⁞Cinco⁞

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C A P Í T U L O 5






Murmuré un "gracias" a lo que la camarera asintió, dejó mi frappé mocca y la tartaleta de nuez sobre la mesa y después se fue dejándome con mi mejor amiga con complejo de detective.

― ¿Te gusta?

―No, no ―tomé el asa de la larga taza de porcelana que contenía mi frappé para darle un sorbo.

―Ni siquiera intentes mentirme, yo vi la sonrisa en tu rostro con la que caminabas luego de bajarte de su camioneta ―me codeó con una sonrisa pícara colgándose de su rostro.

De todas las personas que pudieron haberme visto ¿tuvo que ser ella? Me sacó toda la información y ahora soy parte de este interrogatorio.

―Es verdad, no lo negaré pero no me gusta. No es posible que alguien te gusta solo después de un par de días de conocerle.

―Corrección: no puedes enamorarte de una persona luego de dos días pero si puede gustarte.

Le di otro sorbo a mi café frío.

―Me asusta cuando intentas ser mi psicóloga personal, June Foster ―resoplé.

Ríe.

―No te presiono, solo conócelo y si algo se da: ¡Adelante!

Dudo que sea así de fácil.

(...)

De camino a casa de mi tía Ivette me llegó un mensaje del grupo de WhatsApp ―en el que estamos la mayoría de los del último año―que decía que Dino haría una fiesta en su casa este viernes.

Pero fue hasta ahora que June se ha dado cuenta de la invitación que me ha dicho que podría invitar a George.

¿Pero que acaso está loca?

Estoy segura de que se negará, ¿o no?

―Hola.

Alcé la mirada encontrándome con un chico alto de cabello castaño y ojos verdes.

―Hola ―me levanté del sillón Grassoler a rayas blancas, negras y grises de la tía Ivette.

―Soy Edmond ―estiró su mano hacía mí y la estreché.

― ¿Edmond has dicho? ―asintió sonriendo―Lindo nombre.

Las palabras de Edmond quedaron en el aire cuando otra voz se coló en nuestra reciente conversación.

―No tanto como el mío ―fue lo que dijo George.

Mi mano y la de Edmond se soltaron para concentrarnos en mirar al recién llegado.

―Por supuesto Landen―fruncí el ceño al escuchar como lo había llamado Edmond.

― ¿Quién es Landen? ―pregunté.

―Es mi primer nombre ―respondió George sin mostrar ningún interés en hablar del tema ―Ellianne, él es mi hermano menor.

―Vaya, no se parecen en nada.

Edmond sonrío mientras George seguía de pie sin mostrar ninguna expresión en su rostro.

―Nos lo dicen seguido ―comentó Edmond sin dejar de sonreír.

―Ellianne necesito hablar contigo ¿tienes un minuto? ―me sorprendí ante la petición de George pero al retomar la compostura accedí ―Excelente, vamos al jardín entonces.

―Te sigo ―ahora fue él quien asintió para luego darse la vuelta sin decir nada más. Regresé mi mirada a Edmond y dije: ―Un placer conocerte, nos vemos luego.

―El placer fue mío ―me brindó una última sonrisa antes de que yo pasara por su lado dejándolo atrás.

Seguí a George sin decir nada pero lo que volvió a mi asombro más interrogante era el silencio que había en la casa. Después de todo, mis hermanos estaban dormidos en la planta alta, el tío Eric, Sophie y sus hijos habían salido a dar la vuelta mientras que mamá y la tía Ivette estaban en el trabajo. Los únicos adultos en casa eran los abuelos pero apuesto a que están dormidos también.

George abrió la puerta que da al jardín y me dejó pasar a mi primero.

Me giré para verlo, lucía tan serio como siempre.

― ¿Qué quieres que hablemos?

―Sé que esto que voy a decirte va a sonar fuera de lugar pero debo dejar las cosas muy en claro...

Hice un ademan para que prosiguiera.

―Lo que quiero dejar en claro es que entre tú y yo no puede suceder absolutamente nada, sé que debe sonar extraño pero antes de que pase algo de lo cual te puedas arrepentir me siento con la obligación de decirte que no soy el mejor chico para tener como amigo y mucho menos en esta situación en la que estoy en deuda con tu familia, quiero mantenerme al margen ¿lo entiendes?

¿Qué debía entender?

Me había hablado como a una niña.

Sí, George es bien parecido y esta mañana llamó verdaderamente mi atención su rara personalidad pero eso no significa que quiero casarme con él y tener hijos, por Dios. Aunque debo admitir que esto me pasa por ser demasiado entusiasta y pensar que todo el mundo lo es. 

― ¿No vas a decir nada?

―Tú ya has dicho todo.

Con esas cinco palabras y una expresión de neutralidad pasé por su lado y entré en la casa.


B R I S AWhere stories live. Discover now