Limpiando el pecado...

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El humo del cigarrillo lograba calmar sus nervios, aun con las manos débiles y temblorosas pensaba en que haría, estaba todo el piso manchado de sangre y en el piso yacía el cuerpo de aquella dama a la que momentos antes estaba amando con locura, aún recuerda vívidamente como atravesó su cuello con aquella navaja hasta que sintió la primera corriente de sangre que se deslizaba hacia su formado, joven y redondo busco llegando hasta su abdomen que lucía unas apenas nacientes curvas entre una tez blanca y suave, se veía preciosa con sus ojos ya sin brillo pero aun abiertos con aquella expresión de terror en su mirada la cual salió al ver cómo le enterraban aquel objeto en su tráquea entre gritos ahogados y agonizantes hasta que dejo de lugar y quedo postrada en aquella cama a la espera de un posible destino más que indigno.

Muchas ideas pasaban por su cabeza pero ninguna terminaba de cuadrar del todo ya que fuera cual fuera la idea tenia altas posibilidades de ser descubierto, tenía que darse prisa antes de que la sangre se secara y fuera más difícil limpiarla, asi que sin pensarlo agarrándola de los brazos la arrastro hasta la regadera y la encendió, dejando que todo el exceso de sangre que tenía en el cuerpo se fuera, se aseguró que la herida en el cuello quedara limpia al igual que todo su cuerpo; luego procedió a desvestirse para quitar toda mancha de sangre que tuviera en su piel y dejando la ropa cuidadosamente puesta en pedazos de papel periódico para que no fueran a marchar las el piso.

Mientras el agua caliente caía por su piel humedeciéndolo completamente al lado de aquella joven e inerte mujer solo podía pensar en aquel éxtasis que le produjo escuchar sus gritos de auxilio y gemidos de dolor mientras él la asesinaba en ese sintió como lentamente su miembro empezó a endurecerse y por su cuerpo empezó una calentura que no cesaba, miro a su derecha y vio de nuevo el cadáver pálido de aquella joven, sin pensarlo 2 veces cerro la llave del agua y con muchos esfuerzos levanto su cuerpo del suelo, la apoyo contra el bidé y humedeciendo sus dedos los introdujo dentro de la joven, moviéndolos lentamente, para posteriormente introducir su miembro aun erecto en aquella vagina aun tibia y húmeda por la saliva, la penetraba con salvaje lascivia sin retener ni un poco los impulsos más enfermos y luego de unos minutos descargando todo su semen dentro de la ya casi rígida dama.

Ya finalizado su putrefacto acto y habiendo saciado su perverso deseo salió de su shock y la recostó en el piso del baño, no podía permitir que su cuerpo entrara el rigor mortis ya que así sería mucho más difícil moverla, aunque primero tenía que limpiar toda la habitación, sabía lo que necesitaba había pensado muchas veces en como lo haría, aunque jamás pensó en que verdaderamente algún día tendría el valor para verdaderamente matar a una persona, no se arrepentía de nada pero necesitaba limpiar lo antes posible así que rápidamente se puso una bata de baño y fue hasta el salón de limpieza, saco el blanqueador, limpiador y acetona procediendo rápidamente a limpiar y no dejar ni una sola gota de sangre o evidencia de que alguien hubiera estado en ese lugar; luego de varias horas el lugar estaba como si nadie hubiera habitado el sitio nunca, como casa sin estrenar, el hombre ya sudado estaba orgulloso de su trabajo se encargó que cada pequeño milímetro quedara limpio de cualquier mancha de sangre o pelo.

El hombre soltando los guantes negros y aquella esponja se desploma en el piso del cansancio, todo está saliendo como él quería y lo único que falta es esconder aquella mujer que yace acostada y fría en su baño esperando a que le dé "cristiana sepultura"; tenía algo en mente era demasiado arriesgado, pero era lo único que se le ocurría en el momento, se levantó del suelo tomo una bocanada de aire y siguió con su trabajo, lavo y guardo los utensilios utilizados para limpiar y luego ya con algo de ropa limpia puesta vuelve al baño, agarra el periódico con la ropa manchada de sangre y se va hacia la última habitación, con mucho cuidado deja la ropa de nuevo en el piso y subiéndose a una pequeña silla y haciendo algo de fuerza logra levantar una de los paneles del techo, lo corre hacía un lado y bajándose de la silla coge la ropa y la pone dentro del "machimbre" y pone de nuevo el panel en su lugar asegurándose de que quede bien asegurado, luego de que el asunto de la ropa quedo listo solo faltaba el asunto más importante.

Asegurándose nuevamente de que no haya quedado ninguna mancha en el piso lentamente pasa por el pasillo hasta llegar de nuevo a la habitación donde todo había ocurrido, relajándose un poco toma de una pequeña mesa de madera una copa de vino y bebe de ella, secándose de nuevo el sudor de la frente está listo para volver al baño; llegando la ve de nuevo, ahí fría y con la misma expresión de terror, se asegura de que aún puede ser levantada y procede a levantarla y ponerla en su hombro hasta la entrada del patio, sin sacarla hacia afuera la deja en la puerta y el sale del lugar, mira para ambos lados y no ve a nadie, busca el lugar más apartado del jardín y con ayuda de una pala se arremanga su camisa y empieza a cavar, mientras cavaba la tumba para su víctima iba recordando vívidamente como la había conocido.

Eran las 6;50 de la tarde, el confesionario por fin estaba vacío el cura Samuel llevaba horas esperando a que dejaran de llegar personas, siendo el sacerdote de la única iglesia del pueblo sabía que era duro pero el confesar era la tarea más agotadora del día, creía que ya por fin podría descansar pero por la puerta principal entra Nora la hija del sastre más conocida del pueblo, una bella joven que siendo consciente de sus encantos había utilizado a los pocos hombres adinerados del pueblo para que la llenaran de riquezas y lujos, era habitual que ella asistiera a la eucaristía haciendo su papel de buena samaritana iba casi diario a la iglesia pero lo que si era raro era que asistiera a esa hora cuando ella sabía que en menos de 10 minutos la iglesia cerraría sus puertas, ella se acerca al confesionario y le dice al padre que lo que quiere es charlar y no confesarse así que el padre el cual también hace mucho tiempo había caído en sus encantos y no perdía oportunidad de observarla y pensar en ella de manera obscena aunque su profesión se lo prohibiera, acepto salir del confesionario y la invito a pasar a la casa cural, allí era obvio lo que la mujer quería, Samuel era un Sacerdote joven y apuesto y aunque ella aun no era mayor de edad su cuerpo era escultural y bello, el padre también sabia de las intenciones de aquella dama pero él también tenía unas intenciones así que cedería ante sus encantos recordando en que cajón era que tenía aquella navaja que guardaba en caso de emergencia.

Samuel dejo de cavar y de nuevo sudorosos y agotado supo que ya el hoyo tenía la profundidad suficiente como para enterrar su crimen junto con aquella bella dama que intento seducirlo, rápidamente salió del agujero y arrastro a la joven hasta que cayo en el hoyo y el hombre empezó a echar tierra rápidamente ya que sabía que pronto saldrían las primeras luces de la mañana y tenía que estar listo para la eucaristía de las 7 am. 

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⏰ Last updated: Feb 03, 2020 ⏰

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Unos cuantos cuentos escritos con sangreWhere stories live. Discover now