REALIDADES

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II.- REALIDADES

Eran las primeras horas de la mañana y Kakashi ya se encontraba afuera de la habitación de su alumna, aún no se atrevía a entrar. Estaba consciente de lo raro que se sentía junto a ella, era como estar con una mujer que apenas estaba conociendo y la confianza, que años atrás compartían, se había casi esfumado, pero no era del todo malo. Ahora había algo que le impedía verla como su alumna aún a pesar de haberla instruido durante algunos años y comenzaba a adecuarse muy rápidamente a la situación. Como si no le incomodara olvidar que alguna vez fue una pequeña a su cargo.

Más tarde su alumna sería interrogada por la Hokage y Jiraiya, sabía que era necesario pero prefería evitar estar presente, así que la acompañaría antes de que eso sucediera.

Entró y vio a Sakura de pie junto a la ventana. No pareció darse cuenta de su presencia. Le daba la espalda, aún tenía la bata puesta; era una bata blanca cualquiera, pero parecía estar hecha a su medida. Se ajustaba perfectamente a su cuerpo.

-La Aldea a cambiado tanto- Kakashi se sorprendió al ser descubierto, aunque su alumna seguía de espaldas se había dado cuenta de su presencia.

-No lo había notado- se acercó a ella y miró por la ventana. Estaba siendo sincero pues de verdad que no había notado grandes cambios.

-Debe ser porque estuve lejos un buen tiempo- el ninja quería tener la misma curiosidad por la Aldea que demostraba la joven, pero sólo conseguía mirar unos brevísimos segundos antes de desviar la vista hacia la mujer que tenía a un lado.

-Deberías estar descansado en la cama- le sugirió pero ella le dedicó una sonrisa que le impidió seguir aconsejándola.

-Estoy bien- aseguró antes de que se desplomara en sus brazos. La sostuvo de la cintura justo a tiempo. –Quizás no esté tan bien- corrigió su alumna aferrándose a su pecho, era tan ligera como una pluma.

-Será mejor que descanses-

-Sólo un momento más- pidió la joven y él fue incapaz de negárselo. La tenía sujeta por la cintura, la melena rosada de su alumna llegaba hasta su piocha. Sus delicadas manos apenas y ejercían presión pero no necesitaba esforzarse, él ya la tenía bien sujeta y no tenía planeado soltarla. Se quedaron ahí parados más de un momento, ninguno parecía incómodo.

Por fin Sakura recuperó la fuerza necesaria para avanzar, así que con ayuda de su sensei que la tenía bien sujeta volvió a la cama. Sentía lo tenso que se encontraba el ninja que la sostenía, sus músculos rígidos, no estaba segura si era porque no estaba cómodo con ella o porque temía lastimarla. Cualquiera que fuera la razón no importaba mucho, estaba en sus brazos, sintiendo lo fuerte que era y lo diminuta que resultaba junto a él. Le agradaban las sensaciones que despertaban cuando estaban cerca, esa electricidad que corría entre ambos. Lo había sentido desde su primera visita y estaba segura de que los pensamientos de su sensei no estaban muy lejos.

-Gracias, sensei- habló una vez que llegó hasta su cama y consiguió descansar. Quería salir a pasear pero no soportaba estar de pie por más de cinco minutos. La verdad era que estaba más cansada que el día anterior, no era una diferencia notable pero se sentía un poco más débil, quiso pensar que sólo le faltaba más descanso.

-Tienes que tomártelo con calma, Sakura- se dedicaron una larga mirada que ninguno quiso romper. Fue una puerta abriéndose lo que rompió el encanto.

-¿Cómo te sientes?- la Hokage entró y con ella, Jiraiya, Shizune y Naruto también. Sakura adivinó lo que se avecinaba, una lluvia de preguntas. Ahora entendía la visita tan tempranera de su sensei, seguramente que tendría muchas preguntas que hacerle.

DE VUELTA A CASADonde viven las historias. Descúbrelo ahora