capítulo 9

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El abismo

Cada objeto en el mundo, tiene un porque. Cada avance tecnológico se encuentra vinculado a un objetivo en concreto, satisfacer una necesidad. Cada ruta, lleva a algún lugar. Pero para llegar a cada lugar, siempre debemos atravesar un sendero. Pocos caminos son tan llanos y discretos, fáciles y gráciles paseos.

Lo cierto es que todo lo planteado sobre la tierra misma ha sido construido mediante decisiones. Hasta nuestra propia existencia se elaboró de la misma manera. Una simple pastilla nos había vetado de la vida. Pero hasta allí es de otros la decisión. El firme pensamiento de tener el mundo en mis manos me asusta. Pero en realidad no lo tengo. Tengo algo más efímero, algo menor.

Tengo mi propia vida en mis manos. Aunque es algo absurdo y poético. Más preciso, me encuntro a la distancia de un paso de caer del abismo. De dejar mi cuerpo sumergirse en una caída de rocas empinadas. Que probablemente me quebraría varios huesos, hasta dejarme acunar por el mar. Donde moriría. O puede que sea más exacto entregarle a mi cerebro la decisión. El mismo mueve los músculos el pie.

Controla mi estado de ánimo. Contrala el llanto mismo que me quiebra el pecho en dos. Miro el horizonte oscuro, abnegado a una lluvia que no cesa. Me coloco de pie, una vez más. Esta es la decisión más importante de mi vida, mi muerte o no. Que irónico.

Unos días atras

La castaña acariciaba el cabello de Natsuki, como si quisiera quitarle todo el mal del mundo. La joven sollozaba. El brazo de la castaña, le ofrecía cobijo. En el asiento delantero Mai les observa desde el espejo, una mueca de reproche sobre sus rasgos.

Nao no reacciona demasiado. Enfoca los verdes claros en torno a la ruta, buscando distraerse de aquellos sollozos.

El viaje no muy ameno, termina en el apartamento de la menor. Natsuki se duerme abrazada al cuerpo de la castaña. Quien respira con cuidado aun temiendo despertarle.

En la sala le esperan las amigas de Natsuki, con los ceños fruncidos y un ramillete de quejas. Pero Shizuru no se mueve de su lugar. Aunque la respiración de Natsuki sea tranquila, no se despegara.

La mirada de Shizuru queda prendada en el rostro de Natsuki. Por primera vez le observa con una atención tan completa. En cuestión de segundos el mundo parece eclipsarse, lo único que existe son ellas. Nada más existe en el universo en ese momento.

La mente de la castaña se vacía, nada interesa. Se olvida durante un instante de todo: Sus padres, el trabajo, sus pacientes, Mai misma, todo la información que contenía su mente cae en un vacío. Sus pensamientos se callan.

Sus manos acarician aquel cabello. Delinea con la yema de sus dedos aquel rostro, que parece tranquilo en este momento. Su mirada cae presa de aquellos labios que soltaba tantos sollozos hace minutos, ahora descanzan tranquilos.

Le ciñe en un abrazo pequeño, delicado. Natsuki suspira en ello.

Shizuru se sumerge en el descubrimiento de un nuevo mundo. Donde los únicos elementos existentes son ella misma, sus sentidos y el sol donde están orbitando los anteriores: Natsuki.

Shizuru observa entera a Natsuki. Con una atención plena, y conciente, carente de pensamientos que le distraigan. Divaga en el contorno de los labios, en la diferencia de medida, del inferior al superior. Descubre la simetría de las cejas, los pómulos alzados. La nariz pequeña. Le acaricia la mejilla, mientras una sonrisa se va formando en su propio rostro. Descubre el lunar escondido detrás de un mechón de cabello.

Encuentra su rostro desnudo delante de ella. le asalta la pregunta de ¿Cuántas veces le había mirado sin prestarle atencion? Natsuki le había visto mil veces sin ropa, pero jamás vio a Shizuru desnuda. Quitadas sus barreras. Bajados sus muros.

Sin importar cuantos imperios grito Mal, o cuantas vueltas daba en la cocina, Shizuru no fue a su encuentro. No por miedo, ni por evitar la discusión. Sino por el simple hecho que no deseaba que nadie cortara aquel momento.

Los párpados de Shizuru se cerraban obra del cansancio por minutos. Pero se abrían exaltados, causa de los llantos de su amada. Shizuru le abrazaba susurrándole palabras a los oidos. El corazón de Shizuru semejante al café estaba molido en la situación pero destilaba su mejor esencia en aquel momento.

Natsuki sollozaba, llamaba a su madre, luchaba entre sus sueños pero algo le cobijaba. Aquel otro cuerpo que no veía, causa del cansancio del llanto, le trasmitía seguridad, amparo, cobijo.

Natsuki despertó temprano, resguardada entre unos brazos que no eran suyos. Intento moverse, pero no tenía gran rango. La trampa del otro cuerpo le acorto aún más la distancia. Se quedó allí, aun un momento. La cabeza aturdida, el cuerpo pesado. No sentía nada ante aquel cuidado. Se giró en búsqueda de su libertad, despertando a Shizuru. Quien con ojos agotados, le sonrió dulcemente.

- Buenos días- susurro la castaña, plantando un beso en la mejilla ajena.

- Buenos días- respondió Natsuki, bajando el rostro con voz rasposa.

- Preparare el desayuno- anunció la castaña marchándose de la habitación. Natsuki camino hacia el cuarto de baño. Se situó frente al espejo, pero sin alejar su mirada de sus pies desnudos. Movió los dedos, sintiendo el frío subir por ellos. No quería mirar, pero sentía que debía hacerlo. Respiro profundo dirigiendo su mirada al reflejo.

Su rostro le asalto de rasgos, se reconoció ante él. Palpo sus rasgos descubriéndose. Durante semanas se sentía fantasma, ahora se encontraba con ella. Aunque en una corta medida. Pero también se encontraba con otras cosas más. Se encontraba con la pertenencia, con el legado, con la genética que había obrado fiel ante ella.

Su reflejo le mostró a su madre, provocando que sus ojos se le llenaran de lágrimas. Abrió el botiquín, sacando la pasta dental. Su mano quito las lágrimas que le transitaban. Se incorporó yendo con Shizuru.

-Gracias- dijo cuándo Shizuru le coloco las tostadas frente a ella.

-No tengo apetito- agregó. La castaña le miro. Se mordió el labio inconsciente.

-Es comprensible bebe, pero intenta comer un poquito- dijo con dulzura. Shizuru tomo el queso untándolo en la tostada. Le acerco a la boca. El rostro decaído de la peliazul, no reacciono.

-Por favor- pidió la castaña. El tono dulce, sin presión. La menor tomo el alimento ofrecido, dándole un mordisco. La castaña delineo una sonrisa en sus labios, prestándose a desayunar.

Todo parecía tranquilo, Natsuki se sentia bien. Shizuru miraba a Natsuki, aquel dia había colado en el vaso de agua que le sirvió temprano un antidepresivo. Pero que haría cuando se le pasara el efecto.

Dia 2

El cuerpo de Natsuki se hallaba envuelto en un estado febril. Causa de su mente que divagaba en un estado de vehemencia. Las hechos pasados le torturaban la conciencia. Martilizaban sus sueños. La fantasia, los recuerdos, y la realidad se entremezclaban dentro de su cabeza. La línea del mundo real y el creado por su cabeza, se encontraba difusa. De noche gritaba el nombre de su madre en gemidos desesperados, mientras se aferraba con frenesís de la sabana. Les estrujaba entre sus manos.

Atinaba a despertarse envuelta en sudor de las pesadillas. Sus ojos encontraban refugio de una mirada cargada de dulzura. Aun su cuerpo que sentia sucio, impuro, recibia el trato de el dulce tacto de manos dóciles. Encontraba refugio para refugiar su atormentada cabeza sobre un hombro ofrecido con gentileza.

Natsuki había comprendido a la vera del camino que aquel viaje a recuperarse venia cargado de angustia, pero solo asumirlo no le volvia mas amena la tarea. Luchaba con violencia con las torturas que sentia. Aunque aquel cuerpo que le ofrecia abrigo, no dejaba de ser extraño. Algunas veces rechazaba por instinto aquel amparo. Alejándose en un acto inconsciente.

La castaña no le reclamaba, sino le disculpaba. Los rubís cargados de cariño, amor, dolor, perdón. La menor, sentía aquello ilegitimo se convertia en un trato ilegitimo. Le portaban todo pero ella no contaba con los medios para devolver todo lo ofrecido. Aquel tormento también pasaba por su mente.

Fin del Flashback

Natsuki cerro los ojos con fuerza. Dando la decisión más valiente de su vida

El Secreto Detras De Tu MiradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora