Cartas sobre la mesa

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Narra Pedro:

¿Marica que esta pasando? El doctor tiene una sonrisa horrible que no había visto en el. Es que no recuerdo nada y no se porque estoy en el suelo, y ¿¡Que Coño hacen Alejo y Juan en la pared!?.

Ese hombre gordo que está en el suelo... ¿No es el gordo que nos miraba raro en el restaurante italiano? ¿Por qué ahora está aquí? Mis oídos me están matando. Chama creo que lo mató de un disparo.

Un momento, el gordo se mueve.

-No tenía que terminar así William, pero así lo has querido.- le dice al doctor, no sabía que se llamaba William. La sonrisa se le borró y comenzó a toser sangre. Hay sangre por todos lados, no sabía que la sangre fuese tan roja, es casi como salsa de tomate. Cuando el rostro del doctor no se movió más supe que ya estaba muerto. Quiero gritar, nunca había visto algo así, y el tener el cuerpo tan torpe me hace sentir tan impotente.

-¡Pedro!- Alejo viene hacia mi, con los ojos rojos y su boca arrugada en llanto. Se arrodilla y levanta mi cabeza para recostarla sobre sus muslos.- Todo está bien. Todo está bien, ¿Me escuchás? El no te va a llevar a ningún lado. No te hará daño.- me decia sollozando.

- No entiendo nada, Alejo. ¿Por qué...

-Tranquilo, por ahora decíme como te sentís. ¿Que te dio ese hijo de puta? Bueno me imagino que no sabes pero... Yo sólo...

- Alejo, no entiendo por que lloras.- El sólo me veía desde arriba, pasaba sus dedos por mi rostro en donde caían sus lágrimas. Sueña un estruendo en la puerta, ha sido abierta de golpe.

¡Quiero a todos con las manos sobre la cabeza y contra la pared!- La policía entró al baño.

-Soy agente de inteligencia- dijo el señor gordo mostrando una placa,- este criminal ha muerto en un forcejeo con un arma de fuego. Ha drogado a aquel muchacho para reincidir en delitos sexuales y violentos.

-En la estación tendrá todo el tiempo para explicarse. Contra la pared. Que nadie toque al cadáver.- le dijo a otros policías que entraban armados, apuntandonos chama.-

Narra Alejo:

Ese hijo de puta doctor siempre me dio mala espina. Pero no pensé que terminaría siendo un asesino serial de adolescentes buscado en toda Colombia desde hace dos años.

Dimos nuestros testimonios de lo que pasó Despues de que nos revisaron y nos llevaron a la estación policial. ¿Quién iba a pensar que al señor que asustamos en el restaurante italiano en realidad era un agente del servicio de inteligencia de Colombia disfrazado? Aunque se nos pidió que no contaramos esto a nadie. El testimonio del agente fue lo que nos permitió irnos más rápido. Eran las dos de la mañana y hacia un frío en Bogotá suficiente para congelarnos. Pedro no podía creer nada. Parecía un niño mientras le contábamos como todo ocurrió. El efecto de las drogas ya se le había pasado casi en su totalidad. Aún hablaba un poco lento y se veía algo mareado. Tomamos un taxi hacia el club de comedia para recuperar el auto de Juan que había quedado en el estacionamiento.

Ya una vez en el auto, decidí sentarme en el asiento de atrás con Pedro. El tomó mi mano.

-Esto es irreal- me dijo.- Salí con ese tipo para ver sí podía sacarte de mi mente aunque sea una noche. Admito que no quería nada contigo porque pensé que estabas jugando con mis sentimientos.

- Eso era de lo que quería hablarte. Todo esto es un gran malentendido.

- Lo sé. Ya tendremos tiempo de hablar de todo eso. Sólo abrazame.

El se acunó en mi pecho, y su calor me invadió de pies a cabeza. Por el vidrio retrovisor veo que el idiota de juan nos mira con cara de conmovido. Está noche ha dado muchas vueltas. Pero sí esa fuese la única manera de que yo volviese a estar con Pedro a mi lado, dándome su calor y su cariño, quisiera que pasase una y otra vez.

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⏰ Última actualización: Oct 11, 2017 ⏰

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Divalejo: Amor Sin FronterasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora