1 | Verdaderos Sentimientos

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● Bakugo Katsuki ●

El clima empieza a cambiar y es hora de decirle oficialmente adiós al verano, veintiuno de septiembre. Hoy es el primer día de otoño, se comienza a notar en el aire frío o en los árboles que varían de color sus hojas para que finalmente caigan con los primeros vientos de invierno. Ocho de la mañana, de camino a la escuela, mi móvil me recuerda que entro a clases en treinta minutos, alarma que suelo activar cuando me duermo muy tarde, como hoy. Siento que mi mente aun navega por aquellos mares de pensamientos que creí haber dispersado con un tazón de café cortesía de mi madre, pero no, siguen ahí. Zumbando y molestando, ni ganas tenía de desayunar, por lo que mi alarma fue completamente inútil. Con ira apago el molesto ruido y murmullo entre dientes lo estúpido que debo parecer apagando una alarma cuando ya estoy en pie a menos de cinco minutos del instituto.

Soy alumno de la U.A. la escuela de formación de súper héroes más reconocida en todo el mundo, además, no estoy en cualquier curso, debido a mi talento nato, mi puntaje en la prueba de ingreso fue catalogada la número uno dándome así, un cupo en el curso 1-A. Como suponía, en el salón no habrían más de cinco alumnos, ya que es muy pronto para el inicio de clases.

Y detrás de mí, como una sombra, aparece él, ubicando su bolso en un costado del pupitre atrás del mío. Nervioso evitando mi mirada. ¿Cómo es que no sentí antes su presencia? ¿Tan concentrado estaba? Maldición, odio que se ponga tan nervioso cuando me ve, si quiere pelea que me lo pida de una buena vez.

– ¿Ocurre algo, Kacchan? ¿Estás bien? – qué dice ahora, maldición, también odio que me pregunte estupideces.

– Vete a la mierda. – veo una falsa sonrisa cuando baja la mirada antes de sentarme y darle la espalda.

Sé que, si él dejara de temblar o de variar la vista nerviosa de un lado a otro, podría mirarle por mucho tiempo sin que me recordase a mí mismo que le estoy mirando. Cuando se da cuenta en las ocaciones que le observo no sabe qué hacer, tartamudea o huye escapando de mi campo de visión. Ese hijo de puta. Cuando noto que me observa no suelo enfrentarle a no ser que quiera hablarle. Esa es otra cosa que me molesta de él, que sea tan difícil hablar. Mi garganta se seca y mi estómago se revuelve cuando él sonríe con otros, como cuando éramos pequeños y él sonreía solo para mí. A veces me gustaría regresar al pasado, solo para estar tranquilo a su lado, para comenzar de nuevo y que sus estúpidos nervios no fuesen impedimentos para verle por todo el tiempo que se me plazca. Regresaría una y otra y otra vez. Porque pase lo que pase, no cambiaré mi forma de ser, considero correcta mi forma de actuar todos estos años, porque de no ser por eso no sería tan fuerte como lo soy ahora. Estoy contento también con nuestra relación de rivalidad, que lo más seguro se perdería si fuésemos amigos desde niños.

Él no es más fuerte que yo, ambos somos igual de capases de lograr nuestras metas. Si fuésemos amigos, me olvidaría completamente de esa "amistad" para superarme. Nada es más importante que 'yo' en mi vida. Bueno, a excepción de una pequeña cosa, que crece lentamente en el vientre de mi madre.

– ¡Tadaima! – hoy no hubo nada entretenido en la escuela, fueron clases completamente normales, inglés, ciencias sociales, japonés entre otros. Mi madre no trabaja, debido a que no puede estar bajo estrés por ningún motivo a sus ocho meses y medio. Yo, quien llego a casa antes que mi padre, soy el encargado de ordenarla y cocinar para su llegada.

– Katsuki, Okaeri ¿Qué tal la escuela? – mi madre se asoma en pijama y bata desde su habitación, no entiendo cómo puede ser tan terca, luego preguntan por qué yo lo soy. Luego de dejar mi mochila sobre la cama, voy a la cocina donde mi madre se dirigió apenas escucharme llegar.

– ¡Ey! Sabes que no debes hacer esfuerzos. – a alguien muy inteligente, se le ocurrió hace años, guardar las ollas, platos, vasos y cubiertos en los estantes de abajo demasiado cerca del suelo y agacharse para mi madre es un esfuerzo muy grande. – Déjame a mí, puedo servirme solo. – la expresión de impotencia de mi madre me rompió en mil pedazos, luego de una disculpa, le ayudé a levantarse y sentarse en la mesa de la cocina, hoy comería allí con ella, cosa que no solía hacer, pero no moriría por hacerlo.

Start Love ♡Katsudeku♡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora