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C A P Í T U L O     3




Murmullos se colaron por mis oídos al mismo tiempo que abría la puerta de madera de la casa de la tía Ivette.

Debo admitir que me siento bastante intrigada, desconozco el motivo por el cual nos ha invitado a cenar tan misteriosamente.

―Creo que están en la sala ―le comenté a papá que era quien traía en brazos a Remy mientras yo agarraba de la mano a los gemelos.

―Te sigo.

Justo al dar la vuelta para entrar a la sala de estar vi que todos estaban acomodados en el largo comedor, y con todos me refería a mamá, la tía Ivette, su novio Zack, mis abuelos ―padres de mi mamá―, el tío Eric con su esposa Sophie y sus hijos Fleur y Thierry.

Cuando los gemelos vieron a mis primos corrieron hacia ellos soltándose de mi agarre.

Era algo bastante extraño. Digo, me alegro de verlos hacía casi un año que no veía al tío Eric debido a que tanto él como los abuelos viven en Marsella.

―Niña cada día estás más hermosa ―la abuela me envolvió en un cálido abrazo que no tarde en corresponder.

―Gracias, abuela, es de familia supongo ―sonreí.

La abuela Odette echó levemente la cabeza hacía atrás para soltar una carcajada.

― ¿No hay abrazo para mí?

Giré a ver al abuelo que me miraba con sus grandes ojos azules. Sentí una punzada de nostalgia al verlo frágil sosteniendo su bastón a pesar de estar sentado.

Me puse en cuclillas y le abracé. Aspiré su aroma tal y como acostumbraba a hacer cada vez que lo veía.

―Abuelo, ¿cómo estás? ―pregunte sin soltarle.

―Bien, linda ―contesto sonriendo.

―Ellianne ―giré la cabeza para ver a la tía Ivette.

―Hola, tía.

Me levanté solo para darle un beso en cada mejilla.

― ¿Puedes ir por el vino? Es que mandé a un muchacho que trajeron tus abuelos pero seguro que no lo ha encontrado. Ayúdale, por favor.

―Claro.

No tenía idea de que se trataba todo esto pero me sentía contenta de tener aquí a la familia, pero pienso que papá debe sentirse mal porque aunque la familia de mamá lo ha recibido como un hijo más debe ser duro no poder ver a tus padres ni hermano. Debo de admitir que me habría encantado conocer a mis abuelos paternos, pero sobretodo me gustaría saber que fue de mi tío David ―hermano de papá ―y porque no lo veo desde hace años.

Mis pensamientos se desvanecieron al ver de espaldas a un muchacho de cabello negro agachado tratando de sacar las botellas de vino del estante de madera con puertas de vidrio.

― ¿Puedo ayudarte?

El pelinegro se levantó y pude ver que su espalda se tensó pero aun así se dio la vuelta haciéndome palidecer al instante.

― ¿Qué estás haciendo aquí? ―pregunte al mismo chico que estaba tomando fotografías afuera de mi casa.

―Podría preguntarte lo mismo pero no soy chismoso.

Apreté los puños.

―No voy a dejar que me hables de esa manera, no tienes por qué ser tan desagradable.

―Disculpe, señorita no quise ser maleducado ―a pesar de que lo dijo con una seriedad casi sobrehumana pude percibir en sus grises ojos un brillo de burla.

Abrí la boca para desquitarme pero opté por callarme y tomar la botella de vino tinto que estaba a su lado y retirarme de la bodega.

Era bastante molesta la situación pero al mismo tiempo descabellada. ¿Qué rayos hace ese chico aquí? no quería preguntarle a la tía Ivette directamente porque sacaría sus sospechas y no podía decirle que salí de casa a tales horas de la madrugada, mi única opción era sacar la información de manera casual para no levantar ninguna sospecha.

―Aquí está el vino ―lo dejé sobre la mesa. Fruncí el ceño al no ver a papá ― ¿Dónde está...?

―Tu papá tuvo que irse porque lo llamaron de la oficina a que llevara unos planos ―respondió mamá.

―Daniel siempre será un hombre solicitado ―comentó Zack.

―Después de todo mi cuñado siempre ha sido de los más cotizados arquitectos.

―Perdón por la tardanza ―bah.

―No te disculpes George, es mi culpa no debí mandarte sin conocer la casa ―la tía sonrío y palmeó la espalda del tal George.

― ¿Te parece si damos el anuncio amor?

Zack tomó de la mano a la tía Ivette con esa paciencia que lo caracterizaba, cada palabra que le dedicaba me llenaba el corazón de emoción.

― ¡Háganlo, estoy ansiosa! ―exclamó la abuela.

―No me la hagan tanto de emoción podría darme un infarto aquí ―refutó el abuelo.

―Vale ―aplaudió.

Tomé una de las copas llenas de vino que Zack había llenado anteriormente y miré a la pareja.

― ¡Vamos a casarnos! ―pesé saliva al ver el anillo de la tía y su gran tamaño.

―Qué maravilla ―gritó mamá seguida de un "Ya era hora" de la abuela.

Dejé que el tío Eric, su esposo, mamá y la abuela la abrazaran primero para después yo hacerlo sin dejar de felicitarla. Hice lo mismo con Zack quien lucía radiante.

―Gracias, Ellianne, sabes que te quiero ―asentí sonriéndole.

―También yo.

―Muchas Felicidades ―la voz gruesa del grosero chico se coló por mi oídos solo para conseguirme dar escalofríos. Estrechó su mano con Zack y abrazó a la tía Ivette para luego decir: ―Una vez más me disculpo por Edmond.

―Basta, cariño, no te disculpes, todos sabemos lo dormilón que llega a ser tu hermano ―le respondió la abuela.

―Oye mamá ―se giró al escucharme prestándome atención ―Deberíamos irnos, no creo que conducir en la noche sea buena idea.

―Vamos a quedarnos cielo ― ¡¿Qué?!

―Pero mañana tengo escuela.

―Descuida, traje tus uniformes y los de los niños ―palmeó mi espalda antes de continuar hablando con la familia sobre quién-sabe-que.

Sobé mi frente tratando de calmar mis nervios de adolescente pero cualquier intento se desvaneció al ver a George.

Él estaba mirando hacia la ventana, con sus manos metidas en los bolsillos delanteros de sus jeans, su camisa negra de manga larga ceñida al cuerpo resaltaba su musculatura, era alto, calculo que mide 1.80 o raspando esa medida. Pero lo que más me atraía eran sus ojos, había visto múltiples diferentes tonos de ojos pero jamás grises pero no era solo el color sino lo que estos reflejaban. Sus ojos eran como un pasadizo oculto que mi reciente curiosidad quería atravesar.



B R I S AWhere stories live. Discover now