Capítulo 6: Brindis

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Veinte Puntos

Capítulo 6: Brindis

Capítulo final



Jamás olvidaría su último año de eso estaba seguro.

Los meses de estrés, júbilo y risas, de preocupaciones y aventuras habían sido grabadas a hierro caliente en medio de su pecho. Tal como fue el año más memorable también el más impredecible.

Dejaron de tener six packs de leche o refrescos con uno sobrante. Permitió que una mano tomara de la suya y que una sonrisa importase más que ir de fiesta o salir a patinar. Estaba dejando paso con paso a ese jovencito inmaduro que sólo pensaba en sí mismo. Le encantaba ir a las prácticas de su novio, a veces acompañado del grupo u otras veces solo. No entendía un carajo de lo que estaba haciendo, pero sabía que le hacía feliz verle en las gradas. Le encantaba irle a visitar, almorzar en su mesa, jugar con su sobrino y escapar de los chismorreos indiscretos de sus hermanas. Le gustaba desvelarse hablando por teléfono como si no se cansaran de compartirse todo el uno del otro. Le gustaba formar parte de su vida y él de la suya. Descubrir un poco más de ese chico a primera vista arisco y solitario. ¿Quién diría que semejante sujeto insufrible era en verdad la persona más noble y sensible que había conocido? ¡Así de impredecible es el último año!

Le encantaba todo él.

Y le encantaría también poderlo gritar a los cuatro vientos. Que era su novio y que le quería con locura, pero lamentablemente, la vida real a veces obliga que el amor sincero deba esconderse. Aunque no todo estaba mal, o le gustaba sacar la vuelta divertida a las cosas. No negaría que el trato discreto y cohibido de TaekWoon en público le daba risa. Ni tampoco se negaría a la ración triple de besos y manoseos para nada decentes que le recompensaban el pequeño secreto.

Y es que ese chico era una caja de sorpresas.

Con tal de que sus amigos y padres supieran todo bien. Y que ellos le incluyeran en el grupo era muchísimo mejor.

Ya no eran cinco tontos para arriba y para abajo, sino seis. Y le encantaba que fueran seis.

Deseó lo fueran por mucho tiempo más.

Pero tocaba crecer.

El colegio acabó y las briznas de verano asomaron. Tras la juerga hasta el amanecer, las fotos con el birrete y despedir entre llantos y risas a HakYeon en el aeropuerto le tocó volver al trabajo duro: los exámenes.

Sin embargo, no dejaba de pensar sobre si su noviazgo aguantaría los embates de la universidad y las nuevas ocupaciones. No estudiarían en el mismo lugar ni la misma carrera por asomo. Temía si las cosas no funcionaran entre ellos. No dormía bien ni se concentraba con esa incógnita en la mente. No se atrevió a confesárselo para no parecer insinuar lo contrario. De todas maneras, la incertidumbre le estaba carcomiendo. ¿Era infantil seguir con su relación, aunque estuvieran en una nueva etapa?

¡Era mucho que pensar! Y no tenía tiempo para ello, por los momentos. Tenía que sacudírselo de la cabeza y seguir, seguir estudiando y esforzándose.

No desperdiciaría una oportunidad como esa. Se esforzaría hasta quemarse las pestañas de ser necesario. ¡Entraría a la Universidad de sus sueños y con la mejor nota!

Pero del dicho al hecho...

Un fuerte golpe a su cabeza le sacó de sus recuerdos bonitos.

—¡Ay! —chilló— ¡Sí, sí! —se sobó la frente aporreada. Parpadeó detallando el martillo de hule que tenía— ¿De dónde sacaste esa cosa? —vaciló. Seguro se lo había robado a su sobrinito.

Veinte Puntos (WonTaek)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora