El ataque

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    Quedó helado, no sabía exactamente porque, pero sintió que sus músculos no funcionaban a pesar de que su cerebro diera órdenes estrictas. Sin embargo, las uñas que se clavaban cada vez más en su hombro, hicieron que reaccionara, se paró en un rápido accionar y dió vuelta para ver a la mujer, quien al ver su reacción simplemente sonrió con picardía y dirigió sus manos a su pequeña cintura.

    Matthew quedó embelesado, no habían palabras para describir lo hermosa que era, hecha con exactitud para él, tenía el pelo rojizo y largo hasta la cintura, piel pálida adornada de pecas, curvas pronunciadas y labios perfectos. A Matthew le recordaba mucho a Jessica Rabbit ¹.

     Ella solo seguía sonriendo. De un momento a otro movió sus caderas cerca de un faro de luz y se recostó en él para posteriormente mirarlo directamente, de nuevo con una sonrisa.
    
    Era seguida por la encantada mirada de Matthew, quién no pudo pensar claramente, solo se repetía una y otra vez que probablemente es la mujer más hermosa que conoció nunca.

    —Te vi aquí sentado, y pensé que necesitabas algo— su voz era dulce y aterciopelada. Parecía tan inocente.

  “  ¿Que pasó con el miedo que sentiste Matthew? ¿Por qué la miras y no reaccionas? ¿Acaso ella te está absorbiendo el temor? Es hermosa, pero no te pierdas a ti mismo, tienes un propósito.”

   “ ¡Ve a destruir la vida de quien te destruyó! ”

   —Gracias por preocuparse señorita— Matthew se acercó a ella y tomó su mano para  besarla—. Pero debo irme, fue un gusto conocerla.

    Y aún con pasos temblorosos, apuró la caminata mientras miraba su Breitling ²  y trataba de ignorar aquella anomalía.

    “Tal vez la pila se estropeó o venció"

Pensaba en correr para llegar de una vez por todas, si Matthew se caracterizaba por algo, era por su falta de paciencia, en especial en éstos casos.  Por su parte la dama siguió a Matthew, elevó sus pies a unos tres centímetros, y flotó hasta llegar a su lado, anticipadamente bajó caminando normalmente y se posó frente a él.

    —¿Por qué no te quedas y nos divertimos un poco? — Matthew se impresionó por su rapidez, ya que ni siquiera había escuchado sus tacones chocar contra el pavimento— Vamos, solo tienes que...

    —¿Caer en la trampa de una muchacha hermosa?—Interrumpió Matthew con una sonrisa. Ella le respondió de igual forma.

    Ya lo tenía colgando de sus dedos, sin embargo, sintió como se resbaló de sus manos como arena cuando él decidió volver a hablar.

   —Pero por esta vez paso, preciosa. En verdad debo irme.—y la esquivó para seguir caminando. Mirando por enésima vez su reloj.

    ¿Por qué el no caía? ¿Por qué hasta el momento fue él único que pudo resistirse a ella? Ella supo que no estaba equivocada, se moldeó tal y como él quería y deseaba. Se moldeó tan bien que le frustró haber indagado en su mente, tan minuciosamente y en un tiempo tan corto que si estuviese viva, la nariz le sangraría.

    “Es momento de actuar Penélope, demuestrale a ese hombre quién eres.”

   Y sacó a relucir su pecho vacío, y sus filosas garras, convirtiéndose ésta vez en contraste, en la peor pesadilla de Matthew.

      Penélope sintió ese característico fuego en el lugar en donde había estado, hace miles de años, su corazón. Aquel corazón que le fue arrebatado por el hombre que ella amó, y fue reemplazado por una rosa roja.
Recordó el dolor físico y emocional que le causó, recordó la última vez que estuvo con él y le pareció tan lejano. Con la misma rabia e ira acumulada, se acercó lentamente a Matthew, con el rostro ahogado en odio hizo crecer aún más sus garras, la sangre ennegrecida de su pecho comenzó a brotar, manchando su vestido, su pierna descubierta, sus zapatos, su cabello empezó a mojarse también con sangre, su maquillaje se corrió y en su boca sitió aquel hermoso sabor a metal. Se vio igual a la noche en que murió.

Penélope, la deambulante nocturna.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora