Capítulo 3: ❝Confía en mí y corre❞

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Me desperté alterada. Escuché la voz de alguien. Era como un gimoteo.

Me levanté muy despacio de la cama y, descalza, recorrí la casa. Ni rastro de nadie. ¿Quién podría ser?

Me di cuenta de que venía de arriba. ¿Del piso de Jin? ¿Un gimoteo? ¿A las 4 de la mañana?

No quise despertar a las chicas por si acaso, pero sí salí del piso, no sin antes coger las llaves y guardármelas en un bolsillo de mi pantalón.

Me recorrí todo el rellano descalza y subí las escaleras intentando no hacer ruido. Llegué hasta la puerta dónde dentro se encontraba Jin y alguien más, al parecer. ¿Quién era? ¿Y por qué Jin hacía un ruido tan raro y fuerte?

Puse la oreja en la puerta y escuché gritos.

—¡¡BASTA, POR FAVOR, BASTA!! —Imploró Jin.

—¡¡CÁLLATE, ESTÚPIDO!! —Chilló un chico.

Se escuchó un golpe.

—ME DUELE.

—Jin...

—P-para... por favor...

—¿Sabes que... Me gusta...?

—N-no te acerques... Cariño, basta...

—¿...Verte así?

—N-no...

—Me encanta verte llorando. Te hace muy frágil. Y así debes de ser conmigo. FRÁGIL. YO TE MANDO. YO Y SÓLO YO. —Dijo el chico con voz macabra. Me dieron escalofríos.

Escuché a Jin llorar más fuerte.

—Jin... —Continuó. —Me gusta verte sangrar... Sangra más... Sangra para mí...

—Mi amor, podemos... Podemos hablar las cosas... Por favor...

—QUE SANGRES.

Otro golpe.

—N-no puedo más... Estoy cansado... Mañana seguimos, pero ahora no... Por favor...

—OBEDECE.

Llamé al timbre y me escondí en un cuarto de basuras que había en ese mismo rellano. El chico abrió la puerta y se asomó. Me puse muy nerviosa.

—¿¡QUIÉN COJONES LLAMA AHORA AL TIMBRE?!

Abrí la puerta del cuarto de basuras y me dirigí corriendo hacia él. Le empujé y le tiré al suelo. Ya en el suelo, le di varias patadas y puñetazos. Le dolía.

Aprovechando el momento, fui a por Jin.

[…]

—Gracias. —Me dijo Jin, sonriendo.

—De nada. —Le dije. Empecé a limpiarle la sangre y a curarle las heridas.

—¿Y las chicas? ¡Auch!

—Dormidas.

—Oh, vale. Oye, dime, Shireah.

—¿Sí?

—¿Cómo es que ha pasado todo esto?

Ya le había terminado de curar las heridas. Fui a la cocina a por un poco de leche. Eché leche en un vaso y metí el vaso en el microondas.

—No sé... Mira. Lo de ese chico... No sé... ¿Por qué hace eso?

—No puedo contarlo, me pegaría...

The Love Say...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora