CAPITULO 15

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En las siguientes horas de clase no presté absolutamente nada de atención. Eso captó el interés de Loren a mi lado sentada.

Tss. Maryna movió una mano por debajo del pupitre El profesor Raymond te está hablando.

¿Qué? di un brinco en mi asiento provocando que veinticinco pares de ojos se tornasen.

Quise esconderme en alguna parte. El hombre canoso de filosofía se plantó al lado de mi mesa con mirada severa y brazos cruzados.

Maryna Sparks, salga ahora mismo. Puede dormir en el pasillo pero en mis clases no se lo tolero a nadie.

Lo siento profesor atiné a pronunciar.

Me había despertado completamente con el castigo. Sacar buenas notas en su asignatura no fue suficiente para que me perdonase. Me señaló la puerta y marché del aula. El pasillo estaba completamente vacío, sin movimiento alguno. Las voces de otros profesores se oían lejanas en aquellas clases que tenían la puerta entreabierta. Miré mi reloj y disponía de media hora larga sin hacer nada. Me acerqué a una de las ventanas y divisé a lo lejos un partido de futbol. Distinguí la cabellera castaña oscura de Chace. Sudado y con la camiseta pegándose completamente a su cuerpo, me pregunté cómo le quedaría la misma camiseta a Jean, no tanvoluptuoso, más fibroso pero menos musculado que su primo. ¿Pero porqué aparecía él en mi mente?

Mientras miraba a la nada a través del cristal, me llevé los dedos a mi boca. Aun podía sentir las brasas de sus ardientes labios en el pub Geroge. ¿Podría catalogarlo como beso? Una figura se posicionó a mi lado y moví mis ojos hacia la derecha. Estaba plantado ahí, con las manos en los bolsillos y con un cigarro por estrenar moviéndose entre sus labios en círculos casi triangulares.

¿Te han echado?

Se retiró el pitillo con dos dedos.

Qué pregunta Maryna, sino fuera así ni tu ni yo estaríamos ahora en este pasillo fantasmal.

Giré un poco mi cuerpo hacia él.

¿Crees en los fantasmas? pregunté algo más jovial por ver su actitud tremendamente despreocupada.

Siempre así, tan...él.

Claro que no. Dejé de hacerlo desde que me mudé aquí hace diez años.

Aquella revelación sobre su vida acaparó toda mi atención. ¿Mudarse? Eso me hizo plantearme la pregunta de por qué vivía con sus tíos, hasta ahora tema totalmente banal del que no indagué nada. Apoyé mis brazos sobre el borde del ventanal. Nunca había sido una chica vergonzosa pero no me atrevía a mirarle a los ojos para abordarle lo siguiente.

¿Porqué vives con tus tíos?

Jean se dio la vuelta, apoyando su espalda en la pared. Me miró con insolencia y una sonrisa sesgada, pero una insolencia que no rozaba la repugnancia.

¿Tanto te gusto?

¿Cómo? Sólo preguntaba. Eres...

Chasqueé la lengua, indignada con él. Rectifico. Me causó repelo y empecé a caminar hacia los casilleros, sentándome en el suelo después con la espalda apoyada en la pared. Oí sus zapatillas por el suelo, llegando a mí en cuestión de segundos hasta sentarse perezosamente junto a mí. Le ignoré intentando concentrarme en ver algo a través de la puerta de un aula. Maldito engreído de mierda. Parecía querer estropear las cosas, parecía gustarle y divertirse, como si no tuviera nada mejor que hacer.

Placeres Ocultos ©  ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora