La paciente del cuarto 506

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Nombre: Camila Andrea Lewinsky Hernández.
Edad: 16 años.
Estatura: 1.74.
Peso: 57 kl.
Diagnostico medico: la paciente sufre de un severo caso de esquizofrenia y alucinaciones a causa de una excesiva ingesta de antidepresivos y pastillas para el sueño, tiene momentos de agresividad y depresión que la llevan a hacerse daño a si misma.

Antecedentes: es la presunta causante del incendio de su residencia en la cual estaban su padrastro, su madre y su hermano menor al cual asesino y luego escondió en el armario para luego proceder a incinerar la residencia, también en incidentes anteriores apuñalo al que era su mejor amigo y asesino a su gato colgándolo en la puerta del cuarto de su hermano menor.


Testimonio de la acusada:

No voy a negar que soy culpable, sería como nadar contra la corriente de una cascada así que solo dejare mi vida en manos de lo que decidan ustedes, tengo que dejar muy claro que no me arrepiento de nada, y sé que sonare como una loca cualquiera pero luego de escuchar lo que les tengo que decir entenderán un poco de mi situación, porque tengo más que claro que toda persona tiene un yo escondido en su más profundo ser, solo tienen que darse las condiciones y situaciones adecuadas para que se germine la ya tan conocida planta de la locura.

Mi familia era como cualquier otra familia de los suburbios, mi madre era una abogada mediocre que se dedicaba a trabajar como la prostituta de un juez para así ganar un sueldo mínimamente estable para mantener sus lujos y su apariencia de mujer ricachona aunque estuviéramos ahogados en deudas e hipotecas, mi padrastro era un típico contador aburrido, era bueno si no tomamos en cuenta que cada sábado casi siempre a la misma hora llegaba ebrio a golpear a mi madre algo que al principio me asustaba pero que con el paso del tiempo lo encontré muy entretenido, era como estar en un ring de boxeo en vivo y era algo que solo mi estúpido hermano y yo podíamos disfrutar aunque él siempre se escondía en su armario del cual un día nunca salió.

Mi relación con ellos hasta los 7 años fue buena, hasta que un día me di cuenta de lo podrida que era mi familia y decidí irme por el camino fácil, solo un par de pastillas antidepresivas de mi padrastro bastaban para sentirme tranquila, luego mi dosis fue aumentando ya que después no solo quería alejarme de los problemas de mi familia sino también de aquellas sombras aterradoras que me malograban el sueño y solo se calmaban cuando aquellas pastillas milagrosas con sabor a naranja llegaban a mi cerebro, ya a los 12 años para mí era normal sentarme a charlar con las latas de verduras que habían en la cocina las cuales me contaban muy buenos chistes, solía ayudar a mi madre con algunas labores del hogar para así disimular un poco mis tremendas ganas de matar a mi hermano, el cual era el típico niño sabelotodo que se encerraba en su habitación evitando los problemas, se la pasaba llorando cuando mis padres peleaban, era insoportable sabía que algún día tendría motivos para asesinarlo solo tendría que esperar un tiempo, puede que este desquiciada pero soy muy paciente.

No quiero alargar mucho esta historia así que empezare explicando el primero y más divertido de mis asesinatos, yo tenía 13 años y mi hermano 11 un día mi madre decidió regalarnos un gato para que así estuviésemos más distraídos y no nos fijáramos cuando su jefe entraba a su cuarto a consumar el nuevo ascenso de su trabajo, y tengo que admitir que era precioso me encantaba sentarme en el sofá a acariciarlo y darle de comer, pero sin duda al que más le ayuda era a mi hermano ya que era todo para él, siempre que tenía un problema agarraba al gato y lo acariciaba, luego de un tiempo los celos me fueron consumiendo me llenaba de ira ya que ahora el gato solo se lo pasaba con el estúpido de mi hermano y ya ni siquiera salía de su cuarto, sabía muy dentro de mí que si yo no lo podía tener mi hermano tampoco, así que idee el plan perfecto para escabullirme en el cuarto de mi hermano en la madrugada, sacar al gato que dormía abrazado a mi hermano que fue lo más complicado ya que casi se despierta, luego de sacarlo de la habitación, fui a la cocina agarre el cuchillo favorito de mi padrastro para cortar carne y tapándole la boca al condenado gato rebane su cuello en silencio hasta que la tibia sangre empezó a correr por mis dedos y caían al lavadero de platos, metí al gato al lavadero y me dispuse a limpiar todo para que aunque supieran que fui yo no supieran donde lo hice, luego de que la limpieza estuvo hecha, amarre al gato de las patas con cuerdas de mi guitarra y lo colgué firmemente en la puerta de mi hermano, jamás me había sentido tan viva, fue lo más gracioso que había hecho en mis 13 años de vida,la cara de terror absoluto de mi hermano al ver a su querido minino colgado en su puerta fue mucho más gracioso aun, además todo salió como quería, supieron que fui yo, así que me llevaron a un psiquiatra el cual me diagnostico esquizofrenia y ahora no solo tomaría antidepresivos sino también dopamina y pastillas para dormir, no hay mejor combinación para mí.

No todo en mi historia fue malo hubo un momento en mi vida donde fui feliz, en las sesiones con el psiquiatra conocí a un chico igual o más genial que yo, en solo un par de semanas habíamos entablado una amistad única, pasábamos la mayoría del tiempo libre juntos jugando cartas, drogándonos y envenenando animales callejeros, era un chico perfecto aunque a comparación de su vida la mía era un lecho de rosas ya que su familia lo detestaba desde que supieron sobre su esquizofrenia, pasábamos horas ideando planes sobre como mataríamos a nuestros padres mientras dormían, tenía ideas que a mí nunca se me hubieran ocurrido, rogué a mi madre para que me comprara una computadora para así poder hablar con él en las noches o los días que no nos podíamos ver, después de un par de meses me fui dando cuenta que en este corazón enfermo y podrido como el mío podía existir el amor, sabíamos de sobra que nos queríamos pero nunca decidimos demostrarlo solo éramos amigos y eso nunca cambio, pero todo cambio un día antes de que el cumpliera 18 años, me pidió que al día siguiente de su cumpleaños lo asesinara, dijo que ya tenía todo planeado ya había cavado el hoyo yo solo tendría que apuñalarlo hasta que muriera y enterrarlo, era la primera vez en mis 15 años de vida que no me sentía segura sobre asesinar a alguien acepte la petición pero por dentro estaba destrozada, no quería hacerlo pero se lo había prometido, pasaron los 2 días y ya estaba todo arreglado llegue a ese lugar acordado él ya estaba elegantemente vestido metido dentro del hoyo, yo tenía el cuchillo así que respire hondo y clave el cuchillo en su vientre, luego lo saque y repetí la acción 2 veces más, yo abrí los ojos y él estaba aún de pie con una sonrisa y la boca inundada de sangre las saladas lagrimas brotaron de mis ojos, sabía que no podía hacerlo, solté el cuchillo y Salí corriendo de allí, jamás había llorado de auténtico dolor de hecho aún me sorprende que alguien como yo pueda sentir dolor sentimental, al día siguiente estallo a noticia, "el hijo del alcalde fue encontrado muerto en un hoyo a las afueras de la ciudad", no tardaron en descubrir que fui yo, pero gracias a una carta que había dejado él me libre de ser remitida a un centro psiquiátrico y lo único que paso fue que me aumentaron las sesiones con el calvo y sonriente loquero, eso significaba más horas de aburrimiento pero menos tiempo para pensar en él y en lo que le había hecho.

Unos cuantos cuentos escritos con sangreWhere stories live. Discover now