XI. UN FANÁTICO, UN PERIODISTA, EL ARQUERO, EL DT Y EL PRESIDENTE

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UN CORAZÓN BIEN CELESTE (FABIÁN DINOCCO)

Reconozco que no soy fanático como Fabián Dinocco, a veces me molesta que sea tan radical e intransigente por la manera de ver la realidad que tiene, pero así es Fabián y yo soy como soy, es decir, adultos que elegimos vivir como queremos. A Fabián lo conocí en la escuela 72 de Turdera, fuimos compañeros de aula hasta 4to grado. Luego la vida nos separó. Muy de vez en cuando me lo cruzaba por los pasillos del club y actualizábamos nuestras vidas, hasta que Facebook logró que nos volviéramos a juntar. Lo fui a visitar a su casa y conocí a su linda familia que lo contiene y le da mucho amor. Fabián es un luchador, calentón y visceral como todo luchador. Un verdadero hombre de fe. ¡Gracias querido Fabián! Los dejo con sus vivencias:

"Cuando perdimos 1 a 0 en el partido de ida, tuve fe que de local lo dábamos vuelta.

Transcurría el domingo 8 de junio del 2014 a las 2 de la madrugada. Ya se me hacía insostenible poder dormir. Sentía una mezcla de nervios y ansiedad. No era un domingo más, era "el domingo". A la mañana, a eso de las 9 horas, sin haber dormido, preparé la información para la transmisión del partido. Con mi hijo, Alejo, nos mirábamos y la complicidad para que llegue la hora del partido se nos notaba.

Antes del mediodía decidimos ir al estadio Beranger. Los preparativos de las banderas ya colgadas de los paravalanchas y algunas en los alambrados de la cancha nos generaban más ansiedad. Se vivía un clima de felicidad y cautela al mismo tiempo. Te cruzabas con hinchas, te sonreías y no sabias si era confianza o nervios. Casi ni pude probar un bocado, y Alejo me preguntaba a cada rato "¿Cuánto falta?"

Finalmente llegó la hora. Nos dirigimos a la cabina de transmisión y el dolor de estómago se hacía más intenso. Comenzamos la previa y yo con toda la fe pensé que hoy iba a ser el día de tomar revancha de la final del 87 por la permanencia en primera A. Hoy ganamos aunque con más nervios que pasión por el gasolero. Esperaba el inicio del partido.

El primer tiempo se pasó rápido y ligerísimo transcurrían los minutos en el segundo tiempo. A los 40 minutos del complemento recuerdo que con lágrimas en los ojos mirando el rostro de mi hijo dije "faltan 5 minutos y es mucho, el partido termina con el pitazo final".

Y llegó Ariel Rojas cuando ya se habían retirado festejando, los allegados de Platense. El pibe Rojas de derecha y por arriba del arquero clavaba el 1 a 0. Íbamos a los penales, entre abrazos gritos y llantos, aferrado a mi hijo con la ilusión intacta.

Llegaron los penales. En el fútbol, un gol sobre la hora al que lo recibe le baja la moral y al que lo convierte, le da un envión anímico terrible.Eso me daba mucha esperanza. En los penales le tenía mucha fe a Crivelli y la cábala que usaba era una frase que decía "Hasta la A no paramos".La repetía cada vez que terminaba mi comentario en la radio.

Toda la definición de penales la viví tomado de la mano de mi hijo. Fue una sensación hermosa. Primer ascenso que vivíamos juntos. Yo terminé mi participación en la transmisión radial cuando"Manos de Dios Crivelli"detuvo el último penal. Ya no pude hablar más. Sólo me abrazaba a mi nene y lloraba. Fue el ascenso más especial que viví, por mi enfermedad y por ser el primero que disfrutaba en familia".

 Fue el ascenso más especial que viví, por mi enfermedad y por ser el primero que disfrutaba en familia"

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