Desesperación carmesí

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Eran las 5:46 de la tarde y todo en aquella casa parecía muerto, nada se movía, nada se oía solo se podía escuchar el susurrar de una voz, una voz dulce y calmada que enroscada entre sabanas no se inmutaba, tapada de pies a cabeza Caroline se debatía en que hacer, estaba a pocas horas de hacer algo que cambiaría su vida para siempre, que acabaría con su sufrimiento de una vez por todas, no volvería a escuchar los gritos de su madre ni de su hermana, ella tampoco tendría que volver a esconderse en el armario fingiendo que nada pasaba mientras se tapaba las orejas, solo tenía una oportunidad, sus manos temblaban porque sabía que pronto estarían llenas de un caliente, rojo y probablemente pecaminoso líquido.

Mientras pasaban los minutos Caroline de nuevo iba recordando por qué había llegado a ese punto, lo que la había empujado a hacer lo que haría, era hora de recordar de nuevo un amargo recuerdo que le daría fuerzas para decidir, todo había empezado 8 años atrás, Caroline de 9 años vivía feliz con su madre y su querida hermana mayor, su madre que trabajaba todo el día para poder pagar deudas, servicios, arriendo y alimentación poco tiempo podía dedicar a sus pequeñas hijas, su hermana mayor fue su mejor amiga y su ejemplo a seguir, siempre la llevo por el camino de lo que estaba bien, buscando que las dudas no llenaran su cabeza, pero para ella eso era algo imposible, estaba llena de dudas he indecisiones, lo que nadie sabía era que muy dentro de ella se ocultaba un ser macabro con pensamientos barbáricos y mórbidos  que hacían de su mente un collage de entre el bien y la enfermedad.

Desde pequeña aprendió a ser una gran actriz, aprendió a disimular su apetito por lo extraño, su amor por la muerte, fue considerada siempre como la niña buena, una niña tierna que compensaba siempre su apetito con una indecisión casi sobrehumana, su actitud dual ante las cosas, su incapacidad de tomar una decisión sin arrepentirse le habían hecho la vida dura no solo a ella sino a todos quienes le rodeaban, podría ser dulce y a la vez amarga era ese equilibrio perfecto entre el bien y el más pútrido mal, esa mezcla tan única y salvaje que podría ser interesante.

Todo en su vida era relativamente normal, cada día su mente era un mar de dudas, todo era debatible todo podía estar mal o estar bien, su amor por lo raro, su pútrida obsesión con la muerte quedaba escondida entre sus pensamientos, hasta que llego un día en el que por fin todo cobraría sentido todas sus dudas se centrarían en algo, su madre llevaba meses pasando aún menos tiempo con ellas, salía bien arreglada y feliz, Caroline no sospechaba nada pero su hermana desde hacia tiempo se lo olía, luego de muchos meses de extraños comportamientos por parte de su madre llego el fatídico momento que no esperaba, una tarde tan silenciosa de un sábado, ella tirada en la cama viendo sus caricaturas y recordando que tenía trabajos que hacer pero que podría hacer otro día, entra su madre a la habitación con una sonrisa de oreja a oreja mientras le pide que vaya al comedor que hay cosas importantes que tiene que decirles.

Caroline no pudo imaginar nada de lo que pasaría, en sus 10 años de existencia nunca había visto a su madre tan feliz así que supuso que era algo muy importante, salió de la habitación y vio a su hermana con una mirada desafiante, algo le disgustaba pero no sabía exactamente porque, se sentó en la mesa y vio como la sonrisa de su madre se volvía cada vez más grande mientras un hombre entraba hacia la casa con dejes de arrogancia y una pinta que no daba buena espina a nadie, pronto entendió la cara de su hermana y la imito como si de un concurso se tratase, no podía pensar en algo menos desastroso, en su casa desde siempre solo habían estado ellas, una armonía femenina que se respiraba muy a su manera, un aire que instantáneamente se rompió cuando su madre dijo el nombre de aquel hombre y dijo la palabra que quedaría clavada en su cabeza para siempre "él es mi pareja", un dejo de sentimiento y emociones se acumularon dentro de ella, comprendía porque, no sabía que había llevado a romper la armonía de su hogar, con los años entendería la razón más que cualquier cosa, una razón llamada soledad.

Unos cuantos cuentos escritos con sangreWhere stories live. Discover now