Cinia se giró para contemplar por última vez el pueblo donde había crecido, pero que no consideraba su hogar.
Quién podría decir cuánto estuvo ahí parada, recorriendo oscuros recovecos de su memoria, que hacía tiempo que creía haberlos olvidado. Recordó cómo su madre la había cuidado y mantenido hasta su último suspiro, recordó esa mano fría que la despertaba cada mañana desde entonces, se recordó a ella misma, una muchacha humilde arrancada de su casa para ser llevada a palacio. No pudo evitar sonreír cuando recordó el momento en el que se lo comunicó a Zaira, su vecina, la que fue su mejor y única amiga:
-¡Cinia! ¡Eso es genial! Por fin sabes quién es tu padre y... ¡Es el rey! Además ahora tendrás más oportunidades para conseguir marido, que ya era hora, con 19 años... ¿Quién te querrá tan vieja?
Cinia siempre odiaba esas conversaciones con Zaira y... Con el mundo entero. Todos querían que ella se casara o entrara en la sociedad...
Pero eso se acabó, ya nadie volvería a intentar "domesticarla" como a un Mustang... Ya nadie osaría juzgarla por cómo es porque allí hacia donde se dirigía, nadie había entrado jamás... Se dice que allí habitan seres de todo tipo: hadas, brujas, dragones, caballeros fantasma... Y ella iba a descubrir sus secretos; iba a entrar en El Bosque de las Runas.
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Pregúntale al viento
FantasiaNo te obsesiones con los recuerdos, o puede que te pierdas en ellos