Capítulo Único

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Hola ( ' ▽ ' )ノ aquí Andy con un nuevo One-Shot, ya saben que amo estas temáticas y pues Halloween llegó junto al día de muertos y no pude resistirme jajaja. Les dejo con la historia<3 espero les guste uwu

     Un pelinegro descansaba plácidamente entre las cálidas sábanas de su cama, cuando en medio de aquella oscuridad, una sombra de gran altura se abrió camino; avanzando hacia él lentamente, sin prisa alguna

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     Un pelinegro descansaba plácidamente entre las cálidas sábanas de su cama, cuando en medio de aquella oscuridad, una sombra de gran altura se abrió camino; avanzando hacia él lentamente, sin prisa alguna.

     Los fortuitos pasos que dicho ser daba, se hacían notar en toda la extensión de la fría habitación; resonando cual eco.

     El joven nipón continuaba en el mundo de los sueños, removiéndose un poco, en busca de mayor calor pues el frío del otoño en San Petersburgo era palpable.

     —Yuri... —susurró despacio aquella figura, sobre la rojiza oreja del mencionado a causa de la alta temperatura.

     Sobresaltado, el japonés abrió los ojos de golpe para encontrar al pie de la cama, una silueta humanoide observándole en la penumbra.

     No pudiendo reprimir su voz, gritó a todo pulmón. Incorporándose de manera rápida sobre el colchón, encendió tembloroso la lámpara ubicada lado suyo.

     —¡Viktor! —llamó con la voz entremezclada de alivio y enojo—. ¿Acaso quieres matarme?

     —Lo siento Yuri —Se disculpó entre leves risas a causa de la reacción del contrario. Ganándose un mirada incusitoria—.  Solo venía a avisarte que ya tengo nuestros disfraces para la fiesta de esta noche.

     —Lo había olvidado por completo —confesó—, gracias amor —agradeció, extendiendo ambos brazos para ser estrechado entre los del mayor—. Pero no creas que te he perdonado —aclaró separándose—, ¿qué hora es?

     —Las dos de la tarde, y quita esa cara, no quise levantarte antes porque se te notaba cansado —aclaró al ver los ojos avellana cargados de reproche.

     El platinado caminó hasta el ventanal para abrir las oscuras cortinas y así dejar que la luz del día atravesara el cristal, inundando la habitación de una radiante claridad.

     El menor se cubrió los ojos en un reflejo por resguardarse de aquello. Soltando un quejido se hundió de nueva cuenta entre las tibias sábanas, el panorama presentado fuera no era el mejor para salir de cama, pues la nieve caía sin cesar.

     —Yuri —llamó con su característico acento—, ¡ya levántate! —pronunció para después, de un brinco, aventarse al vulnerable japonés sin previo aviso.

Praescitum. | VikturiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora