Despierto con un terrible dolor de cabeza. Mis ojos aún no enfocan y solo escuchó en ecos pero puedo reconocer que hay al menos tres personas más a mi alrededor.
Las voces de hacen más claras, puedo distinguir la suave voz de mi madre tratando de calmar a Isabelle y Jace.
Los recuerdos de ellos en el piso, sangre, llanto y un último disparo se cuelan en mi mente como relámpago.
Mis ojos se abren lo máximo posible buscando a mis hermanos. Un fugaz pensamiento sobre Magnus en el piso con un limpio tiro en la frente genera una punzada de dolor en mi pecho.
La ignore todo lo que pude y me abracé de mi familia.
Mis hermanos y madre se quedan quietos, en silencio. Mirándome.
-Despertaste- Un susurro quebrado de parte de mi madre.
Mire extrañado a los tres, ninguno parecía tener ninguna molestia, vendaje, o cicatriz en la piel. Unos extraños tatuajes reposaban en su lugar, note que mi madre también los llevaba y mi ceño se frunció. Mi madre odiaba los tatuajes.
Mi vista viajo por la habitación en la que me encontraba, paredes blancas, muebles y puerta de madera oscura, raros tarros con hierbas y cosas que no tenía idea de que eran. Los dichosos tatuajes impresos por toda la pared y grabados en algunos muebles.
Mi mano viajo a mi cuello al ver lo que parecía ser una "z" en lo alto de la pared a mi izquierda.
Me mire extrañado por la reacción aromática de mi cuerpo y note mis brazos y torso también cubiertos por los mismos tatuajes.
"Runas"
La palabra salto en mi mente.
-¿Hermano, estás bien?- Jace se acercaba con cuidado.
—E-eso creo...¿Y ustedes? ¿Donde estamos? ¿Y qué diablos son estas cosas? Pensé que mamá odiaba los tatuajes.- Dije aún confundido y con la voz rasposa.
Antes de que pudieran responder una melena rojiza se adentro en la sala acompañada de un nerd parlanchín.
Sin pensarlo un segundo me abalanze sobre ellos, los apreté en un fuerte abrazo. Jamás pensé ser capaz de abrazar a esos dos pero... ¡Creí que habían muerto! Y supongo que los mundanos no son tan tontos pues sus dichos casi siempre aciertan, como aquel que dice 'No valoras lo que tienes hasta que lo pierdes'... Espera... ¿Qué?... ¿Mundanos?
¿De donde saque ese pensamiento?
Todos en la habitación estaban de piedra.
Mi mente reaccionó, si ellos estaban bien... ¿Era posible que Doth, Raphael y Magnus también?
Mis pensamientos se respondieron solos al escuchar una voz desde el pasillo, una voz tan inconfundible como la persona que la porta.
-¡Quiero verlo! Me importa una mierda la clave, ustedes y el mundo entero. ¡Déjame pasar! ¡Sé que despertó! ¡Quiero ver a mi esposo!
Mis ojos se llenaron de lágrimas.
¿Había dicho esposo?