Incógnitas

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  Pasaron exactamente dos meses luego del último encuentro con Penélope. El día que siguió a aquella noche, cuando la energía eléctrica de la ciudad se vió restaurada exactamente a las 7:38 a.m. la policía local empezó a recibir denuncias respecto a personas desaparecidas y otras, asesinadas.  Se dió rienda suelta a las investigaciones y se encontraron evidencias de que podían haber estado vinculados entre si, pues las circunstancias en las que habían muerto eran las mismas, más no había pistas de nada ni nadie. Días después lograron encontrar a las personas desaparecidas y tras las autopsias se demostraron que todos habían  muerto el mismo día.
     Podría decirse que el índice de mortalidad en la ciudad es bajo, por ello, el hecho de que solo en una noche hayan muerto diez personas alarmó a todos, y todos coincidentemente eran hombres.

     Luego de ese fatídico día, más hombres habían muerto en los últimos dos meses. Y en tan corto tiempo se llegó a la impresionante cantidad de treinta personas fallecidas, todos del sexo masculino y evidentemente habían sido asesinados. Se había constatado que un importante grupo criminal estaba suelto, pero se descartó pues no existían suficientes pruebas.

    Matthew estaba convencido de que no fue Penélope. No sabía porqué, tan solo se basaba en la última noche que se habían visto, la noche del apagón, el día que dió inicio a todo.

    Y lo peor no era solo eso, a todas aquellas muertes se habían sumado cinco mujeres desaparecidas. Definitivamente algo estaba ocurriendo, y las noticias locales alarmaron aún más a la ciudadanía. La gente ya no salía a  la calle a partir de las ocho de la noche, se había instalado un toque de queda. Algunas tiendas cerraban incluso antes de las ocho.

    La policía patrullaba cada esquina, cada rincón, a cada hora. Pero los hombres seguían muriendo, y las mujeres seguían desapareciendo. Ciertos lugareños aseguraban que se acercaba el día del juicio final, que era algo imparable. Algunas personas tenían tanto miedo, que varios niños dejaron de asistir a clases, otros se mudaron de ciudad e incluso existió un caso de suicidio de un adolescente de 17 años el cual había perdido a ambos padres, quienes pasaron a ser un número más. Una incógnita más. 

    La población disminuyó considerablemente, se intuía que si todo seguía igual dentro de unos años la ciudad quedaría desierta, abandonada. La desesperación estaba agobiando a Matthew, quién no volvió a ver a Penélope nunca más, a pesar de haber accedido a su chantaje.  A pesar de que la buscó incansablemente. 
Fue cuando empezó a dudar ¿y si ella tuvo algo que ver?
Tendría cierto sentido. Pero ¿y las mujeres desaparecidas?

    Se sintió en un verdadero fin del mundo. Los únicos vecinos que le quedaban en su piso eran los ancianos extraños. Los demás estaban yéndose poco a poco. Y su psiquiatra, también había sido asesinado. Empezó a beber demasiado, había noches en las que despertaba en diferentes lugares de su casa, a veces amanecía en bancas de parques con resacas infernales, oliendo a alcohol y sin recordar nada de lo que había hecho la noche anterior. Descuidó en demasía el trabajo y había días que no comía.  ¿Por qué se sentía tan miserable?

    Pero hubo una noche que pausó los excesos de Matthew, una en donde volvió a encontrarse con Penélope.

    —¿Qué sucedió contigo?—preguntó ido, con una botella de whisky en la mano.

  —Investigaba quién me estuvo usurpando.— él la miró desconfiado y extrañado.

—No me vengas con ese cuento.

—En serio, es lo que he estado haciendo. Todo se ha puesto tan extraño de repente.— dijo mirando la ventana de la habitación de Matthew, distraída, con un cigarro en la mano.

—¿Sabés? Te creo.

Penélope subió la cejas en un gesto de sorpresa y giró la cabeza para observarlo— ¿Es una broma?

—Quisiera que lo fuera. Pero algo dentro de mi me dice que no pudiste haber sido tú, simplemente es...

—¿Instinto femenino?

El soltó una risa, aunque en verdad lo hizo casi falsamente.

—Algo así.

Ella suspiró y dió media vuelta para mirarlo. A veces su belleza lo distría en demasía, pero lograba controlarse.

—Necesito un mapa de la ciudad.—dijo ella luego de un largo silencio.—Y necesito tu... cosa tecnológica.—dijo señalando el aparato en su escritorio.

Matthew la observó algo confuso.—¿Para qué necesitas un mapa y mi computadora?

—Ya lo verás.—La decisión en sus ojos delataba que se trataba de algo serio, así que Matthew obedeció.

    Le dió lo que necesitaba, y la ayudo investigando en la computadora. La veía resaltando lugares, trazando circulos, haciendo flechas, escribiendo por todas partes, mientras el buscaba en Internet todo lo que Penélope le dictaba. Aún no entendía qué estaba sucediendo.

  —¿Me vas a decir ya qué es lo que haces?—interrogó el hombre, cansado de todo.

Ella no contestó, sin embargo solo permaneció observando lo que había hecho en el mapa, el cual estaba recientemente impreso. Golpeó la pluma contra su mentón, en un claro gesto de análisis profundo. ¿Quién sabe qué cosas estará planeando? Ella se encontraba de perfil a la vista de Matthew, por un momento olvidó todo lo que estaba pasando pasando y solo se centró en su atrapante y embriagante belleza.

—Es todo.—dijo por fin, mostrándole el mapa.—Estos son los puntos en los que los cadáveres fueron encontrados.—Señaló los puntos pintados en negro.—Y estos, son los puntos en donde las mujeres que desaparecieron fueron vistas por última vez.—Señaló puntos pintados, esta vez, en rojo.

—¿Y qué con eso?—Preguntó Matthew confundido.

—Si hacemos esto...—Penélope empezó a unir todos los putos con una linea—Formamos una especie de espiral que rodea sólo este punto, el centro de la ciudad.

Matthew, a pesar de ser un hombre que se considera a sí mismo como listo no entendió a qué quería llegar.

—Creo que nos está llevando aquí.—Señaló el centro del mapa.— Quiere que vayamos. Y por supuesto que vamos a ir.—Apuntó decidida, obviamente no estaba preguntándole. De todos modos no iba a escucharlo.

—¿Y los puntos rojos qué?—preguntó él.

Penélope lo miró, ceñuda, ella tampoco lo sabía, así que no podía responder a su pregunta. Se mantuvo en silencio pensando, hasta que se rindió.

—No tengo ni idea. Te lo dejaré de tarea.— dobló el mapa y lo dejó en el escritorio.—Mientras tanto necesito que consigas cómo defenderte, y que prepares cosas que creas que necesites. Tengo el presentimiento de que nos enfrentaremos a algo grande.—ella dió media vuelta, claramente con la intención de irse.

—Espera.—Penélope paró el paso, pero no lo miró.—¿A qué te refieres con "cosas que creas que necesites"?

—No lo sé, tal vez un arma, comida, agua, y un vehículo.

—¿De verdad esperas que consiga un arma y un vehículo en un día?

Penélope soltó una risa sarcástica y lo miró por encima del hombro.—Si pudiste sobrevivir a la criatura más letal que existe sobre la tierra, podrás conseguir un auto y un arma.—Y sin más, se esfumó entre las sombras de su habitación.

"¡! A veces puede ser tan arrogante" pensó Matthew.

Se sentó erguido en la silla y observando un punto ciego en algún lado de la pared empezó a pensar en las posibilidades de que Penélope sea la culpable, no se le ocurría nadie más que podría cometer asesinatos de tal magnitud. Tal vez estaba haciendo todo este circo para distraerlo. Pero ¿con qué intenciones? ¿Qué ganaba ella?

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⏰ Última actualización: Nov 15, 2019 ⏰

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Penélope, la deambulante nocturna.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora