¿Y qué hago ahora?

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Solemos empezar el camino con un amor y una pasión indescriptible. Cuando empezamos en el camino, no hay nada que nos detenga, estamos en todas las actividades, estamos buscando como mantenernos activos, tratamos de invitar a otros a que hagan lo mismo. Pero... llega un momento en que nos decaemos, que ya nos cansamos, que ya no hay ánimo para nada. Y entonces nos dejamos llevar por el "ya me cansé". Puede que mientras estás en estos momentos de dejadez, alguien te diga "¿Pero qué pasó? ¿por qué estás así?"y todo tipo de cosas. Es entonces que notas que hay personas pendientes a como tu vas evolucionando espiritualmente, es ahí cuando ves que hay personas que te quieren ver desarrollar, hay personas que oran para que seas de bendición. Hay personas que oran para cuando ellos no estén, seas tú quien anime al resto, seas tú quien tome la decisión de mantenerte en acción por el Señor y arrebates cada alma posible para el reino de Dios.

Seguir a Dios es muy complejo y es muy agotador, seguir al mundo se hace fácil. Pero ¿De que vale que sea fácil seguir a Dios? Si fuera fácil, ninguno hubiera llegado a los pies de el. Si fuera fácil no tendría importancia el sacrificio de Jesús en la cruz. Por eso aunque más difícil sea seguir el camino, mantente en tu decisión firme de seguirle. Seguir a Dios es lo mejor que podemos hacer, aunque a veces notemos que es cuando más problemas nos llegan. Si tu vida no tuviera un propósito, no habría una fuerza negativa batallando para que te calles, para que te detengas y te alejes. Pero así como hay una fuerza negativa, está la fuerza del Señor que te dará fuerza, comprensión, gracia, misericordia, amor, apoyo, el te dará todo lo que necesites en su debido momento.

¡Vamos en dirección al reino de nuestro Papá!

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