Sueños prohibidos

Capítulo II

Narra Jessica

Mientras todos salían del salón, yo me quedé sentada esperando a que el profesor me diera el regaño de mi vida.

¿Puedes explicarme por qué no hiciste el trabajo en clase? –dijo muy enojado.

Lo siento mucho no volverá a pasar, lo prometo–exclamé.

Se acercó a mí y tomó mi mano.

Puedes expresar cualquier disgusto conmigo, sabes que estoy para ayudar a los alumnos, para eso obtuve mi título–carcajeó.

Mi cara se tornó roja ya que nunca creí tener un encuentro de este tipo con alguien como él.

No, estoy bien, lo prometo, sólo que estaba un poco distraída, es todo, pero no volverá a pasar–dije un tanto nerviosa.

Bien,entonces puedes irte a casa, ve con cuidado–dijo amablemente.

Tomé mi mochila y me despedí del profesor. Todo el camino recordé la sensación de la mano del profesor sobre la mía, no sabría definir ese sentimiento, sólo sé que me encantó, esa noche dormí como ninguna otra.

A la mañana siguiente seguí mi rutina de siempre, me levanté, desayuné y me dirigí a la escuela, todo el día estuve esperando a que llegara la clase de cívica. Matemáticas y química pasaron tan lento que me desesperé demasiado.
Pero por fin dieron las 2:00pm, por fin podía ver al profesor.

Esta vez sí voy a trabajar–dije en voz baja.

El profesor nos dejó mucho trabajo para poco tiempo, pero lo acabé en tiempo y forma sólo para complacerlo. Caminé hacia su escritorio y le entregué mi cuaderno.

Muy buen trabajo, Jessica –dijo el profesor mientras hojeaba mi libreta.

Gracias –le dije regalándole una linda sonrisa.

Así pasó la clase, sólo lo miraba a él.
Al salir del salón se me ocurrió una locura, decidí seguirlo a su casa, no fue una buena desición.
Lo seguí discretamente al estacionamiento, lo que ví, no fue agradable para mis ojos. Me puse tan furiosa al ver como esa chica subía a su auto, no podía creer lo que estaba viendo, ¿qué podía hacer al respecto? No podía reclamarle nada. Yo sólo quería que él me viera a mí y a nadie más.
No pude contenerme, y las lágrimas brotaron de mis ojos. Desde ese momento no lo quería volver a ver, estaba muy molesta.
Esa noche me puse a pensar muchas cosas. ¿Qué estaba pasando con mis sentimientos?

Me siento confundida, no sé qué hacer –dije llorando sobre mi almohada.

Esa noche no pude dormir bien.