te gustara conocer", respondo. Ni siquiera soy consciente de que clase de lugar quiero, pero si deseo su atención deberé generar intriga. Unas cuantas llamadas, un par de ideas, uno que otra búsqueda virtual había encontrado algo acorde. En otra ocasión una cena elegante hubiera bastado, o un viaje exótico. Pero solo era la primera vez que comenzaba a conocerle. No deseaba espantarle, ni que me creyera que buscaba sexo, o que solo era algo pasajero. Quería dejar una buena impresión. Por suerte halle el lugar adecuado, mediante consejos. Benditos amigos, ángeles del camino.Pov Shizuru
-Creí que iríamos por un café- digo mientras subimos a su auto.
-Hoy hace demasiado calor para ello- respondió.- te llevare a otro lugar que te encantara.
-Está bien – respondí. Ajustándome el cinturón.
-Bello- exclamo. Se fuga de mis labios la palabra. Mis ojos no dejan de maravillarse de lo que observan. Un jardín rebosante de flores diversas en colores se expone en nuestro campo visual. El auto avanza a paso de hombre por el camino, donde las hojas coloridas acarician delicadamente el metal. Saco la mano por la ventanilla, tocando los pétalos y colores interesantes. La variedad de texturas, los aromas que se entremezclan dejando una calma. Mi atención se impregna en ello. En el paisaje tan cercano, tan palpable, tan real.
-Sabía que te gustaría- dice con voz tenue mientras mira mi imagen con una pequeña mueca de triunfo. Sonrío tiernamente, es un detalle maravilloso. El camino se acaba abriendo espacio a una especie de restaurante peculiar.
-Vallamos a comer algo y luego podemos pasear ¿te parece?- me sugiere.
-Me parece una gran idea- respondo. Baja del auto, y caballerosamente me abre la puerta.
-Gracias- respondo sintiéndome un poco cohibida. No estoy acostumbrada a ese tipo de interacción de una parte femenina. Su imagen nos guía. Unos jeans ajustados, una blusa que denota el cuidado diario al cuerpo, su andar de manera delicado, provoca un choque de conceptos en mí. Nos encaramos hasta la azotea del restaurante, donde debo señalar que a lo anterior era bello. Pero se debería inventar una nueva definición acorde a este paisaje. El restaurante, a pesar de no ser muy grande se denota singularidad al exponer sus mesas en una azotea, donde observar el mar de flores. La imagen del sol, el viento ondeando cada una, la fragancia de sus perfumes, la imagen de cada pétalo, describen una escena que no puedo parar de apreciar.
-Buenos días ¿Que desean servirse?- pide el mozo. Yo opto por sushi, ella se encarga una ensalada europea. Durante la comida no hablamos, cada quien disfruta de la delicia de la comida y del bello paisaje. De postre pedimos un helado de chocolate blanco bañado en salsa de dulce de leche.
-Me ha encantado el lugar- digo mirando todo con ojos soñadores.
-Me alegro que te haya gustado- dice sonriendo. Mientras se lleva una cucharada de postre a sus labios.
-¿Cómo lo has encontrado?- pregunto con curiosidad.
-Diría que por suerte, pasando por la carretera me llamo la atención y vine.
-Y has decidido compartir tu refugio conmigo- digo coquetamente.
-Sí creo, que un poco si- dice y ambas sonreímos sin motivo.
-Discúlpame pero soy mala para los nombre, me lo podrías repetir- dice tiernamente. Es mentira. Jamás he mencionado mi nombre.
-Shizuru, ese es mi nombre- respondo. Finalmente lo sabe y sonríe. Miro las flores largamente jamás había vivido algo así, y algo me anuncia que recién inicia
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El Secreto Detras De Tu Mirada
RandomPor obra del destino,por un angel, o por un dios aparte te conoci de una manera inesperada me prendi en el fuego de tu irada de esa manera que nose como ni cuando ni en que momento pero te voy a enamorar Shizuru. Te enamoras de mi lo veras