Desgraciado es aquel artista que puede crear su arte sin tener quien lo inspire, quien pueda hacerlo no debería ser considerado artista, así pensaba Lionel, un pintor y escultor siciliano que más que cualidades solo cosechaba defectos, no era bueno en nada más que en sus artes, pasaba su vida entre los muros de su mansión creando las obras de arte que sus grandes y poderosos clientes le pedían, no tenía amigos, ni familia solo la firma de un contrato de separación del orfanato que cuido de el en su infancia y parte de su adolescencia, nada significaba más para el que su musa, la que le quitaba el sueño la diosa de su arte, aquella belleza de blancura y brillantes pura que solo de noche hace su aparición la muy enigmática luna, aquel siciliano solitario que no tenía más que su amor a la luna, no le importaba ni el dinero ni la fama solo soñaba con algún día poder tocar la luna o que la luna bajara y se quedara con él para siempre.
Una noche de crudo invierno donde la luna brillaba, Lionel entre sus suspiros la contemplaba en su balcón, deseando tenerla, no podía imaginar algo comparable a tan absoluta belleza, sacaba los dotes de poeta que no poseía para dedicar versos ahogados a su amada, esperando el día que ella le respondiese, mientras ya cansado de tanto recitar miro hacia en las calles atestadas de nieve se veía caer desmallada una figura envuelta en varias bufandas que no fueron suficientes para protegerle de ese crudo frió, el pintor infame pensó en no hacer nada y solo dejarlo allí pero su corazón se movió y decidió bajar para ver qué había pasado y si aún seguía con vida.
Lionel bajo las escaleras hasta llegar a la entrada de su casa y corrió rápido para recoger aquel individuo tapado completamente por bufandas y unos sacos de piel, con las pocas fuerzas que aun la naturaleza le daba a pesar de su avanzada edad lo cargo y lo llevo hasta el sofá de su sala, quito rápidamente las ropas para así saber quién era y si aún seguía con vida.
La sorpresa que se llevó aquel agónico siciliano fue la más grande de su existencia , no era el sino ella, una bella dama de cabellos rubios, que con expresión calmada dejaba ver tranquilidad en su mirada, pero lo que dejo estupefacto a nuestro viejo artista no fue ni su cabello ni su mirada, fue su piel, su piel tan blanca como el mismo mármol, tan blanca y brillante que parecía que se fuese a romper en cualquier momento, aquella blancura que jamás pensó encontrar en nadie más que la luna lo tenía ella, miles de punzadas en su corazón, miles de punzadas que jamás pensó sentir ,el destino le había mandado al amor que tanto había deseado, aquella joven que según lo que veía era décadas menor que el, era lo que siempre había estado buscando , su sueño hecho realidad.
Perdido en fantasías había olvidado lo más importante, que aún no sabía si estaba viva, cuando se percató de ello rápidamente puso su oído en el pecho de su amada, intentando encontrar algún latido pero no encontró nada, solo silencio, desesperado agarro todas sus prendas más calientes y sea las puso, hizo chocolate caliente, intento reanimarla pero nada sirvió, llorando y con el alma hecha pedazos sabía que nada serviría que la que era el amor soñado estaba tan fría como esa misma noche y que nada de lo que el hiciera podría hacer que ella volviese a la vida, nada podía hacer para que regresase a moverse y se negaba a rezarle a ese dios que hace tantos años había dejado de adular, nada más que dolor pasaba por su cabeza mientras miraba como aquella belleza tan inmejorable era solo un ser inerte.... Solo un ser inerte como lo era su arte, pero ahí recordó que todo arte es inerte y que estando vivo o muerto puede ser arte, de la más grande amargura paso a la más grandiosa felicidad, en su mente se ilumino en su torcida cabeza y se puso manos a la obra.
En una inmensa sonrisa aquel viejo artista corrió hacia el taller con la mayor velocidad que jamás había corrido con su amada y tiesa amante en los brazos y la recostó en el suelo, agarro y con finura perfecta digna de un verdadero dios cubrió el cuerpo de su amada con vaselina, entonando canciones mientras los brochazos de vaselina se esparcían por el cuerpo, cuando hubo terminado de cubrir todo el cuerpo, procedió a lo que para él era más importante, de su almacén saco grandes cantidades de porcelana fría, y los preparo con gran ligereza, luego con ayuda de unos cuantos soportes que mantuvieron en pie a su musa procedió a volverla lo que para él era su más grande obra de arte, la cúspide de su carrera.
Pasaron varios días en donde aquel viejo anciano no salió de su taller, mucho tiempo sin comer ni dormir fueron necesarios para poder terminar a su gran amor, su verdadera obra maestra, cubrió cada parte de aquella fría, blanca y preciosa mujer con porcelana fría, jamás en su vida se había sentido tan feliz, tanto que ni el rugir de sus tripas y el dolor en sus ojos fueron suficientes para hacerlo desfallecer, y cuando por fin termino de hacer aquella torcida pero para el hermosa obra, callo desmallado en el suelo pero con una gran sonrisa en su rostro, durmió 5 días seguidos, luego de levantarse y comer lo que jamás había comido se dio cuenta que su gran amor estaba terminada su querida y amada hecha arte de porcelana.
Los años pasaron y aquel siciliano vivió más feliz que nunca, con su amada que estaba para siempre en el centro de su sala fue el hombre más feliz que jamás se ha conocido, cada mañana le daba un beso y la saludaba pasaba los días haciendo retratos de ella, dedicándole poesía, y sobre todo soñando con que estaba viva, su vida no duro mucho y como es natural en el mundo el hombre murió en su cama con una gran sonrisa en el rostro pues sus últimos días los había pasado dichoso.
Cuando se dio la noticia de la muerte de aquel reconocido artista sus obras de arte fueron compradas por distintos museos reconocidos pero la más cara y la que fue comprada con mayor recelo fue la que era titulada como "mi novia luna" aquella escultura de la mujer más bella que haya existido y que comprada por el museo más prestigioso de Francia por errores de transporte fue rotan en la esquina de su hombro y cuando se rompió de ella salió un olor tan pútrido que no podía describirse con palabras todos los que lo respiraron vomitaban hasta la deshidratación, el horror fue descubierto, aquella bella mujer al ser cubierta totalmente de porcelana nunca pudo descomponerse del todo, solo sus órganos internos y partes como el cerebro y los ojos se pudrieron por dentro y esos pútridos olores se concentraron en esa infernal pero hermosa escultura, tanto fue el horror que Lionel recibió desde entonces el nombre de l'artiste putride o el artista pútrido y se ganó el asco de los que antes lo consideraban genio.
YOU ARE READING
Unos cuantos cuentos escritos con sangre
Teen Fictionunos cuantos cuentos que sin saberlo aparecieron escritos con la tinta sangre de un loco forastero, que encerrado en su cuarto imagino mil asesinatos, y los plasmo en papel como un enfermo insensato, y aunque a morir el también esta condenado no se...